ISABEL ORTEGA MORALES
Chilpancingo, Guerrero. Ariadna bajó sonriente de la camioneta cerca de las instalaciones del INPI, Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, era evidente que venía contenta. Se le acercó un grupo de varones que le extendieron hojas con solicitudes diversas. Ella los escuchó. A su lado permaneció, también sonriente, el Delegado de Programas Federales, Iván Hernández y un poco atrás el Delegado de la Montaña Julio Bazán, familiar de Othón Salazar quien prometió hacer la montaña roja, en relación al comunismo, pero no logró más allá de Alcozauca a pesar del gran apoyo y presencia en esta región de miembros del partido Comunista y de la izquierda de ese momento…
Rosario caminó con paso fuerte, levantó la mano para saludar y sonrió. A su lado caminaba Ramón Sosamontes, su amigo personal, su compañero de lucha y su Jefe de Oficina. Visitaban la montaña, en una reunión de gran presencia ciudadana que duró más de dos horas.
Ariadna levantó la tarjeta del Bienestar y les explicó a las y los asistentes que con ese plástico, en ese espacio donde se realizaban la toma de protesta de las y los integrantes, la sede del Banco del Bienestar, podrían cobrar los depósitos que les hacía el gobierno sin tener que acudir a ninguna sucursal bancaria más.
En ese 2014 Rosario jugó un papel importante para la ruta del cierre del gobierno que empujado por la presión política que vivía el estado de Guerrero por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa parecía que el fuego consumiría la entidad con 41 ayuntamientos tomados, el de Tlapa entre ellos, como el de la Capital, Chilpancingo. Tomó el curriculum, caminó y su rítmico taconeo se alejó y nos dejaba suspendidos sobre lo que sucedería los siguientes minutos, y días. “Si protesto” dijo Rogelio Ortega Martínez, con quien días antes nos tomamos un café en ese Sanborns que ya cerró, como otros más.
Ariadna caminaba sobre unos tenis color crema. Vestía pantalón de mezclilla y blusa oscura a flores. Un maquillaje discreto. Mirada suave
Rosario caminó en la montaña sobre unos mocasines. Vestía pantalón de mezclilla y blusa blanca. Maquillaje discreto resaltado los labios. Con mirada directa observando todo y a todas y todos.
Ariadna insistía en que “amor con amor” y resaltaba el amor del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador hacia la montaña y con voz suave les recordaba el tipo de programas y pensiones que recibían, así como los montos y la justicia social que representaba… ahora corresponder.
Rosario casi se instaló en Guerrero para atender la emergencia que representó Ingrid y Manuel, y con mano enérgica mantuvo reuniones maratónicas para que se cumplieran los compromisos del Presidente Enrique Peña Nieto.
Ariadna y Rosario tienen algo en común, conocen a Andrés Manuel López Obrador. Ambas han estado cerca de él. Pero las posiciones políticas son de diferente esencia. Rosario viene de la lucha feminista, de la dirigencia partidista, de la toma de decisiones que, normalmente generan polémica. Ariadna se sumó al movimiento de MORENA.
Ahí, escuchando a Ariadna, en el mismo cargo, con diferente nombre obvio, ahora del Bienestar antes SEDESOL, pasó el recuerdo de una etapa que llevó a Rosario, estar privada de la libertad, y me preguntaba ¿cuál será el destino de Ariadna después de AMLO?