BELLAS Y AIROSAS/ Presentación 7 de marzo UAM Xochimilco. Historia de los movimientos feministas en México, un libro ya indispensable

ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). Y un día, llegó un provocador correo firmado por mi maestra Ana Lau y Maricruz Gómez López para participar en un libro que tenía como objetivo recuperar la historia del feminismo en nuestro país, no solamente la capital sino de verdad en todita la república. Estaban buscando aliadas en cada estado y me había elegido para compartir los antecedentes y desarrollo de la vida feminista en Hidalgo.

Lo sé, no soy hidalguense de nacimiento, soy bella y airosa por elección y agradecimiento, veinte años en esta región son suficientes para sentirme parte de esta bella geografía tan cerca de la ciudad de México y tan lejos de dios. Acepté, pero intuí que no podía ni debía escribir esta historia yo solita, así que busqué dos aliadas maravillosas: Lorena Piedad Hernández y Georgina Ortega Luna, exalumnas, siempre brillantes, talentosas y solidarias. Tracé un plan y repartí responsabilidades. Trabajamos con todo el entusiasmo y el compromiso de dar voz a quienes han dado vida al feminismo hidalguense.

Decidí que yo entrevistaría a las pioneras: Carmen Rincón, por supuesto. Martha Canseco, sin duda alguna. Otilia Sánchez Castillo, sabiduría generosa. Una mirada más objetiva la busqué en Raúl Arroyo, magistrado y gran conocedor de la historia en el estado. Fue delicioso ver las coincidencias, valorar el rol de la querida Carmen, la fuerza de Martha, la perseverancia de Otilia.

Las chicas se fueron a entrevistar a las jóvenes de hoy y a quienes tienen posturas diferentes, pero un mismo compromiso: denunciar la situación de las mujeres en el estado y transformarla. Escuchar voces de Pachuca, pero también de Ixmiquilpan o de Huejutla. La ligera brisa de la década de los ochenta estaba provocando en el siglo XXI ventarrones feministas. Martha Canseco observa con verdadera mirada analítica:

“Esto ha sido el trabajo feminista en Hidalgo, un trabajo conjunto. Es cierto, hay divisiones y diferencias, pero cuando reconocemos una causa común, nos sumamos. Es cierto, muchas feministas institucionales no se reconocen como tal todavía, porque saben que en sus partidos pueden no solamente desaprobarlas, sino marginarlas, pero lo que ellas no pueden decir, lo hacemos las que estamos en asociaciones civiles, las independientes y activistas. Reconocemos que el reto está en el cambio cultural, que los derechos son progresivos y que podemos a veces ser aliadas y otras veces no”.

Y así como disfruté esta provocadora invitación de Ana Lau y Maricruz Gómez López, en otros nueve estados también se aceptó escribir estas historias. Por eso, el libro que este año ha salido a la luz “Espacios de transformación y cambio. Historia de los movimientos feministas en México” es un texto que debe ser leído, compartido, disfrutado y memorizado. Nuestras historias son distintas, pero la fuerza es la misma. Cada antecedente tiene una inspiración y pretexto ideal, pero todas damos voz a cada protagonista. La coincidencia está latente: El feminismo recorre toda la geografía mexicana, nada ha podido detenerlo. Las coordinadoras del libro advierten, reconocen, preguntan:

“Lo que conocemos como movimiento feminista mexicano tradicionalmente se ha narrado desde la ciudad capital. Si bien hay varios artículos, libros y tesis que se han acercado al tema y lo han analizado por medio de publicaciones y entrevistas con las feministas participantes, es muy poco lo que se conoce acerca de cómo se organizaron en las diversas entidades federativas. ¿Qué las empujó a hacerse feministas? ¿Qué plantearon, en qué se apoyaron y qué pensaban? ¿Cuándo se organizaron y cómo lo hicieron? A partir de esas preguntas es que nos dimos a la tarea de invitar a investigadoras resueltas a indagar y dar a conocer la organización, la creación y los orígenes de los feminismos en sus estados de procedencia. Estas investigadoras trabajaron intensamente para completar lo que cada una de ellas consideró importante transmitir y resaltar sobre su entidad”.

