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MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ FARÍAS
A un mes de que la chamacada de primaria y secu regrese a clases, los libros de texto, aún gratuitos, sufren una disputa legal por sus contenidos.
Criticados por ser una biblia adoctrinante, es que diversas organizaciones como la de padres de familia han recurrido a los amparos. Los libros en bodegas, corren el riesgo de terminar como envoltorios para bisteces.
En una rápida revisada, observamos que, efectivamente, estos materiales adelgazaron materias como matemáticas y se acentúan en rubros como el de la democracia. O sea, todos a votar, pero después habrá bronca para sumar o restar votos, todo porque a algún genio en la SEP se le ocurrió machetear a Pitágoras .
Sin caer en los extremos, debo reconocer que la semilla de la democracia sembrada en los libros de texto no es del todo mala, pues en México nos ha llevado mucho tiempo entender las reglas de ese juego, mismo que debería traducirse en el respeto a la voluntad de las mayorías o el potencial que hay detrás de un auténtico estado de derecho, comenzando por la participación ciudadana en tareas que hasta el momento son exclusiva de una bola de políticos corruptos.
Enseñar a nuestros hijos que el futuro puede ser diferente por la vía de la inclusión, de la tolerancia, de la rendición de cuentas, como resultado de un sano cuerpo demócrata y que es posible crecer con esas nuevas vitaminas para abrirles un México más justo, sin el monopolio de las decisiones nacionales.
Las y los niños deben crecer con una mentalidad diferente, abierta y sin las cadenas del secuestrador sexenal en turno.
El ser nacional se divide en dos, los que hacen las cosas y los que no, esto incluye a la democracia. Unos votan, otros no. Unos leen otros no, unos se informan otros no, unos se molestan en pensar y otros, “otros ven la casa de los famosos» o babean con las redes sociales, creyendo que esa es la fuente del conocimiento.
El que en la primaria o secundaria se empujen discusiones sobre participación y democracia es bueno, claro está que todo sería mejor si en la inercia se involucran los padres de familia, muchos de los cuales muestran conductas de zombis, sino es que salvajes cuando se les pide que opinen de política…y que sean los niños los que obliguen a este tipo de debates en el hogar, es ya un avance.
En conclusión, debemos todos, no solo los estudiantes, todos, aprender a decidir, hacerlo informados, sin miedo, sin perezas, sin rencor…solo así, el país pondría un pie en el siguiente escalón, uno en dónde no se nos vea la cara de idiotas cada sexenio.
