JUAN CHÁVEZ
En marzo, el asesino de Luis Donaldo Colosio, saldrá en libertad, merced a la más sucia y descastada maniobra del gobierno de López Obrador.
La bala disparada por Mario Aburto que mató al que fuera candidato presidencial por el PRI, también resquebrajó el gran equipo que gobernaba con Carlos Salinas de Gortari.
Todo lo bueno del sexenio 1988-1994 quedó enlodado y lo negativo se magnificó.
El proyecto quedó hecho trizas.
Además de matar a Luis Donaldo Colosio, enlutar a México y desgarrar un proyecto, la bala que disparó Mario Aburto dejó beneficiados políticos.
Hoy gobiernan México. Son los principales beneficiarios del magnicidio y por eso ponen en la calle a Aburto.
Además de matar a Luis Donaldo Colosio, enlutar a México y desgarrar un proyecto, la bala que disparó Mario Aburto dejó beneficiados políticos.
Con el asesinato de Luis Donaldo Colosio todo lo bueno del sexenio 1988-1994 quedó enlodado y lo negativo se magnificó. El proyecto acabó hecho trizas.
La rebaja de la condena a Mario Aburto para dejarlo en libertad en marzo próximo salda una deuda que tienen con él los beneficiados por el crimen que cometió contra Colosio Murrieta.
La bala que mató al candidato presidencial del PRI provocó un vuelco de la mayor trascendencia en la ruta que llevaba el país.
No es de extrañar que el gobierno morenista se apreste a procesar judicialmente a quienes, según Aburto, habrían ordenado torturarlo.
¿Lo torturaron?
¿Cómo supo Aburto quiénes habrían ordenado torturarlo?
Es cuando menos curioso que se busque ahora “hacerle justicia” a Mario Aburto por una supuesta tortura que sólo él sostiene –sin negar que mató a Colosio–.
Con la muerte de Colosio se acabó el proyecto modernizador con aliento social.
El presidente Carlos Salinas no tenía plan B. Ernesto Zedillo no estuvo en la baraja de posibles sucesores ni era el favorito de Colosio.
Colosio le pidió al presidente a Carlos Rojas como coordinador de campaña, y Salinas le dijo que lo necesitaba en Sedesol (cargo que ocupaba Luis Donaldo), para no dejar suelto su programa estrella: Solidaridad.
Fue así como llegó Zedillo a la coordinación de la campaña, a quien Salinas había sacado de la secretaría de Programación y Presupuesto, que desapareció para fundirse en una súper secretaría de Hacienda bajo el mando de Pedro Aspe.
Ernesto Zedillo fue enviado a la secretaría de Educación Pública, donde desempeñó un gran papel.
(Esa misma secretaría, poco más tarde, el presidente Zedillo se la ofreció a Roberto Madrazo a cambio de renunciar a la gubernatura de Tabasco, como lo solicitaba López Orador. El desenlace es conocido por todos).
Con la muerte de Colosio y la llegada de Zedillo se fracturó el equipo. Y qué equipo.
Ahí estaban personas de una inteligencia privilegiada, se esté o no de acuerdo con algunos de ellos, o con ninguno: Colosio, Pedro Aspe, José Córdoba, Manuel Camacho, Ernesto Zedillo, Jaime Serra, Fernando Solana, Otto Granados, José Carreño y varios otros.
Zedillo tenía animadversión hacia Aspe y no lo ratificó como secretario de Hacienda para manejar un problema cambiario, como el propio Aspe se lo había ofrecido.
El equipo modernizador, compuesto por profesionales tan brillantes como ambiciosos en algunos casos, se había fracturado.
Vino la debacle económica que funcionarios del nuevo gobierno atribuyeron a “los errores de diciembre”.
Desatada la crisis, la fractura del equipo escaló al reparto de culpas, a la persecución con una bruja contratada por el gobierno, la siembra de un cadáver, el soborno millonario a un preso para que cambiara su declaración ministerial, el contraataque de Salinas, el último golpe de Zedillo.
La idea central de usar a Aburto es meter a la cárcel a Carlos Salinas, y aunque López Obrador lo negó, es cierto. Una vez libre, podrá ser utilizado para hacer un “road show”.
En dos años, el gobierno de López Obrador construyó un misil nuclear para las elecciones presidenciales del próximo año, que ya está emplazado con la decisión del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal de Toluca, que invalidó la condena de 45 años de prisión de Mario Aburto, el asesino confeso de Luis Donaldo Colosio, e instruyó dictarle una nueva sentencia por el delito de homicidio, con base en el Código Penal de Baja California vigente en 1994, cuando se produjo el asesinato.
Si la Fiscalía General de la República no apela el amparo, Aburto caminará hacia la libertad el 23 de marzo del próximo año, el mismo día en que le disparó a la cabeza a Colosio. No lo va a impugnar, pues sería un contrasentido del fiscal Alejandro Gertz Manero, que propuso al presidente López desde que inicio el sexenio reabrir el caso y enfilar las baterías en el expresidente Carlos Salinas y el entonces gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones. López Obrador no le hizo caso en ese momento, porque no necesitaba distractores ni chivos expiatorios. Pero en la segunda parte de su sexenio, cuando las cosas le empezaron a ir mal, la visión cambió y se comenzó a construir una estrategia –de muchas– para ser utilizada en caso de emergencia.
Eso sucedió tras la fuerte derrota de López Obrador y Morena en las elecciones de 2021, cuando el presidente descubrió que había sido engañado por sus operadores políticos y no alcanzó la mayoría calificada en el Congreso, además de sufrir una amarga derrota en la Ciudad de México, su enclave electoral.
Lo que sucedió en Tijuana fue la conclusión de la primera fase de ese proceso, al encontrarse la salida jurídica para liberar a Aburto, que no lo exime del asesinato de Colosio, pero considera que la sentencia que recibió excedió lo marcado por la ley. El alegato fue sólido: el homicidio tuvo los agravantes de premeditación, alevosía y ventaja, pero no debió haberse juzgado en un tribunal federal porque Colosio no era funcionario federal, sino un ciudadano (ser candidato no le da una categoría penal diferente), por lo que el crimen debió procesarse conforme al Código Penal de Baja California, que establecía un máximo de pena por 30 años, y no de acuerdo con el Código Penal Federal, cuya pena por el delito de homicidio era mayor.
De esta forma, por el delito de homicidio, Aburto recuperará su libertad, y aunque el caso seguirá abierto, no será en su contra, sino a favor del gobierno de López Obrador, que lo estará utilizando para construir los enemigos del pueblo que le sirvan con fines electorales.