MIRADA VIOLETA/ 10 de mayo y la exaltación de la maternidad

GUADALUPE RAMOS PONCE (SemMéxico, Guadalajara, Jalisco). En México, el 10 de mayo se conmemora a las mujeres que son madres. Sin embargo, en los últimos años se ha cuestionado su origen y objetivo.

De acuerdo con diversas investigadoras, el segundo congreso feminista celebrado en 1916 en Yucatán, fue el detonante para que grupos conservadores impulsaran en contraposición a éste, la creación de un día para la exaltación de la maternidad.

El 10 de mayo como el día oficial para consagrar a las madres mexicanas no fue institucionalizado en México casualmente, al contrario, surgió como una forma de control sobre el cuerpo de las mujeres. El 13 de abril de 1922 el periódico Excélsior lanzó una convocatoria pública con el pretexto de instituir un día para celebrar a las madres mexicanas. Sin embargo, de acuerdo con la investigadora Susana Vargas Cervantes, muestra que esta iniciativa de celebración fue más bien un pretexto para contrarrestar las demandas sobre maternidad que reclamaban las primeras mujeres feministas en el México de los años veinte. Del 13 al 16 de enero de 1916, 617 mujeres asistieron al congreso de Yucatán, en pleno periodo de la Revolución mexicana y discutieron la relación de las mujeres con la educación, el Estado y las artes, entre otros temas. Entre sus demandas estaba el sufragio femenino, así como educación sexual para ambos sexos. Desde entonces comenzaron a circular folletos informativos sobre métodos para evitar la concepción. Estas feministas se resistían, lo mismo que las actuales, por ejemplo, al control del gobierno sobre la maternidad, sobre el propio cuerpo. El congreso feminista de 1916 se rebeló ante la imagen de mujer/madre abnegada. Que las mujeres pudieran educarse sexualmente, divorciarse, y controlar si querían o no tener hijos y cuándo, o simplemente tener sexo sin procrear, fue una amenaza tan grande para los conservadores que el periódico Excélsior lanzó la campaña para crear un día de la madre el mismo mes en que la Virgen de Guadalupe fue proclamada en 1737 la madre de México, la “patrona de México”. Así, la maternidad se convirtió no sólo en una función social, sino sobre todo en un rol sagrado para las mujeres mexicanas.

El entonces secretario de Educación Pública, el licenciado José Vasconcelos, acogió el proyecto proclamado por el Excélsior y ofreció su ayuda “moral efectiva para que primero la niñez escolar del país (sea) la que rinda homenaje a las santas y abnegadas mujeres que han contribuido a la prolongación de la familia mexicana, con su noble y alto ejercicio de las funciones de la maternidad”.De esta forma, cien años después, siguen llevándose a cabo festivales para el Día de la Madre en todas las escuelas de la república. En 1922, el arzobispo de México legitimó la campaña del Excélsior: la Iglesia católica retomó la imagen de la madre abnegada y, como lo señala Marta Acevedo, “[hizo] un culto a la mujer cuya identidad sexual se sublima, pues su único interés será procrear y su sola función consistirá en ser receptáculo de los sentimientos que expresan los demás, no ella”.

Después del éxito del lanzamiento de la convocatoria al Día de la Madre en 1922, con el apoyo del secretario de Educación Pública y la Iglesia católica, el Excélsior continuó su labor para enaltecer a la mujer mexicana con el rol de madre abnegada. En 1932 llamó a todos los hijos “a manifestar su amor filial” por las madres y crear “un monumento de ternura a la que nos dio el ser”, un monumento en honor a las madres, las que “ejercen el más sublime sacrificio”. En 1944 el entonces presidente Manuel Ávila Camacho puso la primera piedra del monumento. Después de ganar un certamen convocado por el mismo Excélsior en 1948, José Villagrán García se encargó del proyecto arquitectónico y Luis Ortiz Monasterio, de las esculturas. Y finalmente el 10 de mayo de 1949 el presidente Miguel Alemán Valdés inauguró el Monumento a la madre. Los fundadores del Excélsior, Manuel Becerra Acosta y el periodista Rafael Alducin se dieron a la tarea por más de cuarenta años consecutivos de afianzar el culto a la madre. Su periódico creó el premio a la madre más prolífica; en 1953 el premio a la madre viuda que con más sacrificios educó ejemplarmente a sus hijos; en 1959, a las madres solitarias, y en 1967 se premia a la madre más ejemplar. En 1968 con la muerte de Manuel Becerra Acosta se acaban los festivales y premios.

Marcela Lagarde, en su tesis doctoral titulada “Cautiverios de las mujeres”, señala que la fase de la “madresposa” elimina la individualidad de la mujer que no se puede ver fuera del servilismo a los otros, por imposición o adoptando el rol en el trabajo de cuidado que se espera ella realice.

Comencemos pues a desmitificar la maternidad con un nuevo sistema de cuidados responsables y compartidos, pero, sobre todo, con el reconocimiento pleno de las mujeres en su autonomía sexual y reproductiva para decidir ser madres o no.

Dra. María Guadalupe Ramos Ponce

Vicecoordinadora de CLADEM en México

Profesora Investigadora de la UdeG.

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