Moisés Sánchez Limón
Ciudad de México, 07 de septiembre (entresemana.mx).
–¿Ganó Claudia?, ¿la doctora Sheinbaum? O sea: ¿#EsClaudia?
–Sí, lo que dijo mi dedito…
–No, no le creo, licenciado.
–¿Y por qué no? Somos demócratas, honestos, incorruptibles. No nos parecemos a los de antes.
–Pero…
–No, no me vengan con que la ley es la ley. Ahí están las actas, los votos contados.
–¿Y qué con la protesta de Marcelo, licenciado?
–Marcelo es un buen hombre y no pasa nada, no pasa nada, somos demócratas. México ya cambió.
–Y las denuncias de acarreo y el uso de programas sociales de Bienestar, el apoyo vergonzante de los gobernadores a favor de Claudia y…
–Mentira, es invento de nuestros enemigos, de los oligarcas y conservadores, de los medios de comunicación pagados por los neoliberales, por Claudio X González…
–Pero lo denunció el propio Marcelo Ebrard y hasta dijo que, aunque él ganara, pediría la reposición del procedimiento…
–Nada, nada, puros cuentos de la prensa vendida que ahora apoya a una señora que aspira a gobernar con groserías…
–Licenciado presidente, ¿a Marcelo se lo va a chupar la bruja como dijo Noroña? ¿Cada vez se parece más al PRI de antes, según aseguró Marcelo?
Bueno, bueno, el licenciado presidente Andrés Manuel López Obrador dijo ayer que, en la oposición, “tenían ganas nuestros adversarios y sus voceros de que se agarraran (las corcholatas), se deschongaran con debates, y ahí sí iban a abrir Radio Fórmula, todos los programas de Radio Fórmula, Imagen, etcétera, etcétera, etcétera, pero yo les propuse que no se debatiera entre ellos; que el diálogo, el debate, tenía que ser con la gente, informar a la gente, convencer a la gente, porque al final son los ciudadanos los que van a decidir.
“Entonces, tomaron en cuenta mis recomendaciones, y ya todo ha marchado bien. Y espero que hoy (ayer miércoles) que den a conocer el resultado yo me entere, como ustedes”.
Pero…
¿Cuál es el objetivo? Porque…
Marcelo Ebrard Casaubón procedió como una mala copia de su maestro, el hoy desaparecido Manuel Camacho Solís, en aquellos días cuando la decisión presidencial recayó en Luis Donaldo Colosio e indignado renunció a la jefatura del entonces Departamento del Distrito Federal, aceptó ser secretario de Relaciones Exteriores y, luego, en un acto patriota e incluso sin cobrar un centavo –al menos eso fue lo que dijo– se fue de comisionado por la paz y la reconciliación en Chiapas.
Marcelo siguió a Manuel Camacho y, de priista distinguido pasó a ser lopezobradorista destacado que negoció en dos ocasiones con Andrés Manuel y, en la tercera, volvió a “perder”.
¿Se va de Morena? Ni él ni la senadora Malú Micher se atrevieron a citar la palabra clave de su futuro mediato: renuncia.
Aunque el pulcro Gerardo Fernández Noroña aseguró que Marcelo dejará a Morena y terminará uniéndose a la derecha mexicana.
Incluso, cual oficioso gatillero, en su cuenta de ex twitter Noroña escribió:
“Sé que es mucho pedirles a quienes han apoyado a @m_ebrard que se serenen, cuando su líder está totalmente descompuesto. Pero les recuerdo que el movimiento está muy por encima de cualquier ambición personal por legítima que sea. Marcelo se equivocó y se derrotó solo”.
Lo cierto es que Marcelo ya no pertenece a ese selecto grupo que festinó el espectacular, sorprendente, apoteósico, inesperado y sui generis triunfo de la doctora Sheinbaum en esta contienda doméstica por lograr la coordinación de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, es decir, la nominación de Morena a la Presidencia de la República en el proceso electoral 2023-2024
Y ya entrados en gastos.
