ARTURO ZÁRATE VITE. Hasta ahora no se sabe el impacto que finalmente tendrá la filtración de información confidencial. México no es el único. Los vecinos, Estados Unidos, tampoco se han salvado de que parte de sus secretos de gobierno hayan sido puestos al descubierto por el australiano Julian Assange y el estadounidense Edward Snowden, naturalizado ruso.
Le pegaron en el corazón de su inteligencia a los norteamericanos. Sus autoridades no dudaron en iniciar la persecución contra quienes vulneraron su seguridad, acusados de cometer delitos informáticos. La persecución no ha terminado y ha complicado la vida de los protagonistas de este episodio que es del dominio público en el mundo.
Hace más de 10 años WikiLeaks tuvo acceso a 700 mil documentos secretos de los Estados Unidos. Los activistas cibernéticos llamados Guacamaya capturaron más de 4 millones de documentos que tenía bajo resguardo la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) en México.
Estados Unidos también sufrió en el 2013 la filtración de información de su Agencia de Seguridad Nacional.
A la distancia, lo que se puede observar de la experiencia de los vecinos es que a pesar de la filtración más grande de su historia, no han dejado de ser una potencia mundial ni ha significado la caída de su gobierno. Tampoco se ha procedido contra funcionarios, que según revelaciones, pudieron haber actuado contra normas de su país o contra la ética.
Lo que debe ser un hecho es el refuerzo encriptado de sus documentos, para que nadie los vuelva a sustraer; aunque los hackers modernos, persistentes, pueden de nuevo encontrar clave o códigos.
Otra reacción de las autoridades, por lógica, debe de ser una actuación más estricta y apegada al marco legal, garantizar que sea en beneficio de la sociedad y de ninguna manera en su perjuicio.
Algo similar es de suponer sucederá en México. La Secretaría de la Defensa Nacional va a utilizar un mejor blindaje para su información y quizás hasta modifique sus criterios de clasificación. Es probable que se haga lo mismo con otras dependencias que manejan información delicada.
Los servidores públicos exhibidos concluirán que lo más conveniente es irse por el camino correcto, hablar siempre con la verdad, para que cualquier nueva filtración, no sorprenda a nadie.
Es tal vez la parte buena que consiguen los que se dedican al hackeo, lo que no quiere decir que ese sea su propósito, porque también el ciber-espionaje puede responder a intereses económicos o tratarse de estrategias para desacreditar gobiernos.
4 millones de documentos es mucha información que no se agotará en una semana o en un mes. Ya se verá si tiene fondo político y llevan el asunto informativo hasta las elecciones de 2024.
Los hackers llegaron para quedarse en el mundo y se han convertido en una especie de vigilantes anónimos.
El mejor antídoto para los gobiernos que no quieran ser hackeados es conducirse con verdad y enfocarse en darle calidad de vida a sus gobernados, sin engaños ni simulaciones.
Cuando no hay nada que esconder que huela mal o a corrupción, nada habrá que temer, a ningún hackeo.
@zarateaz1
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