A 85 años de la Expropiación Petrolera, el libro ¿Qué pasó con aquella Expropiación?, recién publicado, actualiza las entrevistas realizadas 42 años después a participantes y testigos directos de aquel hecho histórico. La opinión fue desoladora para ese momento, por la forma como han sido canalizados esos recursos. Ante el rescate que se realiza actualmente de ese bien nacional, consideré importante traer de nuevo estas entrevistas que realicé, publicadas en un suplemento del diario Unomásuno el 18 de marzo de 1980. Iniciaré con Valentín Campa que ya reposa en la Rotonda de las Personas Ilustres.
ENTREVISTA CON VALENTÍN CAMPA: “¡YO ESTUVE AHÍ Y PARTICIPÉ!”
EN 1938 EL SINDICATO PETROLERO NO EXISTÍA COMO TAL AUNQUE YA LUCHABA
TERESA GIL. “El Partido Comunista y la Confederación Sindical Unitaria en México (CSUM), intervinieron en muchas huelgas petroleras anteriores a la nacionalización de la industria”. Así comienza el capítulo “La nacionalización Petrolera” del libro Mi testimonio. Memorias de un Comunista Mexicano, de Valentín Campa. Frente a nosotros, el ex líder ferrocarrilero, ex candidato a la presidencia de la República, diputado de la Coalición de izquierda y miembro del Comité Central de Partido Comunista Mexicano (PCM), continúa la hilación de sus memorias en el local del partido. Hay puntos de su libro que se alargan, otros que se complementan, pero una cosa queda clara en su exposición: la intervención de la izquierda en la nacionalización del petróleo no parte de la lectura del decreto de expropiación, el 18 de marzo, sino que viene de más atrás. De fines de los años 20, cuando enfrentados al callismo, los lideres del PCM y de la central sindical en la que actuaban (la CSUM), exigían la salida del país de las compañías holandesas, inglesas y estadounidenses, que tenían en sus manos el petróleo.
“Recuerdo en especial una huelga en Minatitlán, contra la compañía El Águila, subsidiaria de la Royal Dutch de Londres que fue reprimida en 1929. En ese entonces el ministro de la Industria y Comercio era Ramón P. Denegri quien ofreció que respetaría la libertad de la mayoría. No obstante, al ver que la mayoría era adversa al gobierno, cedió a favor de la CROM de Luis N. Morones, En esos años de tiranía callista, influimos en huelgas en Choapas, Agua Dulce y Tuxpan en Veracruz y en El Ébano de San Luis Potosí que eran propiedad de la Huasteca Petroleum Company”.
–¿Como estaba organizado entonces el sindicato petrolero?
—No existía como tal. Recuerdo que yo participé dentro del sindicato ferrocarrilero en la formación, en 1937, del sindicato nacional, cuya comisión organizadora se reunió en las calles de Hidalgo y héroes, sede de la sección dieciséis de ferrocarriles. La propia CSUM trasladó al nuevo sindicato sus sindicatos locales e influyó en muchas unidades para que también se adhirieran. Recuerdo que incluso, fuimos a ver al sindicato blanco de la huasteca y los convencimos para que se volvieran independientes. Al poco tiempo se adhirieron a la sección de Industria y Comercio. En es época el sindicato petrolero llegó a tener 15 mil trabajadores, cuyas condiciones de vida eran pésimas debido a los efectos cíclicos de la crisis del 29”
—¿Hubo algo que influyó directamente en la Expropiación Petrolera aparte de los conflictos laborales contra las compañías, que se originaron meses antes?
—El hecho político previo que condujo a la expropiación, fue la gran lucha que dio el movimiento sindical y campesino y el pueblo en general contra el callismo. Las luchas y las denuncias constantes siempre apoyadas por el PC. fueron las que crearon las condiciones para la nacionalización. En junio de 1935, Calles, por conducto de Ezequiel Padilla, publicó en El Nacional órgano del PNR, un ataque contra el movimiento sindical, en concreto por las muchas huelgas que se realizaban en contra de las compañías extranjeras. Había en ese escrito, una especie de reto para el general Cárdenas.
“Recuerdo que el PC fue una de las fuerzas que pidieron a Breña Álvarez, secretario general de los electricistas, que tenían un gran peso, que convocara con carácter urgente a todas las organizaciones democráticas, para contestar el ataque callista. Esto sucedió en las calles de Colombia, con una gran concentración a la que solo faltaron la CROM de Morones y la CGT de Julio Ramírez que se decía anarquista, pero que en realidad era callista también”.
—¿Cómo reaccionó Cárdenas?
—Es de todos sabido que el movimiento sindical, acordó hacer un llamamiento a la nación, pidiendo una repulsa enérgica al callismo. La respuesta de Cárdenas no se hizo esperar; dio a entender abiertamente que el jefe de gobierno era él. Lo demás, ya es historia. Cárdenas cogió de las orejas a Calles, a Morones, a Melchor Ortega y al resucitado por el PRI, Luis N. León y los mandó al único lugar donde podían estar gracias a los méritos hechos en las compañías gringas: Estados Unidos.
—¿Cómo se inició el problema laboral, propiamente dicho que concluyó en la expropiación?
