PALACIO/ El gozo al pozo

>> Por inservible, la 4T elimina al Instituto de Salud para el Bienestar

>> El IMSS-Bienestar deberá garantizar atención médica gratuita y universal

>> Genera muchas dudas la efectividad del nuevo programa de salud de la 4T

MARIO DÍAZ (El Diario de Matamoros). H. Matamoros, Tamaulipas. La extinción del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) y la sustitución por el IMSS-Bienestar, al margen de discusiones legislativas y partidistas, deja en claro que tal programa del gobierno de la Cuarta Transformación no logró la expectativa.

En efecto, luego del relevo del Seguro Popular instaurado durante el régimen panista, el INSABI, nacido el primero de enero de 2020 y cuya consolidación se esperaba para diciembre de ese mismo año, rápidamente enfrentó el primer obstáculo en el segundo mes de nacimiento: la pandemia del Covid 19.

De entrada, 75 mil millones de pesos del Fondo de Gastos Catastróficos o de Salud para el Bienestar fueron utilizados para la compra de vacunas y la reconversión de los hospitales públicos; $45 mil millones para el primer rubro, y $30 millones para el segundo.

Respecto a la supuesta o real corrupción en materia de compra y suministro de medicamentos, la realidad es que ese “mal fario” infectó lo mismo al Seguro Popular que al Instituto de Salud para el Bienestar.

Sin embargo, la situación hizo crisis en el INSABI luego de que el gobierno federal “rompió lanzas” con los distribuidores de medicamentos y con los laboratorios que suministraban tratamientos oncológicos, provocando, lógicamente, el desabasto en las farmacias de los hospitales públicos y la natural inconformidad de los ciudadanos enfermos.

El gobierno lopezobradorista intentó corregir el yerro recurriendo a la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos para estabilizar el abasto, aunque el esfuerzo resultó infructuoso. La autorización de compras directas al IMSS y al ISSSTE solo remediaron la mitad del problema en ambas instituciones dependientes de la Secretaría de Salud federal.

El argumento principal de la 4T para la desaparición del Seguro Popular es que “ni era seguro ni era popular”, que solo contribuyó a la corrupción, y que con el INSABI se garantizarían medicamentos, equipo y servicios a 69 millones de mexicanos y no tan solo a los 53 millones de afiliados a ese ente de salud pública nacido durante el gobierno panista.

Cabe señalar que con el Seguro Popular los gobiernos de los estados hicieron su “agosto” con la compra de medicinas para los hospitales estatales, enriqueciendo a incondicionales con la adjudicación directa y sin licitación.

Del mismo modo, con el INSABI prácticamente se benefició a los empresarios farmacéuticos del país, toda vez que, ante la escasez insumos en los centros hospitalarios públicos, se obligaba a los pacientes a adquirir los medicamentos en ese tipo de establecimientos.

No obstante, si dejar de conceder el beneficio de la duda, será por demás interesante conocer si el IMSS-Bienestar cumple la expectativa que el INSABI quedó a deber a la sociedad mexicana.

Cierto es que el presupuesto del INSABI y el apoyo de los gobiernos estatales habrán de contribuir a la meta de la 4T de garantizar la atención médica gratuita y universal a los habitantes de áreas urbanas y rurales; sin embargo, la pregunta es ¿se alcanzará el objetivo tomando en cuenta las carencias del Instituto Mexicano del Seguro Social, por lo que prácticamente está al borde de la crisis?

Es un hecho que el optimismo, estadísticas e incremento de infraestructura hospitalaria-por citar algunos ejemplos-que pregona el director general del IMSS, ZOÉ ROBLEDO ABURTO, no corresponde a la realidad que viven día a día los derechohabientes de esa institución de salud pública.

En consecuencia, no resulta temerario ni aventurado predecir que, así como el Congreso de la Unión le “dio las gracias” al Seguro Popular y al Instituto de Salud para el Bienestar, lo mismo podría hacer en un futuro no tan lejano con los buenos oficios que supuesta o realmente generará el IMSS-Bienestar.

¿Será?

DESDE EL BALCÓN:

I.-En paralelo con presupuestos, medicamentos, especialistas, equipo e infraestructura, el IMSS-Bienestar debe contemplar de manera urgente y necesaria concientizar a todo el personal (médico, administrativo, seguridad, almacén e intendencia) si es que se pretende salir avante en el nuevo reto impuesto por el gobierno de la Cuarta Transformación.

Asimismo, establecer nuevas reglas asociadas a la necesaria relación con el organismo sindical que agrupa a los trabajadores del IMSS.

No es posible que, derivado de la fuerza sindical funcionarios de menor jerarquía impongan sus criterios y no atiendan las instrucciones superiores.

Un ejemplo claro ocurre en el Hospital General de Zona No. 13 en H. Matamoros, Tamaulipas, en donde las órdenes del director JOSÉ MANUEL SILVA son cuestionadas y desatendidas por la doctora MARÍA DE LOS ÁNGELES HERNÁNDEZ GARCÍA, conocida como la “doctora de hierro”, como consecuencia del apoyo desmedido que recibe del organismo sindical.

De no eliminarse esos cotos de poder, difícilmente el titular nacional del IMSS, ZOÉ ROBLEDO, podrá entregar buenas cuentas al presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR y, en consecuencia, se vería afectado su proyecto político que intenta catapultarlo a la gubernatura del estado de Chiapas.

En calidad de mientras y a la voz de ya, el delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social en Tamaulipas, doctor FEDERICO HÉCTOR MARÍN MARTÍNEZ, tiene la palabra.

Y hasta la próxima.

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