BELLAS Y AIROSAS/ 27 de enero día de su nacimiento, Juana Gutiérrez de Mendoza, periodista combativa que se defendió de los Flores Magón  

“Si se duda del triunfo porque el General Díaz tiene seis lustros de perpetuidad, es una duda absurda y sin razón de ser, porque esta es la primera vez que se inicia un combate formal y ninguno puede decir que es invencible un hombre con el que nadie ha luchado; y hasta hoy nadie ha luchado contra el General Díaz, se le ha censurado, se le ha aborrecido, se le ha insultado, se le ha maldecido, pero no se le ha combatido. La empresa tiene sus dificultades, pero no es imposible. El primer paso está dado, lo que se creía más difícil está hecho, el ciudadano digno, resuelto y capaz de ponerse frente al General Díaz, ha surgido al fin, y ahora es a todos los mexicanos a quienes toca cumplir con su deber.”

ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). Esta reflexión fue publicada en el periódico Vésper, fundado por Juana Gutiérrez de Mendoza (1875-1942), periodista que nació un 27 de enero y por ello quiero rendirle un homenaje. Fue de las primeras mexicanas en abrir un espacio periodístico para hacer referencia a la vida política del país y denunciar la dictadura de Porfirio Díaz, quien la mandó encarcelar varias veces. Nada la detuvo, ni la prisión, ni las amenazas, menos las injurias que enfrentó de diversas personas, entre ellas los Flores Magón.

Pero, antes de detallar ese momento, debo destacar que Juana es admirable en todos los escenarios donde vivió.

Por iniciativa propia aprendió a leer y escribir. Se casó en 1892, a los 17 años. Un año después se convirtió en madre. Su primer hijo se llamó Santiago, murió siendo muy niño. A los 24 ya tenía dos niñas: Laura y Julia. La primera siempre fue siempre una acompañante solidaria en la lucha social de su madre. La segunda murió de pulmonía en 1933.

La situación de absoluta pobreza en que vivió la hizo padecer muy de cerca la injusticia social que provocaba el régimen de Porfirio Díaz. En todo momento mostraba su rechazo hacia todo lo relacionado con el porfirismo y en cuanto tuvo oportunidad de dar a conocer públicamente sus ideas manifestó su repudio hacia la dictadura. Hacer pública su rebeldía de inmediato la hizo conocer el sistema represor de la época, a los 22 años fue encarcelada por primera vez. El castigo en lugar de asustarla provocó mayor compromiso de lucha. Fundó el Club Liberal Benito Juárez, en Coahuila, y un periódico que transmitiría sus ideas y críticas, el cual pronto fue reconocido como un espacio importante en la lucha contra Díaz. Fue así como al inicio del siglo XX vendió su patrimonio familiar para comprar su imprenta y dar a conocer su propia publicación periodística que decidió llamar Vésper. Por primera vez una mexicana fundaba un diario para hacer referencia a las cuestiones políticas y no para abordar cuestiones absolutamente femeninas. Juana Belén criticó en sus páginas al porfiriato, cuestionó a Madero, rechazó severamente a Huerta y apoyó a Zapata. Ella fue una mujer que de manera abierta, franca, audaz y resuelta criticaba a Porfirio Díaz. Sus denuncias no quedaban sólo en adjetivos, ella daba argumentos sólidos y ejemplos claros para hacer hincapié en su rechazo al porfiriato.

Sus actividades periodísticas la contactaron con los hombres que también luchaban contra el dictador, entre ellos a los Flores Magón. En 1907 conoció a Dolores Jiménez y Muro, ambas, con el apoyo de su amiga Elisa Acuña, crearon el grupo Socialistas Mexicanos. Solidaria con la causa maderista, cuando ésta triunfo Juana Belén recibió una indemnización por la imprenta que le confiscó el gobierno de Díaz. Durante ese lapso algunos amigos la invitaron a trasladarse a la zona zapatista, donde constató por sí misma que todavía faltaba mucho por hacer, principalmente por las y los campesinos. El gobierno huertista la persiguió y la encarceló durante diez meses. Nuevamente al salir de prisión siguió en la lucha, pero ante el triunfo carrancista otra vez la encarcelaron. Quedó libre en 1919 y tres años después Vasconcelos, a quien conoció en 1911, la invitó a ser maestra misionera.

En la década de los veinte tuvo diversos empleos que le permitieron mantener a su familia. Escribió el libro Por la Tierra y por la Raza, que hizo referencia a la situación de las y los indígenas. En 1941 vendió su imprenta para subsanar los gastos de enfermedad de una de sus nietas. Todo fue inútil, la pequeña murió de tifoidea. Jamás dejó de unirse a los movimientos sociales en pos de justicia, entre ellos el de las mujeres mexicanas que lucharon por el voto durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Juana Belén Gutiérrez de Mendoza murió el 13 de julio de 1942.

Misoginia y magonismo contra la dignidad de Juana

El 15 de mayo de 1901 se publicó en Regeneración un extenso reconocimiento al “viril colega” Vésper así como un gran reconocimiento a la labor “honrada” y periodística de Juana. A partir de ese momento, Juana y los hermanos Flores Magón tuvieron un constante intercambio epistolar, enfocado principalmente a compartir sus ideales políticos, ya que ambos eran opositores/as a la dictadura. Pese a compartir con los fundadores de Regeneración momentos difíciles de represión, de emigrar junto con ellos a Estados Unidos y de convivir en la misma casa, al paso del tiempo empezaron a marcarse diferencias entre el grupo. Hubo una clara división entre Ricardo Flores Magón, anarquista, y Camilo Arriaga, liberal y democrático. Juana Belén tomó partido por este último, lo que provocó distanciamiento con los Flores Magón. Además, ella tenía una gran amistad con el poeta Santiago de la Hoz, conocido como el Poeta de la Revolución, con quien coincidía en gustos literarios y compromiso político. La manera en que falleció su amigo también influyó para que Juana Belén se alejara definitivamente de los Flores Magón. Hoz murió ahogado en el Río Bravo, existe la versión de que lo atrapó un remolino, pero también el rumor que Enrique Flores Magón intencionalmente le causó la muerte.

