ARTURO ORTIZ*. El liderazgo influyente es uno de los factores más relevantes para disuadir crímenes en las organizaciones. Así, se disminuyen desde fraudes hasta secuestro de datos y robos hormiga, e inclusive burnout y violencia.
En la economía del conocimiento actual, que testifica la ruptura constante de las jerarquías tradicionales y los silos, el poder no es control sino influencia, que se desarrolla a través del capital político.
La influencia, vale remarcar, es un elemento esencial para generar seguridad en las empresas. Seguridad en la integridad física de los públicos, pero también en la preservación de los bienes y activos.
Tal es la importancia del liderazgo de influencias, que en la capacitación de seguridad se enfatizan factores que lo integran.
Uno de ellos es no subestimar el capital político que se tiene o el que potencialmente se podría obtener. Esto va más allá de la jerarquía corporativa tradicional.
Por ejemplo, la mayoría de los gerentes reconocen el valor de las redes sociales. Pero no todos hacen un esfuerzo especial para diversificarse o subestiman los recursos que están disponibles para ellos, porque los desconocen.
Conviene entonces develar las distintas formas distintas de capital político: humano, social, reputacional, económico, simbólico, organizacional y cultural. Estas formas pueden trabajar juntas simbióticamente. Al combinar, digamos, el capital social de sus conexiones de red con el capital simbólico de su título de trabajo y el capital de reputación de cómo se percibe su valor dentro de la organización, permite que cada una de estas fuentes se alimente entre sí.
Para maximizar el capital político, se debe mirar más allá de los lugares habituales y, a veces, incluso más allá de su organización. Para hacer bien nuestro trabajo, generalmente dependemos de todo tipo de personas. Necesitamos encontrar a los actores críticos de los que se dependerá, incluso a los pares que caen fuera de la industria o el mercado en el que uno participa. Esa es una valiosa fuente capital político.
En la economía del conocimiento, vale decirlo, pocas fuentes de capital político son tan valiosas como la reputación.
Por otra parte, todas las organizaciones se encuentran con incertidumbre, crisis y eventos inesperados. Cuanto más alto se ascienda, más se tendrá que lidiar con situaciones no rutinarias.
Ahora, es extremadamente importante entender lo que se valora en una organización determinada. Por un lado, aunque se desea y debe diversificar, esto será bueno a largo plazo, pero a corto y mediano se necesita comprender qué fuentes de capital político son realmente valoradas en la organización.
Finalmente, los líderes también deben tener en cuenta que vale la pena construir capital político con algunas personas más que con otras. El poder, después de todo, no es solo un talento para gustar a la gente. Es la capacidad de convencer a los que nos rodean de actuar para apoyar determinados objetivos.
Entre ellos, la cultura de seguridad puede ser una prioridad.
*CEO de CIPI Protección, empresa líder en capacitación de seguridad integral