ARTURO ZÁRATE VITE. Ante el hecho de que México nunca ha tenido una presidenta, hay quien pudiera considerar que a la luz del pregón “total paridad de género”, debe de ser mujer el relevo de Andrés Manuel López Obrador.
Para ello, para asegurarlo, tendrían que ser mujeres todas las candidatas a la presidencia de la República en el 2024 y no parece que los partidos estén de acuerdo en ese sentido.
¿El Instituto Nacional Electoral (INE) podría imponer candidatas?
El Consejo General del INE que encabeza Lorenzo Córdova se ha esmerado en hacer efectivo el mandato constitucional de paridad de género y se ha visto en la integración de los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES), con la finalidad de que la mitad sean presididos por mujeres.
No ha sido sencillo y algunos casos se han complicado, como sucedió con el OPLE del estado de México, donde habrá elecciones el próximo año. Tuvieron que hacer tres convocatorias para encontrar a la candidata ideal, que cumpliera con todos los requisitos. Se acordó que en el proceso de elección solo participarían mujeres, ningún varón.
Sobre quien debe suceder a Lorenzo, si un hombre o una mujer, no ha dicho nada el Consejo General, quizás porque la elección corresponde hacerla a la Cámara de Diputados.
Cero comentarios, cero opiniones, aunque no falta quien deje correr la versión de que la paridad de género también está relacionada con la que sería “paridad alterna”, para tratar de presionar a que las instituciones que han sido dominadas por hombres, ahora cedan el paso a las mujeres en sus presidencias, como sería en el caso del instituto electoral.
El punto es que la ley no habla de “paridad alterna”, en ninguna parte de la constitución dice que el cargo de titular de las instituciones debe ser alternado, una vez un hombre y en el siguiente periodo una mujer. Por lo tanto, no cabe esta interpretación, salvo que se modifique la norma, se incorpore la paridad alternativa en la titularidad de las instituciones.
Lo que llama la atención es que el instituto electoral se ha empeñado en que lleguen mujeres a las gubernaturas, para que a la larga haya 16 gobernadoras y 16 gobernadores.
En estos tiempos, en que se ha abierto el abanico de género, tampoco se puede ignorar que hay grupos que también exigen espacios políticos como los gays, lesbianas, bisexuales, transgéneros, transexuales. No hay que olvidar el escándalo que se armó en la Cámara de Diputados cuando desde la tribuna Gabriel Quadri llamó diputado a un “trans”.
A la sociedad la tiene sin cuidado si es un hombre o una mujer la que llega a ocupar cargo público o el poder presidencial; es obvio que su principal anhelo es que ascienda gente honesta, con talento, justa, que le garantice calidad de vida, no como ha sido hasta ahora.
Dentro de este contexto, porque no lo establece la ley, habría que descartar que el INE vaya a promover la paridad alternativa para que sea mujer la próxima presidenta de México.
Tampoco moverá un dedo con la finalidad de que solo mujeres compitan por relevar a Lorenzo Córdova.
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