Veamos, señoras y señores.
Aplaudieron a Carlos Salinas, se aliaron a Ernesto Zedillo y le ovacionaron cuando declaró la “sana distancia” de su gobierno con el PRI tanto que Pancho Labastida Ochoa declaró que le ganó Ernesto Zedillo, no Vicente Fox.
Y sí, corearon las gracejadas de Vicente y se unieron al coro fácil –Luis Echeverría dixit—y descalificaron e insultaron a Felipe; Andrés Manuel y sus huestes lo llamaron “presidente espurio” y pregonaron su presunto alcoholismo. Denostaron, incluso, a la esposa de Enrique Peña Nieto y a las hijas mayores de ambos.
Hoy, el culto lingüista Gerardo Fernández Noroña, diputado federal del PT, no pierde oportunidad para insultar a Felipe. Le dice “comandante Borolas” y otros etcéteras, cual experto en poner apodos.
Y no pasa nada y en las sesiones de las cámaras de Senadores y de Diputados la diatriba es alimento del debate y nadie se espanta por el rosario de insultos y palabras altisonantes; las buenas conciencias quizá se persignan en privado.
¡Ah!, pero se santiguan cuando escuchan decir a Xóchitl Gálvez que, de llegar a la Presidencia, en su equipo no admitirá ni rateros ni huevones ni pendejos.
Y qué del licenciado Andrés Manuel López Obrador cuyo deporte cotidiano es el insulto y la descalificación.
¡Ah!, pero lea usted su explicación:
“(…) Entonces estoy escuchando lo que dicen de cómo quieren regresar con lo mismo, nada más que pues no, no les veo futuro, no creo que la gente vuelva a los tiempos de la corrupción, el influyentismo, del contubernio entre el poder económico y poder político. Y, además, no cualquiera puede gobernar el país.
“Y lo que estoy viendo no es suficiente para lo que se necesita. México y su pueblo merecen un mejor destino, no cualquiera. ¿Nada más que porque dice groserías? No.
“¿Y el conocimiento del país? ¿Y el conocimiento de la historia? ¿Y, sobre todo, las convicciones y el amor al pueblo? ¿Dónde está eso?
“Ya no es el tiempo en que los medios introducían al mercado a cualquier persona como se introduce un producto chatarra, un detergente con mucha publicidad, no, ya no es así, no es cualquier cosa”.
¡Ay, la grosería!
Dirá que es pueril abordar el tema, pero durante casi cinco años usted ha escuchado y leído los dichos de Su Alteza Serenísima.
¿A qué sabe una mentada de madre?
¿Cómo entender a la negativa presidencial de escuchar a las madres que escarban terrenos del crimen y el terror en busca de sus hijas, hijos, maridos, parientes desaparecidos?
¿Cuánto implica la grosería de desaparecer a las escuelas de tiempo completo?
¿Cuánta grosería hay en el abandono a su suerte, frente al crimen organizado, a pueblos de Tierra Caliente, en Michoacán, y en la Montaña de Guerrero y en Veracruz y Zacatecas con la ñoña letanía de abrazos, no balazos?
¿No es una falta de atención y respeto mentir acerca de la crisis en el sector salud?
Seamos serios.
Es grosera la forma de dizque elegir a la candidata presidencial de Morena. Es grosero engañar al pueblo bueno con paliativos que mañana lo volverán a la realidad sumida en la pobreza que linda en la miseria.
Y tanta forma grosera de gobernar de esta 4T. Usted súmele, no errará. Porque…
¡Miéntenles la madre, que también duele!, ordenó mi generala María Félix a su ayudante Ignacio López Tarso en aquella película –La Cucaracha– cuando se agotó el parque a los revolucionarios frente a los federales. ¡Vaya grosería! ¡Recáspita, Drakko! Digo.
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