“A partir de cierto punto no hay retorno.
Ese es el punto que hay que alcanzar”.
Franz Kafka
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ / @arturosuarez
López Obrador es un gran publicista, maneja a la perfección la campaña política, desde antes del año 2000 se construyó una imagen de pobreza que fue alimentando poco a poco y que contrastaba con los políticos de la época que se movían con prepotencia, no ocultaban lo que eran ni sus extravagantes gustos que rayaban en lo obsceno con cargo al erario ante un pueblo en su mayoría pobre, eso lo ha utilizado muy bien el presidente que sirvió para moderar a varios de sus funcionarios por el discurso de la “austeridad republicana” o la “pobreza franciscana”, bueno por lo menos en público, aunque hay varios a los que no les queda.
Difícilmente habrá segunda parte en el uso de ese discurso, nadie de “las corcholatas” puede adoptarlo porque no se les cree que solo tengan 200 pesos en su cartera y un detente para hacer campaña, para recorrer el país se necesitan recursos porque todo eso cuesta, gasolina, casetas, comida, hospedaje para ellos y los acompañantes, además de las movilizaciones para llenarles plazas públicas, ellos no son López Obrador con su perfil de mesías, se parecen más a los del pasado.
No porque se viaje en líneas aéreas un gobierno se vuelve austero, ni porque cuide el gasto los convierte en eficiente, en el caso de la 4T es únicamente mercadotecnia para el pueblo bueno, al que López ha nombrado como mascotas. Aquello de que el presidente se mueve en un modesto Jetta quedó en el pasado y quizá en la Ciudad de México lo pueda hacer, pero fuera se transporta en camionetas de lujo y algunas blindadas, que bueno porque es el presidente y su seguridad es prioridad. Ya hasta le hicieron su cuenta de cuánto nos cuesta su manutención en Palacio Nacional y si bien no se compara con los anteriores tampoco es tan barato como lo pintan.
Pero regresemos al tema, en lo que va del sexenio se han detonado varios escándalos de sus cercanos como el de “la casa gris” de su hijo, las propiedades de Irma Eréndira y John Ackerman, las de Manuel Bartlett, los viajes de Ana Gabriela Guevara, las camionetas de Rocío Nahle, los viajes de Luis Cresencio Sandoval, algunos lugares que frecuentan los del gabinete que un ciudadano de a pie no puede pagar porque evidentemente tiene otras prioridades. Estimado lector, permítame insistir, no hay de que avergonzarse si en pagado con el sudor de su frente, es esa doble moral con la que navegan los defensores de los pobres.
Aquí se lo he dicho, a Marcelo Ebrard Casaubón no se le puede creer que solo tiene un par de zapatos o unos cuantos trajes como el Pejelagarto, a Marcelo le gustan los negocios, los buenos lugares, los viajes, la buena vida, no por nada cuando se autoexilió por aquello de las malditas dudas en la construcción de la Línea 12 del Metro, se fue a vivir a una de las ciudades más caras de Europa como es París. En un video donde Ebrard está departiendo y hablando con López Obrador se le mira nervioso intentando cubrir su carísimo reloj, pero los cibernautas lo descubrieron y se volvió tendencia.
Hace unos días le tocó el turno al ex secretario de Gobernación, Adán Augusto López portaba relojes millonarios, uno de 68 mil 500 pesos y el otro de un millón 200 mil pesotes, al otro tabasqueño tampoco le queda el discurso de “la austeridad”. Lo único que atinó a decir el aspirante a defensor de la 4T o como quiera que se llame la candidatura aquella, fue a nombrar como “gatillero a sueldo” al reportero que dio a conocer la información.
Los otros no cantan mal las rancheras como la doctora Claudia Sheinbaum por más garnachas que coma en fondas como su mentor, tampoco es creíble para Noroña y su discurso socialistoide jugando en los casinos de las Vegas, ni de Manuel Velasco o Ricardo Monreal que llevan años de funcionarios públicos.
Aquello de la austeridad republicana fue solo mercadotecnia aplicada al problema de la pobreza, ni cuidaron el gasto, ni fueron eficientes, el número de pobres aumentó y así nos prometen continuidad… Pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.