GREGORIO ORTEGA MOLINA
*Constato que es verdad eso de que los índices econométricos son usados de acuerdo a las necesidades políticas. La pobreza ahí está, nos observa con sus insaciables ojos. Estarán contentos hasta que el pueblo bueno y sabio se levante; está hasta el gorro de tantas mentiras
La duda está aquí. ¿Cumplió o no con los pobres? La información publicada indica que las actuales políticas públicas, los programas de bienestar, efectivamente redujeron los índices de pobreza. Veamos.
“La carencia de alimentación nutritiva y de calidad de la población mexicana disminuyó 4.3 puntos porcentuales en 2022 frente a 2020, cuando la limitación en la dieta por acceso tocó el punto más alto desde que se hacen mediciones, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
“De acuerdo con las estimaciones en pobreza multidimensional del año pasado, 23.4 millones de personas experimentaron limitación en el consumo de alimentos, es decir, tuvieron una dieta pobre o restringida, considerando la frecuencia de consumo y la diversidad de 12 grupos de comestibles.
“La cantidad de personas que padecieron esta carencia en 2022 representaron 18.2 por ciento, menos que dos años atrás, cuando fue de 22.5 por ciento, la cifra más alta para este indicador”.
Por otro lado, el mismo Coneval indica terribles carencias en otros ámbitos que son, también, indicadores que dan cuenta de tu situación social: ¿eres, o no, pobre? Ya no hablemos de pobreza extrema, salarial, alimentaria. Sólo términos inventados por los políticos para disfrazar sus fracasos. ¿Te sirve dejar de ser pobre, si careces de salud, si dejaste la vida en el intento? La realidad es que después de muertos y enterrados el Seguro Popular y el INSABI, el IMSS es incapaz de dar atención a todos los que necesitan ser vistos por un médico. ¿Qué pensar de una gran institución, donde ni siquiera los elevadores funcionan?
Lo cierto es que ni con tanto dinero fiscal regalado a través de los plásticos del bienestar, alcanza para cubrir la adquisición de la canasta básica, ya no digamos para darse el gusto del par de zapatos, y no de tenis, y cubrir la promesa de cargar 200 pesos en la cartera.
Hace diez años que no tengo vehículo, por razones de salud, primero. Soy usuario del transporte público, lo que veo durante mis desplazamientos desmiente al Coneval y convierte en mueca la sonrisa de éxito de AMLO. Veo más pordioseros en la calle, en las estaciones del metro; más puestos de ambulantaje, más trabajo informal y con muy bajos ingresos, además de la mala broma de la inflación subyacente.
Constato que es verdad eso de que los índices econométricos son usados de acuerdo a las necesidades políticas. La pobreza ahí está, nos observa con sus insaciables ojos. Estarán contentos hasta que el pueblo bueno y sabio se levante, está hasta el gorro de tantas mentiras.
Si se niegan a confiar en lo que afirmamos los periodistas, constátenlo a través del arte. Los mexicanos todos, incluidos el fantástico presidente de la República y su gabinete, no deben perderse dos enormes películas mexicanas, que son testimonio de lo que aquí ocurre y de lo que AMLO dejó de cumplir.
Me refiero a Ruido, dirigida por Natalia Beristain, y Noche de fuego, de Tatiana Huezo. Ya podrán ustedes decidir quién miente.
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