MARÍA MANUELA DE LA ROSA A. A más de un año de la invasión de Rusia a Ucrania la guerra ha tomado un rumbo indefinido. Rusia calculó que apoderarse de su vecino sería fácil y rápido, pero no ha sido así y Occidente no lo ha permitido y sus socios poco o han hecho, más allá de mantenerse en silencio. Pero Putin no sólo se ha visto solo en esta guerra, sino que los frentes se multiplican, por dentro y por fuera; así que esta guerra de desgaste, si bien ha logrado destruir a Urania, también merma la cohesión al interior de Rusia, que no sólo pierde renombre como potencia ante un enemigo débil, sino autoridad frente a los países satélite, sus socios y las repercusiones políticas, económicas, sociales y geoestratégicas vienen en bloque.
Un mercenario se vende al mejor postor
Vladimir Putin ha puesto toda su confianza en la intervención del sanguinario grupo Wagner, mercenarios al servicio de Yevgeny Prigozhin, un personaje de los más allegados a la cúpula del Kremlin, que gracias a sus trabajos sucios ha logrado una de las más grandes fortunas de Rusia. El grupo Wagner ha intervenido en Siria, Libia, Sudán y la República Centroafricana para defender los intereses rusos y ahora en Ucrania ha jugado un papel destacado, llevando mercenarios no sólo rusos, sino de África y últimamente, como el mismo Prigozhin lo ha declarado, reclutó 50,000 reclusos de las cárceles rusas. Pero no obstante de jactarse de su gran capacidad defensiva, se ha estado quejando de la falta de suministros, de las muchas bajas sufridas en la guerra que suman más de 20 mil y sobre todo ha estado atacando a los altos mandos del ejército ruso, en un intento claro por influir directamente en los nombramientos de los comandantes militares, por lo que seguramente aspira a ser nombrado el jefe de las tropas regulares. Para cualquier militar, algo ofensivo.
Se sabe que el ejército ruso tiene grandes carencias, sobre todo por la corrupción que impera, pero no obstante su inoperancia en la guerra y las dudas que ha dejado, sobre todo por considerarse uno de los más numerosos del mundo, sus efectivos no han sido suficientes y se ha tenido que recurrir al reclutamiento forzoso. Aún así, existe una gran diferencia entre un ejército profesional y un mercenario, no sólo por la preparación diametralmente opuesta que tienen, sino por la disciplina y los valores que en todo soldado se inculcan.
Otro de los grandes errores de Putin es el haber privilegiado la “amistad” de un mercenario que ahora exhibe las debilidades de su país, anuncia una posible revolución en Rusia y traiciona a su ejército. El presidente ruso olvida que los mercenarios no tienen bandera y el dinero es su dios.
La autoridad moral cuenta en la guerra.
Un hecho que llamó la atención, aunque no fue muy difundido sucedió en estos días. Un grupo de combatientes rusos disidentes atravesaron la frontera y aparecieron en Ucrania llevando consigo como botín de guerra un vehículo blindado ruso, después de que durante dos días estuvieron disparando contra ciudades rusas en la zona de Belgorod. Se trata de miembros de la Legión Libertad para Rusia y el Cuerpo de Voluntarios Rusos, ciudadanos rusos que se han opuesto a la guerra con Ucrania e incluso se han incorporado como voluntarios en las fuerzas de seguridad ucranianas.
Y ya en una de sus declaraciones, el jefe del grupo Wagner advirtió que los combatientes rusos podrían rebelarse ante las actuales circunstancias e incluso llegar a Moscú. Por su parte, Ucrania se deslindó de esto.
La advertencia de Prigozhin no es del todo descabellada, pues no sólo los ciudadanos rusos prácticamente han salido huyendo del país para evitar ser reclutados, porque no están de acuerdo con la guerra. También las principales figuras de la cultura han reiterado su rechazo a los ataques contra Ucrania, personajes que gozan de prestigio y autoridad moral, como cantantes, escritores, pianistas, novelistas, tenistas, etc., quienes han lanzado fuertes expresiones contra los agresores como estas: “criminales sedientos de sangre”, “sólo alguien con un trastorno psicológico puede amenazar con ir a la guerra”. Y se han publicado manifiestos con miles de firmas para terminar con la invasión a Ucrania, lo que ha generado una ola de represión por parte de la policía moscovita.
El domingo 20 de mayo la policía rusa sofocó brutalmente a un grupo de manifestantes contra la guerra; y esta no ha sido la única. El descontento cada día es más notable. Aunque todavía hay mucho control de los medios de comunicación por parte del Kremlin, para evitar que esta información trascienda.
No es la primera vez que ocurren este tipo de protestas. En el 2019 los ciudadanos rusos se manifestaron en contra de la brutal represión en Chechenia, que fue considerada como terrorismo por la comunidad internacional; en 1991 más de 100 mil personas se congregaron en la plaza Manézhnaya de Moscú para denunciar el ataque militar a Lituania. Las protestas contra actos injustos del gobierno han sido la constante, sólo que el control de los medios ha impedido que esta información se difunda.
La iglesia Ortodoxa, un tema poco mencionado.
