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FERNANDO IRALA, El premio recibido por la ministra Norma Piña, este domingo en Marruecos, es tan simbólico como oportuno.
La titular de la Suprema Corte de Justicia recibió de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas, que agrupa a más de diez mil afiliadas en 143 países de todos los continentes, el Premio Derechos Humanos 2023, el cual se otorga, dice la información oficial, “por el compromiso asumido para asegurar la implementación de principios de derechos humanos y otros referentes significantes para avanzar en la justicia para mujeres, niñas, niños y familias”.
En México tenemos muchos motivos para enorgullecernos de la señora Piña. Es la primera mujer elegida por sus pares como presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Le han tocado tiempos difíciles, tal vez los más difíciles para un ministro por lo menos en lo que va del siglo. Ser juez siempre es complicado, sus fallos siempre tendrán el desacuerdo de la parte perdedora.
Pero a la ministra presidenta le ha tocado enfrentar a un Presidente de la República al que no se le puede venir con el cuento de que la ley es la ley; mucho menos con aquello de que la Corte es el máximo tribunal del país y que sus fallos son inapelables.
De ahí que las decisiones judiciales que han impedido el atropello de la Constitución que pretenden ya saben quién y sus huestes, le han valido a los ministros en general y a la señora Piña en particular, el embate que empieza en las mañaneras y se extiende con unos cuantos locos embravecidos hasta las puertas de acceso a la Corte.
Es de lógica simple que cuando los jueces son asediados, además de los riesgos personales que no deberían sufrir, es la justicia como un bien colectivo la principal víctima.
En estos tiempos oscuros, de destrucción, muerte e impunidad, es por demás gratificante que las mujeres juzgadoras de todo el mundo premien y arropen a la titular de la Corte mexicana.
En sentido contrario, se han equivocado en Palacio Nacional al comparar el galardón con los que se consiguen en Santo Domingo. Yerran. Es otra ministra la que ha exhibido credenciales chafas.
