SINGLADURA/ Irma e Ignacio

ROBERTO CIENFUEGOS J. (@RoCienfuegos1). Suele decirse que nadie se va solo y menos cuando se trata de famosos. Las evidencias indican que hay razón en esto. El primer día de marzo, murió Irma Serrano, más conocida o tanto como “La Tigresa”. Diez días más tarde, la acompañó el enorme Ignacio López Tarso.

Serrano fue sin duda alguna un personaje. Dos veces tuve la suerte de entrevistarla, una en el Fru Fru, el teatro que recuperó al cabo de un prolongado litigio legal; la segunda y última vez en su residencia de Reforma Lomas, “Cielito Serrano”, un nombre tomado del suyo propio: Irma Consuelo Cielo Serrano Castro.

La entrevista con “La Tigresa” fue parte de una serie de trabajos periodísticos hechos hace más de dos décadas por quien esto escribe para el diario La Opinión de Los Ángeles. Les interesaba en esa época conocer desde una óptica intimista a figuras mexicanas del espectáculo. Así, tuve la satisfacción de charlar con una larga lista de figuras del medio del espectáculo, entre ellas don Manuel Esperón, el mayor compositor de la Época de Oro del Cine nacional; Roberto Gómez Bolaños, sobradamente conocido como “Chespirito”; Javier López “Chabelo”; Carmen Salinas; Johnny Laboriel; Adalberto Martínez, el gran “Resortes”, y otros más.

En mi primer encuentro con “La Tigresa”, en el Fru Fru como dije, fue ella misma quien luego de descender de un auto de lujo conducido por su chofer en las calles de Donceles, franqueó las rejas de ese inmueble, donde hace unos días se le rindió un homenaje póstumo. Ambos entramos y nos aposentamos en las butacas para charlar. Entre otras, dos cosas concentraron mi atención de aquella entrevista, en la que hablamos de su trayectoria artística y política -como sabemos Serrano fue senadora de la República-; la primera su argumentación en torno a la entonces reciente recuperación de ese inmueble en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Al preguntarle qué sentía de haber ganado el juicio en el caso, Serrano negó sentirse satisfecha, contenta, orgullosa de haber ganado la batalla legal y/o jurídica para recuperar ese añoso edificio. “Yo soy así”, confesó. Añadió que cada vez y cuando obtenía aquello que se proponía, las cosas le dejaban de interesar. No significaban nada más para ella, me contó. Le encantaba ganar las batallas, pero no los frutos de ellas. De hecho, dejaba de interesarse por ellas. Así fue ella.

Al cierre de esa primera charla, durante la cual observé una escuadra calibre .45 en su regazo, sólo tuve como respuesta un “eso es un asunto personal” a la pregunta de cuál era la razón o justificación de que estuviera armada. No insistí ni repregunté.

La segunda vez que solicité y concreté lo que sería una última entrevista con Serrano, me envió la dirección y hora del sitio para reunirnos. Acudí acompañado del fotógrafo Jesús Chavero a este segundo encuentro, que prometía más que el primero.

Apenas llegamos a la residencia “Cielito Serrano” en Reforma Lomas, una asistente nos hizo pasar. En el piso, a primera vista, se encontraba un busto nada menos que del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz. Confirmaba de esa forma que “La Tigresa” desdeñaba todo aquello que tenía una vez ya conseguido. Dejaba de interesarse. Así fue su personalidad y carácter.

La segunda imagen que observé en la antesala de su residencia fue una enorme pintura de cuerpo entero de ella misma. “La Tigresa” aparecía recostada a lo largo de un diván, prácticamente desnuda. Era una mujer hermosa, recia y altamente temperamental. A poco de llegado, me hicieron subir al segundo piso de la residencia. Topé con Serrano, extendida en un diván y rodeada de varias mascotas pequeñas. Fue la última vez que vi a esta diva.

Antenoche fluyó profusamente la noticia sobre la muerte de Ignacio López Tarso, un histrión absoluto que vio frustrado su anhelo confesado de sumar cien años de vida. Mi amigo y colega Alberto Carbot, lo entrevistó en 2020, una extensa y vivida charla que circula estos días y que comparto en https://oaxaca.quadratin.com.mx/me-hice-actor-para-estar-en-el-teatro-lopez-tarso/

Otro amigo y fotógrafo notable, Toño Caballero, tomó imágenes y participó en esa entrevista.

Se han ido dos figuras del espectáculo, el canto y la actuación. Irma fue senadora, Ignacio, diputado. Dos íconos de México. Su paso por la vida perdurará en el recuerdo y la emoción de no pocas personas por mucho tiempo.

@RoCienfuegos1

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