Desde un principio el jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kirill, Patriarca de Moscú y de Todas las Rusias, título del máximo representante de la Iglesia Ortodoxa, ha apoyado de manera decisiva a Vladimir Putin, quien siempre ha tratado de manejar una imagen de hombre religioso, situación que ha puesto en entredicho a la cúpula eclesiástica ya que a todas luces esta guerra va contra todo principio del Derecho Internacional y de ninguna manera se justifica una guerra sólo con fines de apoderarse de una nación soberana, a la que Kirill considera parte de su territorio. Y es que, en efecto, la Iglesia Ortodoxa de Ucrania depende de Kirill y es muy importante, ya que haciendo un símil, Ucrania es lo que Jerusalén para los cristianos, ya que fue en Ucrania donde surgió, cristianizándose en Kiev en el año 988 con la conversión y el bautizo de Vladimir I de Kiev, durante el Imperio Bizantino.
La Iglesia Ortodoxa Rusa es la mayor de las iglesias ortodoxas del mundo y cuenta con unos 150 millones de fieles; y es la segunda, después de la católica, en cuanto al número de feligreses. Mantiene el rito bizantino y de su gobierno eclesiástico dependen no sólo Ucrania, sino Bielorrusia, Kazajistán Azerbaiyán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguistán, Letonia y Lituania. Kirill no tenía nada que ganar, puesto que Ucrania forma arte de sus territorios, por lo que así como Putin, calculó mal, pues el desprestigio se cierne también sobre su testa.
El pasado 21 de mayo el Papa Francisco anunció el envío de una misión de paz a Ucrania, bajo la dirección del Cardenal Matteo Zuppi, Arzobispo de Bolonia y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, con la encomienda de disminuir las tensiones en el conflicto, con miras a abrir caminos a la paz, aunque no se señalaron los tiempos de la misión ni sus modalidades. El Arzobispo Zuppi tiene larga experiencia en mediaciones internacionales, habiendo participado en el proceso de paz en Mozambique en 1992 y también en el proceso de desarme del grupo separatista ETA en España. Esta misión fue anunciada desde principios de mes durante la visita del Santo Padre a Hungría.
Los otros conflictos de Rusia
Motivado por su posición de país hegemónico, Rusia mantiene su presencia en diversas guerras, en países considerados su zona de influencia, en donde debido a la guerra en Ucrania ha desactivado momentáneamente, aunque presiona a Occidente con los conflictos de Georgia, Moldavia, Dombás, Siria y Nagorno-Karabaj, legalmente de Azerbaiyán, pero de facto y disputada por la República de Artsaj, en la zona de Transcaucasia.
En Georgia inició una ofensiva en el 2008 con el apoyo de las repúblicas de Osetia del Sur y Abjasia. Este conflicto se conoció como el de los Cinco Días, puesto que las tropas rusas entraron y arrasaron con todo lo que encontraron a su paso en ese lapso, hecho que los georgianos no olvidan y con motivo de la invasión a Ucrania han solicitado su ingreso a la Unión Europea para protegerse de una nueva invasión.
En Transnistria, entre Ucrania y Moldavia, se encuentran unas 20 mil toneladas de armamento ruso desde la Guerra Fría y se encuentran acantonados unos 2,000 efectivos de las tropas rusas. Y aunque este país mantiene los valores de la Rusia soviética y puede fungir como intermediario para un ataque ruso a Moldavia, en las últimas semanas se han registrado una serie de ataques terroristas que podrían cambiar el escenario de su estratégica posición.
En Dombás, donde se ha concentrado gran parte de la fuerza rusa para supuestamente proteger a la población prorrusa, no puede soslayarse que fue precisamente esta zona donde surgieron las revueltas del Euromaidán, o europlaza, que provocaron la caída del último presidente prorruso, Viktor Yanukoivh, a partir de la represión de manifestantes con armas de fuego.
El conflicto en Siria donde Rusia apoya al presidente Bashar al Asad, donde las tropas rusas acostumbran realizar maniobras para disuadir a los países bálticos como Estonia, Lituania, Letonia y Polonia, donde se han dado incursiones de la Fuerza Aérea Rusa con cazas, que han llegado incluso a Suecia y Dinamarca. Rusia sin duda cosecha el resultado de sus provocaciones.
Debido a los enfrentamientos entre Armenia y Azerbaiyán, Rusia ha mantenido su influencia, en donde Putin tiene especial interés en mantener el control, pero las tensiones han ido en aumento y mientras Rusia se mantenga enfocada en Ucrania, podría perder su dominio y por consiguiente debilitar su posición geoestratégica.
Occidente no para.
Este miércoles 24 de mayo el mayor buque de guerra jamás construido, el portaviones norteamericano USS Gerald Ford, llegó a Oslo, Noruega para hacer una escala, lo cual provocó la protesta de Rusia. La embarcación tiene más de 100 mil toneladas y 337 metros de eslora, es un portaviones de propulsión nuclear de nueva generación.
Llegó a Oslo con su escolta para participar en unos ejercicios militares, posiblemente hasta el Ártico, lo que el ejército noruego consideró una oportunidad para establecer una cooperación con su aliado principal y en repuesta a la protesta rusa, considera que tal exhibición de fuerza no reviste significado alguno dado que Rusia no plantea ninguna amenaza militar directa a Noruega; comparte una frontera terrestre con Rusia de 198 kilómetros en el Gran Norte y una larga frontera en el Mar de Barents. Lo cierto es que la presencia de tal embarcación de guerra no es casual y Rusia sabe perfectamente que Europa tiene perfecta coordinación con Estados Unidos y en la guerra todo se vale.
Para Rusia la guerra cada día representa un desafío más.