ISABEL ORTEGA MORALES (Guerrero). La imagen de las 7 victimas que fueron asesinadas en el estado de Guanajuato, un niño incluido entre ellos, contrito mi corazón. Las familias solemos soñar con un futuro mejor para nuestros hijos e hijas y para sus descendientes, pero los acontecimientos recientes dejan sin aliento la simple pregunta del contexto en el que desenvolverán sus vidas.
¿Esto qué significa?, ¿hemos normalizado la violencia y creemos que en lugar de ceder, avanzará? Las imágenes de ciudadanos que siguen cenando con una víctima de violencia a un lado, alejarse de una víctima sin prestar ayuda, descalificar a las víctimas dejando sean señaladas de estar vinculadas a la delincuencia sin que haya de por medio un elemento de prueba, no es normalizar la violencia?
Si vemos en el futuro violencia es ¿Por qué partimos de nuestro contexto actual? ¿eso es lo que estamos viendo para los años venideros, violencia?
Cuando viene esa terrible reflexión no solo debe llevarnos a revisar lo que está sucediendo en la sociedad, sino interiorizar para analizar qué de nosotras y nosotros está contribuyendo a la violencia.
Si permitimos que la violencia tome nuestras vidas, tomo el control de nuestros hogares, estaremos siendo permisivos con dos acciones: la del control de la delincuencia de nuestras vidas y la inoperancia de las medidas de seguridad que debe brinda el estado.
La paz, la tranquilidad, el progreso, no son solo palabras, debe mostrar el gobierno en cada uno de sus ámbitos de competencia que tienen capacidad para operar estados con condiciones de gobernabilidad que propicien sociedades humanas y progresistas.
Qué sucederá si esto no sucede? Estaremos caminando junto a aquellos que pregonan que lo pasado está mal, que culpan a grupos de la sociedad dividiéndola en buenos y malos bajo una sola mirada y descalificando la realidad para no operar buenos programas con buenos resultados, mientras nosotras y nosotros como ciudadanos seguimos con indiferencia ante una víctima, nuestro andar?.
Pronto estaremos en una elección presidencial, claro, de manera formal porque tiene rato que está en marcha disfrazada. Pero con el ambiente de violencia se hace necesario saber si están conscientes de la situación que vive el país y si tienen capacidad para asumir un cambio a favor de la paz sin hacer responsable al pasado, políticas y políticos preparados para atender a la sociedad, para escucharla, ser incluyentes, ser operativos y ejecutivos de acciones que permitan mejorar lo que en este momento, evidentemente, no está funcionando bien.
Las dos elecciones de este año, en el Estado de México y Coahuila serán los primeros ejemplos reales, claros, de la ruta del 2024. Veremos el compromiso ciudadano a favor de la paz. De lo contrario, estaremos en la tesitura de encontrar que la violencia es “normal”, y que son las armas la defensa y no las garantías de una sociedad que tiene en el estado una guía de progreso y paz.