*Aquí dejamos de crear riqueza y estamos inmersos en sustituirla por su sucedáneo: la ilusión de ese supuesto poder adquisitivo. El súper peso hace que el dólar esté más barato que un kilo de tortilla
GREGORIO ORTEGA MOLINA. Los principios dos y tres del libro de Chomsky “caen como anillo al dedo” a la vocación de servicio y permanencia de Andrés Manuel López Obrador. Modelar la ideología y hacer el rediseño de la economía son lo suyo.
Educación y adoctrinamiento y censura a los críticos es lo que hacen desde la 4T en cuanto ganaron las elecciones. Para el líder, estamos inmersos en una renovación que purificará a los mexicanos de sus perversas necesidades de corrupción e impunidad, y para ello es que se redacta, ya, el nuevo vademécum que deberá servir de guía al magisterio nacional. Olvídense de los libros de texto gratuitos con la portada del símbolo de la patria, tal cosa no existe, debe aspirarse a la solidaridad con los pueblos hermanos de Venezuela y Cuba, como parecen mostrarlo los desvíos de Segalmex a esas naciones, puesto que lo importante es debilitar a México en su espíritu y su economía, para servir sin chistar los intereses de las minorías.
Para ello también decidió desaparecer Notimex, pues para “informar” están las mañaneras. Y ya no digamos su necesidad vital de inhabilitar al INAI.
El libro de marras lo refiere así, al tomarlo del Informe de la Comisión Trilateral: “Ha llegado el momento de que la empresa de este país, que a lo largo de la historia ha demostrado su gran capacidad para crear e influir en las decisiones del consumidor, dedique enérgicamente su inmenso talento en beneficio de la conservación del sistema”.
De alguna manera e incluso con las reglas del juego que se fomentan desde Estados Unidos, tanto para la democracia como para la economía, México llegó a arañar la tentación de aspirar al Primer Mundo. El error de diciembre nos regresó de golpe a la realidad. Así inició el rediseño de nuestra economía.
En palabras de Chomsky: “Desde la década de 1970 se ha producido un esfuerzo conjunto por parte de los <<amos de la humanidad>>, los propietarios de la sociedad para modificar el curso de la economía en dos aspectos fundamentales. Primero, incrementar la influencia de las instituciones financieras: bancos, firmas de inversión, aseguradoras, etcétera. En 2007, antes de la última crisis, poseían literalmente el 40 por ciento de los beneficios corporativos, un porcentaje muy superior al de cualquier otro momento de la historia”.
Aquí dejamos de crear riqueza y estamos inmersos en sustituirla por su sucedáneo: la ilusión de ese supuesto poder adquisitivo. El súper peso hace que el dólar esté más barato que un kilo de tortilla.
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