–En 1937 ya constituido el sindicato petrolero, el congreso nacional acuerda presentar un contrato industrial a las empresas petroleras para su firma, pero éstas lo rechazan. Entonces el sindicato emplaza a huelga y esta estalla el 29 de mayo de 1937. Yo recuerdo que Cárdenas habló con los principales dirigentes petroleros proponiéndoles que levantaran la huelga con la mira de tomar medidas más a fondo, pero hubo cierta resistencia. Entonces el presidente les propuso a nivel confidencial que pidieran el arbitraje a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, sobre la base de un estudio e investigación exhaustivos de las empresas.
“Los líderes aceptaron y se nombró una comisión integrada por Jesús Silva Herzog, Efraín Buenrostro y Mariano Moctezuma. El dictamen de la comisión fue favorable al sindicato, lo que condujo a un juicio largo y complicado que concluyó con la ratificación de la Suprema Corte del fallo de la Junta. La rebelión de las empresas ante el fallo, dio lugar a la huelga general y directamente a las salidas de fondo que había prometido el presidente Cárdenas”.
—¿Qué hacías tu en el momento de la lectura del decreto de expropiación?
–Estaba en el buró político del PC, al que ya pertenecía desde entonces. Recuerdo que el mensaje leído a la nación y trasmitido por radio, causó gran impacto. Las compañías no podían creer en su soberbia el alcance del decreto e hicieron grandes campañas difamatorias en sus países de origen. El pueblo sin embargo, esto también es parte muy relatada de la historia, se solidarizó con Cárdenas y al día siguiente se reunió mas de medio millón de personas en el Zócalo, en una ciudad de un millón de habitantes, para expresar su apoyo. El PC estuvo como partido en esas concentraciones pero también como unidad sindical y otros frentes que por entonces teníamos
—¿Recuerdas algunos efectos del decreto?
—La actitud de las compañías, el boicot de Estados Unidos, la reacción de las organizaciones patronales a las que pertenecían las compañías expropiadas como la Concamin y la Concanaco que nos llamaron “bandoleros”, así como la actitud de los bancos privados que vieron salir de sus arcas el dinero que saquearon la empresas. Es curioso que sean esos grupos los que 42 años después, estén aprovechando la expropiación petrolera.
—¿Qué papel jugó el PC en las denuncias contra Cedillo cuando este preparaba la insurrección en Las Palomas San Luis Potosí?
–En ese aspecto ocurrió un caso singular que yo relato en mi libro. Uno de los secretarios confidenciales de Saturnino Cedillo que decía odiarnos por los ataques reiterados que habíamos hecho a su jefe, sorpresivamente envía una carta. Este hombre J. Encarnación Cruz decía en esa carta a los comunistas que su jefe se estaba reuniendo con tres coroneles en Las Palomas, un alemán, otro japones y el otro, hombre de confianza de Rockefeller de la Standard Oil. En las reuniones secretas en las que también Cruz participaba como hombre de confianza de Cedillo, se hablaba de rebelión contra Cárdenas por el asunto del petroleo. El, que temió ser cómplice de traición a la patria, se dirigió a nosotros como los que más confianza le merecíamos y nos pidió hacerlo saber al general Cárdenas.
–¿Qué hizo el PC ante el sorpresivo informe?
—Me nombró para que fuera yo la persona encargada de comunicar a Cárdenas el suceso y así fue como en reiteradas ocasiones cada vez que llegaban los informes de Cruz, yo me dirigía al palacio donde tenía derecho de picaporte para entrevistarme con Cárdenas. Los informes estaban bien detallados, con mapas y fue así, como ayudado en parte por ellos se pudo derrotar con el tiempo al funcionario traidor, de lo cual el PC como fuerza actuante dio buena cuenta con participación directa.
—Tú haces la denuncia en tu libro, del arreglo al que llegó Miguel Alemán con la Royal Dutch, en la compra de acciones.
—En efecto, una vez hecho el arreglo con las compañías, Avila Camacho las indemnizó con 24 millones de dólares. Solo quedaron a salvo los derechos de la compañía inglesa El Águila de la Royal Dutch para la que habían fallado 157 millones de pesos. Las acciones se vendían en Londres a precio de bancarrota y sorpresivamente Miguel Alemán va y las compra y se hace un convenio entre México y la compañía mediante el cual el país acepta pagar 81 millones 250 mil dólares, más 25 millones 594 mil dólares, por concepto de intereses insolutos antes de la firma del convenio y 23 millones 496 mil dólares por intereses del 17 de septiembre de 1948 al 17 de septiembre de 1962.
“Nosotros hicimos una gran campaña contra esa especulación cuyas pruebas fueron aportadas por el periodista Edmundo Jardón Arzate, ya que, aparte, el abogado de Alemán había cobrado el 10 por ciento de la operación. Por desgracia y pese a nuestras denuncias, Alemán se salió con la suya y se robó, con sus socios, el dinero de la nación .
—¿Y qué piensas de la expropiación 42 años después?
—Que lamento que el desarrollo capitalista que ha tenido México haya provocado los hechos escandalosos que estamos viviendo. En los que son precisamente los principales opositores de aquel acto democrático los que tengan como nodriza a la industria petrolera. En otro renglón, me siento orgulloso de haber participado y de seguir participando hasta lograr la verdadera integración popular de la industria. Yo soy de las gentes que pueden decir ¡Yo estuve ahí y participé!