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MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ FARÍAS
La Manuela, dicho con picardía, es la definición de la autoexploración física, y según las reglas del albur, se aplica en la figura de otra persona, un regalo sexual…y que en política es de uso común, sobre todo en las almas abyectas. Un defenestrado aspirante a Chiapas lleva a cabo esta práctica y en una pataleta por no alcanzar el sueño de su familia recurre a la «Manuela», el gesto que busca complacer al dominante, al macho alfa que camina por palacio nacional, «si no soy yo, será la Manuela » y así, con ojos suplicantes mira al gran elector para encontrar aprobación en esta propuesta… ¿le gusta la Manuela, señor? La preparamos para que UD se sienta complacido.
Y el hombre de los elevadores fallidos, anhela esa palmadita en la espalda, esa caricia que apruebe su propuesta de Manuela… ¿qué tal su Manuela señor? Está hecha a su medida, y no, no importa que se le llame nepotismo, no, el país lo ama, y yo estoy para complacerlo, soy el que no fue, lo sé, por la corrupción que le ha llegado a ser de su conocimiento…se, señor que eso me arrancó de su gracia, pero para que olvide usted mis fallas, le propongo esta Manuela…permítame hacérsela a su medida.
Yo, el señor de los elevadores, se lo que el pueblo de Chiapas quiere, a UD lo desean, y le vamos a regalar una Manuela.
No importa el costo, que se nos vea como priistas, como un López Portillo imponiendo a su hijo, el orgullo de su nepotismo, no, no señor, aunque Peña Nieto haya impuesto a su primo Alfredo en el Estado de México, aquí es distinto…esta es su Manuela y yo estoy para complacerlo.
La Manuela es suya, está preparada para que mientras UD cierra los ojitos yo le sirva como lo que soy, un servil, un tapete, un indigno ser, que, con la conciencia llena de víctimas por mi criminal tarea al frente del IMSS, le pueda ser útil en esto de hacerle una Manuela.
Y UD que me ve y escucha, ya sabe dónde acomodar a todos los personajes… ¿se lo merecen los chiapanecos?
