*Por lo pronto debe recordar que la inclusión y el feminismo están a la moda, y hacer notar a los medios, a quienes diseñan sus redes sociales, que él es Enrique de la Madrid Cordero, porque además así honra la memoria de su madre
GREGORIO ORTEGA MOLINA. El momento es oportuno, los tiempos legales y políticos, además de las exigencias que buena parte de la sociedad expresa, al considerar que es apremiante el cambio de modelo de gobierno, el modo de convocar desde la diatriba y el encono; lo que hoy sucede en México favorece que observemos con detenimiento la imagen y el futuro que Enrique de la Madrid Cordero ofrecen.
Es tan grande el deseo de que el actual mandatario se vaya a su rancho, en Palenque, que puede caerse en precipitaciones y olvidos, y reducir o acotar la comunicación a las redes sociales, a Internet y tiempo real, pues nada es más efectivo que ver a los ojos a los interlocutores, escuchar con detenimiento sus quejas y peticiones, verlos y dejarse ver, como ya lo hace de la Madrid Cordero en mercados y plazas. El contacto humano no puede desaparecer ante el uso y abuso de la comunicación cibernética e instantánea.
Las pantallas deben ocupar su lugar: ser el vehículo del resultado del contacto humano. Las teclas y los “like” no sustituyen a las manos que se aprietan, tocándose unas a otras.
El tiempo real, la divulgación instantánea de lo que él hace en vivo y a todo color, corresponde a los estrategas, para sobredimensionar su proselitismo social y político al modo tradicional, como uso y costumbre en el quehacer en busca de votos, y así ocupar los espacios virtuales que el gobierno tiene copados, por el momento.
Para ello debe hacer más clara su imagen y puntualizar sus ideas. ¿Qué ofrece? ¿Cuál es su diagnóstico de lo urgente y la diferencia con la que puede posponerse para mañana, pero no para el año que entra? ¿Tiene claro lo que puede y debe hacerse para reconstruir al Estado y el estado de ánimo de los que serían sus gobernados?
Por lo pronto debe recordar que la inclusión y el feminismo están a la moda, y hacer notar a los medios, a quienes diseñan sus redes sociales, que él es Enrique de la Madrid Cordero, porque además así honra la memoria de su madre. Si carece del temple para eludir y responder los “agravios” proferidos por su segundo apellido, mejor que se guarde en casa.
No puede ni debe rehuir su origen, porque no todo pasado fue peor, aunque el presente que vivimos efectivamente resulta un peligro para México.
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