DULCE MARÍA SAURI RIANCHO (SemMéxico, Mérida, Yucatán). Lunes y martes de la semana pasada se llevó a cabo el foro “Unidad y Gobiernos de Coalición”.
Seis organizaciones de la sociedad congregadas en Unid@s convocaron a 13 personajes de la vida política del país, con el común denominador de haber manifestado su pretensión de buscar la candidatura a la presidencia de la república y de hacerlo desde la oposición al presidente López Obrador y su movimiento Morena.
Cambio de régimen, Perspectiva constitucional, Sociedad civil, Política de seguridad pública y Política económica fueron los cinco temas cuyo enunciado principal y compromiso político es el Gobierno de coalición.
Cada una de las mesas de discusión del Foro contó con un moderador y un ponente (todos hombres) que presentó el planteamiento inicial con posturas y comentarios que motivaran la participación de la/os aspirantes-suspirantes a la presidencia de la república.
Exposiciones, comentarios y posturas críticas fueron serias e informadas. Hubo descalificaciones a los resultados del actual gobierno federal, pero ni la figura presidencial ni su desastrosa gestión se apoderaron del centro del debate.
Fue muy esperanzador escuchar los informados planteamientos de 3 mujeres y 10 hombres, tod@s ell@s con amplia experiencia política y casi todos, exfuncionarios de primer nivel en administraciones priistas, panistas y perredistas, aspirantes todos a la candidatura presidencial.
Fue también un mentís a quienes claman por la “pobreza” de candidaturas y exigen que “ya” se designe a quien encabezará a las oposiciones en la elección del próximo año.
Se trata de darle un sello especial, único, a la campaña electoral opositora comprometiéndose a gobernar juntos, en coalición. ¿Por qué afirmo que el compromiso por los gobiernos de coalición puede articular a la ciudadanía, las organizaciones sociales y a los partidos políticos en un frente común para participar electoralmente?
En primer término, porque “amarra” la aplicación de las plataformas electorales que los partidos políticos registran ante el INE con las que hacen campaña y motivan el voto de las y los ciudadanos.
Antes de la elección, el peso del compromiso es esencialmente político, pues no existe mecanismo legal alguno que obligue a adoptar el gobierno de coalición al triunfar en las urnas.
Además, las campañas de partidos y candidat@s comprometidos con este tipo de gobierno implicarán que, desde un principio, la ciudadanía sepa a ciencia cierta quiénes serían las personas encargadas de las secretarías de Gobernación, Hacienda, Trabajo, Salud, Educación, Bienestar, entre las más relevantes.
Con nombre y apellidos, harían campaña candidato/a y gabinete de coalición, de tal manera que, de triunfar y no respetar el acuerdo, el costo político a pagar sería muy elevado.
Una vez elegido/a, desde la presidencia de la república se puede activar la figura del gobierno de coalición, así lo dice la Constitución (art. 89, f. XVII).
Si bien en cualquier momento de su gobierno, el o la presidenta puede optar por un gobierno de coalición con uno o varios de los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión, en 2024 la exigencia ciudadana obligará a concretar desde un principio el gobierno de coalición.
La magnitud del compromiso se muestra en el mandato de la Constitución para que el convenio y el programa respectivos sean aprobados por mayoría de los integrantes presentes de la Cámara de Senadores.
Además, como todo acuerdo, el propio convenio establecerá las causas de la disolución del gobierno de coalición, es decir, las reglas para “divorciarse”.
Por cierto, a lo largo del periodo sexenal podría haber más de un gobierno de coalición. Como en los matrimonios, en las coaliciones se pueden romper los lazos con alguna fuerza política y luego, acordar establecerlos con otra.
A todas estas, ¿para qué le sirve a la ciudanía un gobierno de coalición? Es el mejor antídoto a la concentración del poder en la presidencia de la república y de la centralización de las decisiones en el Ejecutivo.
Recordemos que la Constitución le da plenas facultades al presidente para nombrar y remover a los secretarios de su gabinete. A nadie tiene que rendir cuentas más que a su conciencia y en alguna forma, a la opinión pública. Cuando no existe gobierno de coalición, un secretario, por ejemplo, de Salud o Educación, puede ser impreparado, imprudente, incluso corrupto, pero si su jefe el presidente de la república, lo sostiene, solo una improbable investigación de la Fiscalía General de la República podría destituirlo (está el ejemplo del actual comisionado de Migración).
Por el contrario, en un gobierno de coalición el/la presidenta no podría ni nombrar ni despedir arbitrariamente a los secretarios, porque son producto del convenio aprobado por el Senado.
Por primera vez se atemperaría el amplio poder presidencial para designar y remover a quienes integran su gabinete. Las y los secretarios obedecerían en primera instancia al programa de la coalición de cuya ejecución fueron responsabilizados, antes que al mismísimo presidente de la república.
Un gobierno de coalición beneficiaría también a las mujeres integrantes del gabinete de coalición pues tendrían plenas facultades para realizar sus funciones sin cortapisa alguna.
No más funcionarias-florero, nombradas para el cargo, pero muy distantes de ejercer las atribuciones del encargo.
Desde luego, el primer paso es ganar las elecciones a la presidencia de la república en 2024. Es posible, es urgente avanzar hacia una alternativa distinta, un proyecto de nación que brinde esperanza para un futuro diferente al de pobreza y ampliación de las brechas de todo tipo de desigualdades que parece configurarse para México, si no hacemos lo necesario para evitarlo.
Espero que Unid@s continúe su convocatoria para examinar todo sobre México y su futuro. Que invite a otros personajes, como el gobernador de Yucatán, a participar en fecha próxima. Que brinde voz y plataforma a más mujeres. ¿Qué les parecería organizar una mesa femenina sobre “El país que queremos las mujeres”?
Queda poco tiempo, aunque todavía suficiente para presentar conjuntamente agenda y aspirantes. Y luego, el salto mortal de definir el método para elegir a quien encabezará esta hazaña colectiva de vencer a Morena para ganar el futuro.
Deber ciudadano. El Diario de Yucatán cumplió con su responsabilidad de informar sobre el quebranto de salud del presidente de la república del domingo pasado. Lo hizo con prudencia y respeto a su investidura y función. Como yucateca, reconozco el ejercicio de acceso a la información que significó esta actitud en un país donde sus autoridades pretenden imponer la opacidad y el silencio.
*Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán [email protected]