El alejamiento de Gutiérrez causó tal malestar en Ricardo Flores Magón que llegó a insultarla públicamente. La siguiente carta es prueba de ello, fue escrita por Ricardo y dirigida a Crescencio Márquez, fechada el 10 de junio de 1906:

“Con usted no tenemos secretos y paso a referirle por qué nos alejamos de esas señoras. Cuando estábamos en San Antonio supimos, esos son asquerosísimo, que Doña Juana y Elisa Acuña y Rosete se entregaban a un Safismo pútrido que nos repugnó. Pudimos comprobarlo de muchas maneras y descubrimos que en la capital de la República no se hablaba de otra cosa entre los que conocían a las señoras “liberales” que de sus asquerosos placeres. Mucho nos repugnó eso y consideramos que era vergonzoso que se nos siguiera viendo con las mencionadas señoras. Como siempre sucede, nosotros, los que más intimidad teníamos con las señoras liberales, fuimos los últimos en conocer sus porquerías, pues ahora estamos ya enterados de que ya en Belém, cuando estuvieron presas, la población femenina del departamento en que estuvieron estaba indignada por la conducta de las periodistas. Detalles verdaderamente asquerosos se relatan de todo eso y muchos correligionarios han retirado su protección a esas propagandistas del safismo, pues como le digo a usted, en México se sabía ya lo que hacían esas señoras. Nosotros pensamos que era indecoroso que se nos viera junto a esas mujeres y procuramos alejarnos de ellas, pero sin darles a entender que nos daban asco. Doña Juana estaba acostumbrada a que yo la mantuviera y cuando vio que no le daba más dinero se volvió enemiga mía y del grupo. Ahora ha visto que los correligionarios están con nosotros y nos ayudan en nuestros trabajos y eso la ha llenado de despecho y por eso ataca. Si a ella le ayudaran los correligionarios no haría tal. Pero cómo le han de ayudar, si ya muchos están enterados de sus porquerías”.

Ante tales ataques, Juana reaccionó ecuánime y con dignidad, lamentó que un hombre inteligente reaccionara de una manera tan intolerante, pero sobre todo lamentó que su compromiso con la causa liberal no fuera valorado y que para desprestigiarla se recurriera a manchar su honor de mujer, una reacción que ella jamás tendría ni con su peor enemigo. Fue así como Juana escribió el texto titulado “Redentores de Peseta” y dio a conocer el primero de julio de 1906 en su periódico Vésper:

“Cargaos de interés colectivo, como son los que hacemos nosotras, ni se responden ni se destruyen con calumnias e insultos de carácter absolutamente personal, como pretende “Regeneración”. Esos ultrajes y esas calumnias, su acaso, por tener que murmurar, le importarán a alguna Doña Tori o a cualquier otra portera o recaudera del Bario de la Junta, pero por lo demás, no creo que le importe a nadie más, ni menos creo que tales extravagancias tengan alguna relación con los intereses de la colectividad… Cuando llegamos a Laredo, el primer proyecto que los Flores Magón nos expusieron fue… ¡Oh, Dios de las libertades! El matemático proyecto de dar en el Teatro de aquella ciudad CONFERENCIAS POLÍTICAS SOBRE NUESTRO PAÍS A PESETA LA ENTRADA…Esos son los REDENTORES (?), estos son los patriotas, estos son los miembros de la Junta Organizadora, estos son en fin los insultadores de mujeres que rugen de rabia y despecho porque hemos sido bastantes dignas y amamos bastante a nuestra patria para no llevar a sus desdichas al mercado para no vender por una peseta sus infortunios…”

Al mismo tiempo, Juana escribió también a Crescencio Martínez, el primero de abril de 1906 y con gran decisión aseguró:

“Perdóneme si no entiendo a qué llama usted pasión, por lo que se refiere al desprecio para los enemigos, yo hago una distinción, si usted me lo permite: a mis enemigos personales, si los tuviera, me reservaría el derecho a tratarlos como se me ocurriera y no le daría a nadie permiso de que hicieran indicaciones sobre el particular; pero a los enemigos de la Patria y de los principios que defiendo no tengo derecho a despreciarlos, tengo el deber de castigarlos. Por eso castigo a los miembros de la Junta Organizadora… En mi conciencia no está el principio de los hombres necesarios. Las causas nobles y grandes tendrán siempre defensores y para que los haya no es preciso tender sobre ellos el velo de la tolerancia, eso no se hace en un partido de inmaculados antecedentes, en un partido de impecables paladines; eso que lo hagan los jesuitas, el partido de las sombras que tiene el secreto de la fuerza en la impunidad del crimen, no en el Partido Liberal, cuya fuerza consiste en la pureza de sus principios y en la intachable conducta de sus adeptos.”

Juana Gutiérrez de Mendoza, una periodista combativa, digna e inteligente. Hoy la recordamos con agradecimiento y orgullo.

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