Ahí está Aguascalientes, estado que detallan Pilar Velázquez Lacoste, María Rebeca Padilla de la Torre, Mónica del Rocío Cervantes Velázquez y Estefanía Díaz reconocen a las pioneras, dan voz a las jóvenes de hoy y el contexto dibujado las hace reconocer:

“Actualmente, las feministas más jóvenes reconocen que sus reflexiones iniciales y su toma de conciencia surgieron en estos espacios universitarios y subrayan la importancia que, en su quehacer feminista, ha tenido el trabajo previo realizado por las primeras mujeres activistas y la socialización con ellas, incluso para entender las posturas tan diversas que hoy han adoptado. Las pioneras, por su parte, enfatizan el carácter radical de las recientes expresiones del feminismo más joven, no obstante, más allá de las discrepancias, no conciben el feminismo en la entidad sino a través de una compleja trayectoria en la que participan ellas y las más jóvenes”.

Karla Kae Kral, Georgina Aimé Tapia González y Florentina Preciado Cortés nos llevan de la mano por el pequeño territorio de Colima y la historia que recuperan da mil vueltas a este lugar. Ahí Griselda Álvarez se convirtió en la primera gobernadora del país. Ahí también el feminismo brota desde las aulas universitarias. Ahí las primeras feministas eran rechazadas y su gobernadora las llamaba “mujeres adelantadas a su tiempo”. Los grupos y colectivos feministas brotan sin parar antes de terminar el siglo XX. La marea feminista colimense crea olas que ni en Manzanillo se habían visto con tanta fuerza. Bien advierten en sus reflexiones finales:

Respecto a las poco más de cuatro décadas de feminismo en Colima reseñadas en este capítulo, hemos tenido una gran ventaja: su escritura es el resultado de un diálogo vivo con sus diferentes protagonistas. Desde las precursoras de finales de los setenta, pasando por el surgimiento de los estudios de género en la Universidad de Colima, hasta las jóvenes que han encabezado marchas multitudinarias, las agentes de este movimiento, en el que como académicas feministas también estamos inmersas, han compartido con nosotras sus memorias, sus expectativas sobre la etapa actual del feminismo y los que consideran sus principales desafíos.

El Estado de México es presentado por Margarita Vásquez y Montaño Belén Benhumea Bahena. Ellas también ofrecen un contexto puntual de la región. Con verdadera precisión exponen las colectivas y organizaciones feministas que han identificado actualmente en la entidad. Nuevamente la universidad es un excelente espacio para debatir el tema de la situación de las mujeres y dar al análisis una perspectiva totalmente feminista.

“Los testimonios presentados en este apartado nos acercan a la noción de ser feministas en el Estado de México, se trata de identidades en construcción en las que se visibilizan parámetros relacionales, vocacionales, étnicos, de estigma social o de afiliación ideológico-política. Mujeres activistas que construyen su identidad de lo individual a lo colectivo y que coinciden en que el feminismo es parte de ellas y de su forma de vida: “el feminismo es parte de mí”, “es mi identidad”, “para mí, no era una cuestión de rollo, de discurso, sino era una cuestión vivencial”, “a mí me atravesó el feminismo, me cambió la vida”, “me volví feminista para sobrevivir en este país”. “Lo personal es político, resulta heterogéneo y siempre inacabado”.

Aurora Amor Vargas nos aproxima a Guadalajara y eligió al Colectivo Nosotras como un caso representativo. Su periodo de existencia abarcó el lapso de 1979 a 1984 y una de sus principales características fungió como un espacio de encuentro para mujeres con intereses feministas y uno de sus objetivos principales fue despenalizar el aborto.

Oaxaca fue expuesto por Fabiola Bailón Vásquez y Aline Castellanos Jurado. Ellas reconocieron que la historia del feminismo en la región era muy reciente y poco se había escrito al respecto. Destacan dos grupos emblemáticos pioneros: el “Rosario Castellanos”, y el “Liberación”. En ambos casos -reconocieron- “fueron la identidad política feminista o la adscripción a las luchas por la emancipación de las mujeres las que determinaron los contenidos y las formas de su actuar colectivo, los objetivos que persiguieron y lo que contribuyó a la configuración e impulso de luchas de y para las mujeres de la capital oaxaqueña”.

