*Todo nos hace suponer que el Congreso, por una u otra razón, se allanará a la voluntad de un solo hombre, y colocará a México en el vórtice de un regreso al peor de nuestros pasados
GREGORIO ORTEGA MOLINA. Viene la etapa más difícil para la oposición a Morena, si es que desea convertirse en gobierno, y dar inicio a la ardua y larga tarea de reconstruir México, para darnos la oportunidad, a los mexicanos, de una auténtica transición, con la cual debe desaparecer el presidencialismo, único alcahuete de la corrupción, pregunten si no a los familiares de Andrés Manuel López Obrador.
En este importante momento histórico, ¿qué representan para la sociedad, los diputados locales y federales, y los senadores? ¿Son los valedores del autócrata cuya actitud se diluye más en los diálogos de Regino Burrón con su familia, que en el tuteo de la historia con los héroes que desea emular?
A estas alturas de la manifestación de odios, corruptelas y venganzas, resulta obvio que los integrantes del Congreso federal distan mucho de inclinarse por defender los intereses de sus representados en la renovación de consejeros del INE, del ministro de la SCJN, como ocurrió con la dirección del Banco de México, donde es él presidente de la República la voz cantante.
No nos equivoquemos, ante el riesgo real que vivimos desaparecen las agallas junto con los valores cívicos, morales y éticos. La mayoría de los empresarios defienden sus intereses, poco les importa que el país se les deshaga entre sus manos. Quienes algo significan a representan van a lo suyo, por miedo o interés, pero no darán la cara para organizarse y organizar a la sociedad más allá de la marcha del 13 de noviembre, y ofrecer a México un verdadero proyecto de nación incluyente y capaz de conducir una auténtica transición, sin atorarse en otra fallida alternancia aceitada por la garantía de impunidad.
Fox, Calderón y Peña Nieto tuvieron oportunidad de iniciarla y conducirla a buen puerto, pero se les frunció el “cicirisco” en cuanto comprendieron que hacer la transición pasaba por el juicio y sanción a sus pares, al modelo político y al sistema económico que los parió como políticos y supuestos gobernantes. Los tres resultaron un fraude, aunque no tan mayúsculo como el que actualmente preside los destinos de 120 millones de mexicanos.
Todo nos hace suponer que el Congreso, por una u otra razón, se allanará a la voluntad de un solo hombre, y colocará a México en el vórtice de un regreso al peor de nuestros pasados.
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El ejemplo perverso cunde. La defraudadora Rosa María Ayala Sánchez, propietaria de La Angostura, A. C. ofreció lotes para construir vivienda a cambio de dinero y votos a favor de MORENA. Ahora sus valedores pretenden organizar una marcha para evitar que pise la cárcel, pues los lotes y el dinero se hicieron humo. Así es la 4T.
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