ROBERTO CIENFUEGOS J. @RoCienfuegos1
Es normal, parte de la brega política en una sociedad que elige a sus gobernantes, que las diversas toldas partidistas o políticas, tengan como meta el crecimiento de su militancia y por supuesto de sus seguidores y/o simpatizantes. Pero este punto crítico se desdibuja, al menos en parte, cuando una o cualquiera de estas fuerzas, plantea la extinción, la supresión y/o absorción del adversario, competidor o simplemente del distinto, así esto sólo se haya visto en los sistemas de partido único, totalitario o absolutista, como fue el PRI durante décadas, por ejemplo.
El comentario viene a cuenta de las pretensiones o apetitos hegemónicos como vemos en diversos países del área, y de manera cada vez más palmaria en México, donde el Movimiento de Renovación Nacional (Morena) se perfila como una organización avasallante y predominante, si no que absoluta.
Así hemos visto en estos años infinidad de deserciones de las filas de otros partidos u organizaciones políticas, entre ellas de muchos políticos impresentables y con trayectorias vergonzantes y vergonzosas, pero cuya incorporación al partido guinda ha bastado y sobrado para “blanquearlos”. No es el punto aquí de hacer un recuento de cada uno de esos personajes, muchos de ellos absolutamente cuestionados o cuestionables, que han “blanqueado” su plumaje a partir del salto gracioso de algún partido a Morena, que tan afanoso como presuroso abre sus puertas para engullir todo tipo de político en aras de consolidarse como un partido grandote, tanto como sea posible.
Llama la atención el caso del senador Jorge Carlos Ramírez Marín, un priista de toda su vida, pero que recién dio el gracioso salto al Verde Ecologista -una bisagra de Morena- con el propósito de ver si ahora sí puede hacer realidad su sueño de competir por la gubernatura de Yucatán, mare lindo.
Largamente acariciado, pero también pospuesto por mucho tiempo, el sueño de Ramírez Marín ha sido la gubernatura de Yucatán, donde nació hace 62 años.
Si uno revisa la trayectoria de este político yucateco sólo encontrará cargos conferidos por el PRI o alcanzados bajo las siglas y representación del ex partidazo. Además de una prolongada trayectoria legislativa -siempre por el PRI, insisto- Ramírez Marín fue titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto. Antes, durante la campaña presidencial del mexiquense, le sirvió a éste como vicecoordinador general y más tarde se incorporó al equipo de transición ocupando la Vice coordinación de Seguridad y Justicia. Ninguno de estos cargos ha cumplido la expectativa, el sueño de Ramírez Martín: ser gobernador de Yucatán. Recién abandonó a su partido de toda la vida y se sumó como dije antes al Verde. Ya se verá si esta tolda política le hace realidad su sueño de toda la vida, o lo deja de nueva cuenta a la vera del camino como le ocurrió con el PRI, pese a los ingentes servicios prestados como seguramente él considera.
A este caso pronto se sumarán los de Eviel Pérez Magaña y Mariana Benítez. El primero, sí, claro, como miembro del PRI se ha desempeñado como senador y diputado federal. Entre enero y noviembre del 2018, el último año del gobierno de Peña Nieto, Pérez Magaña ejerció la titularidad de la Secretaría de Desarrollo Social.
Otro caso es el de Benítez, designada como Subprocuradora Jurídica y de Asuntos Internacionales de la Procuraduría General de la República por el presidente Peña Nieto. En los tiempos en que el ex gobernador hidalguense, Jesús Murillo Karam, hoy privado de su libertad, encabezó la PGR.
Ambos políticos, de cuna priista y con cargos en el gobierno de Peña Nieto, pasarán a engrosar las filas de Morena, una machincuepa cónsona con la idea y proyecto de este partido de hacerse grande y engullir cuadros de otras toldas.
Estos casos son los más recientes. Hay muchísimos más, como sabemos. Muchos podrían argumentar que se trata de políticos que van a donde les dan. ¿Se vale? Tal vez. La ética y la política parecen correr paralelas, al menos ese parece el mensaje. Cierto es que cada quien se honra como puede.
Varias de las figuras hoy prominentes de Morena han declarado públicamente una política de puertas abiertas para todo aquel que tenga a bien engrosar las filas guindas. El brinquito basta y sobra para blanquearlos. Así es la política, dirán muchos.
Ahora, en tiempos electorales, se postula incluso la idea de extinguir al o los adversarios para que nunca tengan representación y mucho menos poder. Al fin y al cabo todo cabe en Morena de la misma manera en que antes fue en el PRI. Todo era PRI, recuerdan muchos todavía hoy no sin un dejo de nostalgia. Es probable que en algún momento futuro, justifiquemos que todo era Morena.
@RoCienfuegos1