Por su parte, Digna Rocío Neri Rodríguez y Myriam Prado Jiménez describen el panorama en Querétaro quienes señalan la variedad de grupos feministas y las etapas representativas de su desarrollo, que ellas dividen en tres: La pionera que va de 1985 a 2008, la segunda que abarca 2009 y 2017 caracterizada por la importancia de la academia en la reflexión feminista, y la tercera, 2018-2021, donde el movimiento explota con acierto las redes sociales para manifestarse y difundir su pensamiento.

Dos cercanas amigas, a quien conozco y admiro, generosas siempre para invitarme a su espacio, son las dos investigadoras idóneas para describirnos el Puebla feminista, ellas son Gloria Tirado y Elva Rivera. Desde el primer párrafo advierten:

“En Puebla, el feminismo no surgió como un movimiento, inició con actividades aisladas, con lecturas, discusiones y círculos de lectura, los cuales se retomaron en los años ochenta con la apertura de talleres y cursos en la Escuela de Antropología”. Es así como van detallando nombres y aportaciones, luchas y retos, observan con satisfacción un panorama halagüeño aunque vivan en un estado conservador, las acciones feministas han sido impulsadas con fuerza y destacan la importancia de la universidad como espacio de enseñanza-práctica:

“El feminismo académico ha pasado a las calles; las jóvenes estrechan lazos por medio de redes sociales y aplican distintas estrategias para manifestarse; suben videos, graban canciones, realizan afiches, pintas y, sobre todo, performances. En la Facultad de Artes de la BUAP algunos grupos de teatro han puesto en escena obras que abordan el feminicidio, el acoso, la prostitución. Se nota un activismo académico también creativo”.

Las olas de feminismo veracruzano cierran el último capítulo escrito por Layda Jacqueline Estrada Bautista. Ella divide a los movimientos del estado en cuatro etapas: La primera caracterizada por la lucha a favor del voto de las mujeres, la siguiente caracterizada por los grupos que vienen de la ciudad de México que provocan la creación de colectivos en la entidad. La tercera donde se crean diferentes organizaciones que plantean acciones y enfatizan la importancia de marcos legales y políticas públicas que coadyuven a transformar la situación de las mujeres. Finalmente, en la última etapa, grave y difícil porque la violencia marca la vida de las veracruzanas y deben defenderse, protegerse, denunciar, reclamar justicia y un alto a esa situación.

Por último, los escenarios feministas de Zacatecas son recuperados por Emilia Recéndez Guerrero y Adriana Guadalupe Rivero Garza. Su texto se “centra en los grupos de mujeres que desde diversos flancos se introdujeron en la lucha colectiva, con demandas sociales concretas”. También entrevistan a protagonistas de estos grupos que crecieron entre la academia y la lucha social.

“Espacios de transformación y cambio. Historia de los movimientos feministas en México”, libro coordinado por Ana Lau y Maricruz Gómez López, muestra la geografía de 10 estados de la República Mexicana donde el feminismo late de manera imparable. El texto será presentado el martes 7 de marzo, a las 11 de la mañana en la Sala de Consejo Académico de la UAM Xochimilco, Edificio Central «A», 3er piso con la participación de Grecia Samai Cuamatzin Nieves, Jessica Alejandra López Lujano y las coordinadoras de la obra… Y si leen esta columna antes de las seis de la tarde, les da tiempo de ir a la presentación en la Feria Internacional del Libro, a las seis de la tarde, este miércoles 1 de marzo en el Salón de la Academia de Ingeniería del Palacio de Minería, Tacuba #5, en el Centro Histórico, como parte de las actividades de la 44 Feria Internacional del Libro en la CDMX.

Gracias Ana Lau y Maricruz Gómez López por haber tenido tan bella iniciativa, un honor formar parte de este libro necesario e indispensable para comprender la historia del feminismo en nuestro país.

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