IVETTE ESTRADA. Desde el inicio de los tiempos, el deseo más grande de los seres de todas las civilizaciones fue la felicidad. Sin embargo, un arraigado mito de “no merecer” la concibió como una utopía.
Hoy, instituciones como Harvard University, Wellington College y Tec Milenio entre otras, incorporan la asignatura de felicidad en sus planes de estudio. La misión es desarraigar creencias erróneas que la conciben como lejana e inaccesible.
Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral, asegura que la felicidad es una aspiración humana fundamental, como lo reconoce la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y que puede aprenderse con diversas acciones, como establecer conexiones más sólidas con los demás.
En una era de continuas disrupciones, las noticias que exacerban malas condiciones y riesgos latentes tienden a disminuir nuestro bienestar, dice Ballesteros. Comenta que en nuestro panorama actual las nuevas generaciones enfrentan grandes cambios en los procesos de socialización, definición de personalidad y redes de apoyo.
El confinamientos “limitó sus fuentes de información y comprensión del mundo y la interacción social y, por ende, las capacidades de adaptación, socialización e incluso lenguaje”, menciona la directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral. El reto ahora, según Ballesteros, es ayudarlos a sortear el rezago que impuso el alejamiento social.
Ante los informes de mayor índice de depresión en jóvenes, la especialista comenta que aún antes de la pandemia ya se mostraba aumento en los grados de ansiedad y depresión en este cohorte de edad. El confinamiento agudizó más tales tendencias. “Carecían de experiencias para lidiar con problemas como los que tuvimos que enfrentar”.
La solución para incrementar la resiliencia, ahora, es volver a generar conexiones sociales que “tienen un papel fundamental para sentirnos valorados y queridos”, refiere la experta en felicidad.
_¿Cómo crear relaciones significativas con otros?
_ Integrarse a un voluntariado. Así tendremos la certeza de generar acercamiento con personas que comparten nuestros intereses.
Ante el “burnout” o síndrome del quemado que es desgaste excesivo que caracteriza a las personas que tienen a otros a su cuidado, y que prolifera en profesiones como médicos, asistentes o maestros, Ballesteros comenta que es necesario practicar la autocompasión.
“No sólo implica tener un diálogo amoroso con nosotros y hablarnos como lo haríamos con nuestro mejor amigo, sino cuidarnos, alimentarnos adecuadamente, establecer pausas en la jornada laboral. Recordar que el descanso está ligado a mayor productividad y favorece distintas destrezas cognitivas como la innovación”, menciona Ballesteros.
Ante el estrés tecnológico, los consejos de la experta en bienestar son establecer pausas en la jornada laboral “para descansar los ojos”, exponerse a la luz solar, evitar comparaciones. “La vida idílica que se muestra en las redes sociales no es real y las comparaciones con nuestra realidad resultan perniciosas”, menciona la directora del Instituto de Ciencias de Bienestar Integral de Tecmilenio que realiza la 10° edición de Wellbeing 360°.
La experta recomienda una rutina de higiene frecuente para ahorrar e invertir, y en caso de que la economía personal no lo permita, analizar lo que verdaderamente requerimos consumir y evaluar opciones de reutilización y reciclaje. “Es volver consciente nuestra percepción de satisfactores”.
_¿Es feliz la experta en bienestar?
_Si. No es estar alegre todo el tiempo. Por supuesto existen retos que sortear todos los días, pero la felicidad no es lo que te pasa sino como asumes lo que ocurre. Es un aprendizaje.
Finalmente, los tres consejos para ser felices según Ballesteros son:
Gratitud. Hacer un recuento de lo positivo a lo largo del día.
Tener rutinas del sueño y descanso.
Conexiones activas con los demás.
Es momento de romper los silos impuestos por la pandemia y volver a asumir la plenitud de experiencias y vida. Es el tiempo ideal para marchar en pos de nuestra propia felicidad, por ilusorio que esto parezca. Después de todo, la felicidad no es destino sino una ruta divergente que se modifica a cada instante.