ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). Una novela escrita a cuatro manos. Una historia sensible donde laten dos corazones. Personajes trazados con dos finos pinceles. Una obra literaria donde una escritora y un escritor acuerdan, coinciden, cruzan ideas, comparten perspectivas, muestran que las cuestiones de género son totalmente culturales y crean un escenario donde nos aproximamos a sucesos que pueden presentarse con respeto, sensibilidad, cariño y amor.
Su autora es entrañablemente especial para mí, me ha enseñado a leer en los aviones, por eso ya no me da tanto miedo subirme a uno de ellos. También por ella creo en la importancia de bendecir a los ingeniosos, “a los que veían la siempre continuación de los callejones sin salida, los que podían escaparse por una falsa perspectiva pintada en una pared». Me ha hecho creer que esa tragedia del incendio de la cineteca nacional, ocurrida al empezar la década de los ochenta, pudo haber ocurrido un milagro o un evento fantástico. Y es que leer los textos de ella, la escritora Ana García Bergua representa la oportunidad de sentir personajes que quizá no existen pero sus descripciones los vuelven cercanos, significa imaginar tantas historias y disfrutarlas en páginas impresas que se hacen más generosas cuando son firmadas por ella. Por ello, es sencillo interesarse y volverse fiel lectora para buscar sus novelas y cuentos para disfrutarlas: Ahí está “Fuego 20”, “Púrpura”, “Isla de bobos” y “Leer en los aviones”.
García Bergua forma parte del Sistema Nacional de Creadores desde hace veintidós años y entre los reconocimientos que ha recibido está el Premio Internacional Sor Juana Inés de la Cruz y el Premio Nacional de Narrativa de Colima 2016.
Leerla me ha permitido encontrar recovecos de la memoria de tiempos bonitos y de días difíciles, logra que rías ante su maravilloso humor e ironía, y que apuestes a que todo es posible.
Estudió Letras Francesas en la UNAM, donde por cierto conocí a su papá, Don Emilio García Riera, un hombre que quiero mucho porque fue mi maestro -la verdad fue el primer motivador para acercarme a la obra literaria de Ana- y posiblemente por ello la siento como una hermana académica. Pero, las razones para admirar van mucho más allá, su estilo es cuativador, la forma de narrar y su inspiración gozosa me han vuelto una fiel lectora de sus textos. Bienvenida Ana García Bergua al Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
El otro autor de la novela que hoy presentamos, su nombre es Alfredo Núñez Lanz, un joven escritor nacido en 1984, pero cuya trayectoria ya es admirable. Los títulos de sus obras literarias provocan de inmediato interés y prometen una lectura disfrutable: “Soy un dinosaurio”, “Veneno de Abeja” y “El Pacto de la Hoguera”, delatan un paseo maravilloso por historias inolvidable y personajes que se dan a querer.
Fue ganador del cuarto Certamen Internacional de relato breve en Cáceres, España. Ganador del premio nacional de novela histórica Ignacio Solares. Becario del Programa Jóvenes Creadores del Fonca.
Ha declarado que la obra que hoy presentamos es una mambonovela y le creo, porque al leerla siempre escuché en mi mente ese ritmo como inevitable fondo musical.
Estudió Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana, me encanta que en algunas entrevistas asegure que Waikikí nació porque después de parir uno de sus textos más recientes, tuvo una reacción tipo depresión postparto, sufrío una depresión “postparto” literario porque acababa de terminar una novela, entonces buscó a su amiga y cómplice, la escritora Ana García Bergua, a quien le propuso escribir un thriller para contrarrestar la depresión. Y entonces, se pusieron a escribir, para dar vida a esta novela escrita a cuatro manos y provocar que hoy estemos reunidos aquí para leer su obra, para aproximarnos a su creatividad y para agardecerles haber escrito un texto tan disfrutable.
Quienes ya leímos WAIKIKÍ podemos asegurar que tenemos en nuestras manos una historia deliciosa, disfrutable y que en cuanto empezamos a leerla es difícil detenerse. ¿Por qué? Son muchos detalles, pretextos y razones, pero yo solamente les compartiré tres:
La historia nos remonta de inmediato a los años cincuenta de la ciudad de México, a las películas donde Ninón Sevilla o Meche Barba, películas donde se construían y deconstruían estereotipos femeninos, al bailar con pasión en la pista, al llorar los malos amores y al sentirse bien queridas porque pese a todas las tragedias el baile las reconciliaba con la vida. Ese ambiente está en la novela, lo palpas, lo acaricias, hasta el aroma del cabaret te llega con facilidad, la música, los trajes llenos de plumas y lentejuelas. La recreación de la época es totalmente maravilloso.
Los personajes protagónicos son humanos, noy hay heroína ni tampoco galán, aunque sí una mujer valiente que pese a su delgadez no duda en querer ser bailarina y un joven provinciano que poco a poco empieza a tomar decisiones significativas que levanten su vida pese a los problemas y tragedias cotidianas. Mario y Esmeralda poco a poco se vuelven entrañables, amigos y aliados, palpamos sus miedos, pero también sus atrevimientos. Se equivocan, pero retoman a la vida por los cuernos para buscar al verdadero culpable de un crimen donde los han señalado como culpables.
¿Puede escribirse una novela entre dos personas, a cuatro manos? No les responderé pero aquí está el ejemplo. Me encantaba terminar un capítulo y jugar a adivinar si lo escribió Ana o lo redactó Alfredo. ¿Hay diferencias en la escritura por ser hombre o mujer? Es cierto, hay un estilo que nos define y nos distingue, pero otro atractivo de la novela es buscar su continudiad y su coherencia, suponer que cuando la descripción es detallada fue Ana quien lo escribió; que cuando Esmeralda es fuerte, debe ser porque Alfredo es cómplice y lo inspira la sororidad masculina. Me imaginaba a nuestros autores si platicaron el final o surgió sin que se pusieran de acuerdo, cómo decidideron los nombres y perfiles de cada personaje, coincidían siempre o defendieron a su modo la trama y los detalles de la misma. Una novela a 4 manos, es también otro buen pretexto para acercarse a esta obra que hoy les compartimos. Su estructura es retadora y disfrutable, todos y nadie pueden ser culpables, cada pefil te hace simpatizar con algunas personajes y sospechar de otros, en tanto la ciudad de México de mitad de siglo XX se desborda con sus calles, sus ritmos y hasta su música.
Abrir el libro que contiene la historia del cabaret Waikikí es toparse con el mambo y con un México que extraño, es acercarse a la prensa de la década de los cincuenta y ver lo mucho o poco que ha cambiado el periodismo nacional. Quieres a todos los personajes, pero no dejas de sospechar, de justificar o cuestionar su comportamiento y decisiones. Si bien la historia parte de un hecho real, el asesinato de una bailarina, la historia no es violenta, ni mucho menos quiero ilustrar un homicidio, más bien nos invita a ser testigos de una época, de comportamientos y enredos cotidianos, malas decisiones y contextos peligrosos, enredos provocadores que te hacen suponer a cada rato un culpable diferentes y acciones valientes que te permiten confirmar que para defenderse todo es válido, desde arriesgarse, mentir, confabularse y hasta enamorarse. WAIKIKÍ, es una novela que debe leerse con el corazón.