FERNANDO IRALA. En un gobierno que nos legará decenas, cientos de frases que muestran su desprecio por la ley, por el conocimiento, por la sociedad y por todos quienes no se ven como súbditos de ya saben quién, sin duda la expresión que ha aportado Ana Gabriela Guevara a la jerga de la 4T descuella por su soberbia y grosería.
“Por mí que vendan calzones”, les dijo a las nadadoras ganadoras del oro en Egipto, luego de que éstas denunciaran la falta de apoyo gubernamental, y que habían tenido hasta que vender trajes de baño para financiar su participación.
Si hay algún sector en México, en el que la corrupción ha estado presente a lo largo de décadas, ese ha sido el deporte. Siempre se ha sabido que directivos y funcionarios de asociaciones y federaciones deportivas aprovechan los apoyos oficiales para enriquecerse, viajar y disfrutar la vida, en vez de apoyar con suficiencia a las jóvenes figuras para potenciar su desempeño.
Pero, como en todas las esferas del quehacer público, el actual gobierno en vez de limpiar los establos los ha ensuciado aún más, ha vuelto un caos la administración y ha llegado a un nivel más bajo; sobre la negación de apoyos económicos, ahora la señora Guevara ha agregado el insulto, la burla, la expresión soez. Por supuesto, a cambio ha recibido el respaldo desde Palacio Nacional, que sólo apoya a beisbolistas y nadamás gasta en sus elefantes blancos.
La gente necesitada de apoyos ya sabe la respuesta. Vendan calzones. No sólo los deportistas, las madres que ya no tienen guarderías para sus hijos pequeños o escuelas de tiempo completo, los niños con cáncer, los enfermos sin seguridad social, que ahora ya no tienen ni seguro popular ni Insabi, o los que sí tienen seguridad social pero en sus clínicas no hay medicinas ni equipos ni insumos químicos. O los estudiantes de excelencia que esperaban apoyos para estudiar en el extranjero, o los académicos graduados fuera, que ahora son mal vistos porque deben ser neoliberales. O las mujeres que exigen igualdad y seguridad. O los millones de pobres que se han agregado en estos años a las estadísticas oficiales.
A la tragedia se ha añadido el cinismo y la majadería.