TERESA GIL
Está muy difícil la situación en torno al maíz transgénico entre México y Estados Unidos y hay analistas que consideran que sería difícil vencer a empresas tansnacionales como Monsanto a las que la salud no les importa. Lo paradójico de un tratado internacional es que pase sobre la salud y la vida humanas, sin que organismos internacionales de principios jurídicos, estén pendientes. La argumentación de Estados Unidos es que los transgénicos están científicamente sanos para el consumo, y es la advertencia que manejan, frente a la visión de científicos que consideran las mezclas como terroríficas. La polémica podrá resolverse en un panel, que todavía no se ha fijado, pero la propuesta legal de México es irreversible. No se permitirá que el maíz amarillo se use para hacer tortillas. En este momento, es el que más se usa para ese comestible. La decisión del gobierno mexicano en torno a la negativa de sembrar maíz transgénico para la alimentación, no alcanza las importaciones de maíz amarillo para forraje. Pero al no entenderse se ha creado la polémica que puede llevar a México a severas sanciones. Alguna vez preguntamos si los más de cien científicos -premios Nobel- de la Academia Nacional de la Ciencia de Estados Unidos, que avalaron en un documento los alimentos transgénicos ¿Comerán en sus cenas ensaladas fusionadas con alacrán y tarántula o harán lo que muchos políticos, alardear públicamente, para en su vida privada dar rienda suelta a sus placeres tradicionales? Esos científicos y los demás que inmersos en la ciencia saben de esta inquietud de las personas comunes, se sonríen con sorna y quizá tildan de ignorantes a los que ven el asunto transgénico como algo elemental; pero aunque se burlen, la cruda realidad es esa: se están alterando organismos a partir de la fusión, cuyos efectos no están comprobados todavía. La otra parte, la de los científicos que conocen el problema y está en contra, así lo sostiene. Hay una seria metamorfosis ¿andarán por ahí en medio de esta discusión las patitas de Gregorio Samsa ya convertido en un insecto? Kafka lo creería.
AUNQUE AL PARECER HAY CONFUSIÓN, ONG PRESIONAN POR LA NEGATIVAS
Si en este momento crucial hay analistas que sostienen que será difícil vencer a las transnacionales que han hecho de los transgénicos su gran cruzada de metamorfosis por el mundo ¿que se puede hacer? México se ha negado a variar su decreto de negativa e insiste en que el maíz amarillo que se importa para el forraje, no será para tortillas. Los transgénicos han tenido avances en México, y se realiza su cultivo pese a las resoluciones normativas, mientras los verdaderos vigilantes de los cultivos tradicionales, los indígenas, insisten en la defensa de ese cultivo tradicional. En una crónica de meses atrás, hablé de la la miel de abeja, riqueza ancestral de algunas comunidades mayas, que está siendo rechazada en los principales centros importadores, Alemania sobre todo, porque dicen que está contaminada con soya transgénica. Cuba anunció desde de 2017, que cultivaría a nivel masivo maíz y soya transgénicos. Eso fue un golpe para las ONG y grupos comunitarios que se oponen en México al cultivo transgénico del maíz y de cierta manera cambia el concepto de algunos cubanos acerca de nuestro alimento ancestral, insertos ellos en el arroz chino y español. Pero conociendo la perspicacia de los científicos cubanos, su gran capacidad y la búsqueda real de mejorar la alimentación del pueblo, hay en su abierta posición, una esperanza que puede tranquilizar a los opuestos ¿Se podrán cultivar especies insufladas, sin que causen sospechas o repulsión y que realmente resuelvan el grave problema de la crisis alimentarias? Hay que estar atentos.
LA TRANSMUTACIÓN DE ESPECIES, PUEDE SER UNA METAMORFOSIS PELIGROSA
A lo largo de las décadas que lleva esta discusión sobre lo injertos y mezclas de especies, no ha quedado claro cual es el efecto futuro en el ser humano ¿Tendrá un resultado tan terrible como el ocurrido a aquel burócrata que una mañana se sorprendió al descubrir que había cambiado? La metamorfosis ( Alianza Editorial 2011, otras editoriales) es una novela corta que escribió Kafka en 1912 y que ha tenido todo tipo de interpretaciones. Gregorio Samsa despierta transformado en un monstruoso insecto y aunque sorprendido del cambio en el que no cree de inmediato, lo que realmente siente desde el punto de vista físico, es la dificultad para moverse. Sus reflexiones vuelan a la urgencia de regresar al trabajo para seguir manteniendo a una familia que al parecer está muy satisfecha de que alguien asuma su manuntención. El stress y la presión en la que se mueve un pobre viadante sujeto a la vigilancia y a la explotación, es lo que lo hace sentir un insecto, se ha dicho. Es la metáfora de un hombre desolado que está condenado a la incomprensión. La reacción de la familia es, no obstante, controvertida. A su sorpresa, horror y miedo del principio, aparece una resignación un tanto abusiva de lidiar con un insecto y la propia y querida hermana expresa su deseo de que desaparezca, que muera para que no siga estorbando; es una de las ideas de Kafka sobre la familia expresada en otras de sus obras. Los deseos de la hermana se cumplen sin que haya un verdadero auxilio para el pobre Gregorio y el relato se desliza hacia la esperanza, ya que una vez desaparecido el insecto -¿lo habrá utilizado Monsanto?-, las intenciones se centran en casar bien a la bella muchacha y desde luego, vivir de un yerno rico. En la lógica del escritor checo, -fallecido a los 40 años en 1924, después de haber dado a la luz pública obras como El proceso– acerca de un comportamiento común y corriente y muy propio de la miseria humana, la verdad es que hay poco de kafkiano.