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VERÓNICA VALDÉS GONZÁLEZ. Su nombre es Herlinda, pero podría llamarse Juana, Manuel, Francisco o Estela, porque ella es uno de los millones de trabajadores y trabajadoras que día a día utilizan el Metro de la ciudad de México para trasladarse a su centro laboral.
Sin embargo,, debido a las irregularidades en el servicio ha ocasionado que Herlinda llegue tarde a su centro laboral, reciba regaños y descuentos de salario.
El Metro es el principal medio de transporte de la Ciudad de México, diariamente traslada a casi tres millones de usuarios; por mucho tiempo su servicio fue considerado eficiente, sin embargo, en los últimos años la situación ha cambiado.
Viaja en el tren naranja se ha vuelto un tormento, a la saturación de los trenes en las llamadas «horas pico» se suman las fallas mecánicas, mismas que se trasladan en afectaciones al tiempo de los usuarios, situación que se ha vuelto cotidiana.
A pesar de lo anterior, la gente prefiere el metro, sobre cualquier otro medio de transporte masivo por una simple situación, su bajo costo, aunque en muchas ocasiones el servicio sea deficiente.
El pasado mes de noviembre (concretamente el día 18) a través de sus redes sociales el Sistema de Transporte Colectivo reportó la suspensión de la Linea 3 debido a problemas de suministro eléctrico, las estaciones de Etiopia a metro Universidad no darían servicio. Al respecto, funcionarios de redes sociales reportaron apagones en distintas estaciones. La interrupción del servicio duro más de una hora.
Dos semanas antes, en la misma Línea 3, tras un percance que se registro en la estación Viveros donde uno de los trenes comenzó a sacar humo, usuarios vivieron momentos de angustia, pue el tren estuvo detenido por varios minutos al interior del túnel que conecta a la estación Coyoacán. Diversas grabaciones muestran a personas al interior del tren desesperadas, inclusive algunos niños comenzaron a llorar desesperados de que el convoy permanecía inmóvil sin motivo aparente.
La degradación del servicio va en aumento, los «incidentes» y retrasos que ponen en peligro la salud física y mental de los usuarios pasan desapercibidos para las autoridades capitalinas que minimizan el problema.
Trayectos entre estaciones que anteriormente se hacían en una hora, hoy se hacen en hora y media y hasta dos horas, debido a las paradas constantes entre estación y estación, además del tiempo en la propia estación.
Usar el metro actualmente significa sentir la presión de las personas en los pasillos, quedarse atrapado en el centro de dos estaciones, correr el riesgo de ser robada, pasar horas de tensión ante la posibilidad de llegar tarde al trabajo o una cita de negocios o a la escuela.
Actualmente se repara la línea número uno, pero por más que la modernicen y la pongan bella, mientras sigan la misma política en el transporte, mientras las autoridades capitalina sigan propiciando la degradación del servicio, el Metro no pasará de ser un transporte más, olvidado por los usuarios de este tren.
