JUAN CHÁVEZ. En la reunión de la noche del Grito, un coronel me relató que en las filas del Ejército existe enorme descontento contra el presidente López Obrador por el daño que su gobierno le está haciendo a México y, en particular, el desprestigio que ha sumado a las fuerzas armadas.
“Hemos dejado de ser la institución más respetable y admirada de nuestro pueblo y ahora, echados a las calles para combatir a los cárteles del crimen organizado, estamos perdiendo más”, expuso.
No hay forma de frenar la violencia en el país con la política de los abrazos, señaló.
Han echado mano de nosotros para construir un aeropuerto, trenes, sucursales bancarias, segundos pisos, para que la hagamos de corredores inmobiliarios, encargados de la salud, distribuidores de medicinas y libros, choferes de pipas, agentes migratorios y aduanales, y productores de árboles y semillas, entre otros.
Hemos cumplido los caprichos sin chistar, al menos públicamente, y bajo la constante crítica. Pero hoy, como quizá no había sucedido antes en la actual administración, se sienten traicionados y están furiosos.
En el Ejército existe un beneficio laboral llamado “haber de retiro”. En términos prácticos es un pago mensual para todo elemento que decide tomar el camino de la jubilación, ya sea por alcanzar la edad máxima permitida para el rango o por llegar a los 20 años de servicio mínimos que marca la ley. Ese “haber de retiro” paga de acuerdo a la jerarquía y cambia de nombre a “pensión” cuando el militar muere y la compensación económica es para su familia.
Y aquí comienza el problema. A los pocos meses de la llegada de López Obrador a la presidencia, y del general Luis Crescencio Sandoval, a la secretaría de la Defensa Nacional, el pago del “haber de retiro” entró en pausa, pero no para todos los militares jubilados sino únicamente para varios que decidieron dejar sus puestos en lo que va de esta administración.
Bajo la condición de guardar el anonimato, el coronel citó que al menos 13 casos de militares de distintos rangos, tanto de carrera oficial, como de tropa, que al retirarse en este sexenio no han recibido ni un solo pago de su “haber de retiro”. Únicamente les han entregado el fondo de vivienda y de ahorro, más el seguro colectivo, que es una especie de afore. Pero nada de la mensualidad que muchos contemplaron para vivir y mantenerse.
Las quejas se acumulan en la Dirección General de Infantería, ubicada en Lomas de Tecamachalco, de la Ciudad de México, sin que exista una respuesta lógica de las autoridades. El enfado y la preocupación ya recorren los círculos de los altos mandos, porque por mera lógica ellos estarían más cerca de resultar afectados, sin importar su entrega y obediencia, sobre todo en este gobierno.
En esos mismos círculos militares corren rumores de que el dinero del “haber de retiro” no les llega a los beneficiarios porque se está utilizando para los proyectos faraónicos que ellos mismos están construyendo.
El militar juró no mentir y precisó que solo está en espera del ascenso a general, para pedir su retiro.
¿Hay peligro de levantamiento militar? Sí, si las cosas siguen como van y no les pagan su “haber” a los militares retirados. “Pero, además, si no nos autorizan a escupir plomo a discreción, estaremos fallando y el pueblo pensará que somos unos inútiles”, precisó. El prestigio del Ejército está en juego.