Benita Galeana, una mujer indómita

Benita ha escrito su vida y con ella ha escrito una vida colectiva.

José Revueltas

FLORENCIO SALAZAR

SemMéxico, Chilpancingo, Guerrero. Justo reconocimiento de la LXIII Legislatura del Estado otorgar post mortem la Presea Sentimientos de la Nación a Benita Galeana. La única vez que la vi fue cuando el gobierno de Francisco Ruíz Massieu le otorgó la Medalla al Mérito Civil Antonia Nava de Catalán (1987). La descubro ahora con la lectura del texto de Rosa Icela Ojeda Benita Galeana, mujer indómita. Sabía que era de izquierda; ignoraba su historia de luchas como militante del Partido Comunista. Feminista con tesón y sin estridencia, estuvo al lado de las luchas campesinas, obreras y democráticas. 58 veces fue detenida por la policía; de dos golpizas, una le rompió las costillas por lo que tuvo que usar un corsé metálico. Nació en San Jerónimo el 10 de septiembre de 1903 y murió el 17 de abril de 1995.

Rosa Icela escribió el libro con prisa, tal vez por la urgencia de su distribución en la ceremonia del pasado 13 de septiembre. Así se observa en la reiteración de párrafos con distintas redacciones y repetición de datos. Sin embargo, el libro (62 p.) es de mérito. Aporta lo significativo de la personaje, sus destacadas relaciones con líderes comunistas como Valentín Campa, Hernán Laborde, Miguel Aroche Parra, Miguel Ángel Velasco, Francisco Gomezjara, Juan de la Cabada y David Alfaro Siqueiros, entre otros; las condiciones de la lucha política clandestina y la marca en la vida familiar de dicha clandestinidad. También aporta testimonios de Elena Poniatowska, Alaíde Foppa, Carlos Monsiváis, Marta Lamas, Sara Lovera y Elsa Estrada. La bibliografía sobre ella es amplia.

Benita Galeana Lacunza no era Lacunza ni Galeana. Su padre fue Genaro Neri Flores, hijo fuera de matrimonio, del general Canuto A. Neri, medio hermano del ex gobernador Rodolfo Neri Lacunza, por lo tanto, su sobrina; prima hermana del héroe civil Eduardo Neri y del astronauta Rodolfo Neri Vela, tía del jurista Eduardo Neri Acevedo. Su padre decidió cambiarse los apellidos por Galeana Lacunza, sin parentesco con don Hermenegildo Galeana. Estuvo casada con Mario Gil durante 37 años. Al enviudar nada tuvo que envidiar a María Félix: “A sus 88 años un enamorado de 37 la visitaba, la atendía, la mimaba y confortaba, ella se dejaba amar, decía cerrando un ojo, que aceptaba ese amor quizá como el último tributo, para resarcir una niñez poco afortunada, una adolescencia cargada de penurias; fue hasta la edad adulta que el amor la acompañó sin separase ya nunca más se fue de ella”.

Escribe Rosa Icela Ojeda:

No sabía leer. Fue en la cárcel donde sentí realmente y entendí lo que pasaba con los obreros y con la gente que estaba presa, eso me hizo entender que era necesario luchar. Luego empecé a asistir a reuniones, mítines. No sabía leer y eso me desesperaba, porque de repente no entendía muchas cosas. La práctica me fue haciendo, yo no podía entender que sólo por hablar, el gobierno nos mandaba matar. Sólo por hablar nos mandaba la policía; la policía llegaba a herir, a golpear. Escribió sus memorias y un libro de cuentos El peso mocho.

La clandestinidad. Las juntas del partido hacían que yo me fuera de la casa a veces a media noche y llegaba al otro día, si es que llegaba, sin poder decir nada; no podía explicar dónde había estado, ya que las juntas eran secretas, porque el Partido Comunista Mexicano era ilegal, y como era ilegal tomaban medidas de seguridad, trabajábamos en la clandestinidad, quien entraba a una reunión no podía salir, se cerraban las puertas con llave para que nadie pudiera salir, teníamos que evitar la posibilidad de que algún compañero saliendo delatara la reunión y llegara la policía a detenernos, a reprimirnos. En esas reuniones casi no había mujeres, ya que en muchas ocasiones las reuniones duraban tres o cuatro días con sus noches. (Después del Comunista formó parte del Partido Socialista Unificado de México y luego de lo que sería el PRD).

El liderazgo de Benita. Ejerció un liderazgo que no puede definirse desde el poder como dominación. Ejerció su liderazgo desde una concepción más igualitaria y universalista, desde la perspectiva que le dio la militancia desde la base, sin cargos ni jerarquías. Si de algún liderazgo podemos hablar sería desde el de la ciudadanía. Su liderazgo fue despegado de los bienes y del poder. Su inspiración provino desde la experiencia vivida. Su humanismo brotó de haber vivido en carne propia la desigualdad y las exclusiones. Cita a Elena Poniatowska: “Ninguna mujer más indómita, más limpia, con esa sabiduría popular que dan los trancazos, el enfrentamiento a la dura realidad cotidiana de la vida en las fábricas, en el campo, en los talleres, en la lucha política”.

La reproducción del machismo. A pesar de que mi compañero tenía ideales revolucionarios, al igual que todos los hombres quería llegar a su casa y encontrar a su mujer; algo injusto; algo injusto porque no va a pasar el tiempo esperando que venga el marido para atenderlo, aunque yo creo que nosotras mismas los acostumbramos a servirles, cuando nos recién casamos ellos nos dicen qué les vamos a dar de comer, si les vamos a lavar y a planchar la ropa, etcétera. ¡Nosotras los acostumbramos! Solas vamos agarrando la obligación, nos vamos a la cocina, lavamos; al final terminamos haciendo todo.

Frida Varinia dice en el prólogo de Benita Galeana, Mujer indómita: “Quien siendo apenas una niña es capaz de montarse sobre el lomo de un lagarto, es capaz de todo; quien desde temprana edad se enfrenta a los procesos de la vida más difíciles como la orfandad y la propia muerte; quien aprende en sus primeros años a matar puercos, a ordeñar vacas, a hacer jabón y queso, a sembrar y levantar cosechas es sin duda, una mujer indómita”. El reconocimiento del Congreso a Benita Galeana es un reconocimiento a la pluralidad, a la tolerancia, a la democracia. Demuestra que se puede honrar al modelo de honradez política y congruencia, se compartan o no sus ideales. Ese es el México que debemos preservar.

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