CIUDADANO DE A PIE/ El otro lado de la tortilla

VERÓNICA VALDÉS GONZÁLEZ. La tortilla es un producto básico en la dieta de los mexicanos, es el acompañante perfecto para la mayoría de nuestros platillos, desde los más sencillos y económicos hasta los más caros y sofisticados.

Desde el punto de vista nutricional, contribuye a la energía diaria que necesitamos por su alto contenido de hidratos de carbono, de calcio, fibra y potasio, además de ser baja en grasa y sodio.

México es el principal consumidor de tortillas de la región, se estima que 94 por ciento de la población la come. En el medio urbano el consumo per cápita anual es de 56.7 kilos, algo así como seis tortillas por día.

Mientras que en el medio rural el consumo por persona es más elevado, 79.5 kilogramos por año, nueve tortillas en promedio, según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)

El panorama anterior explica por sí mismo el gran malestar que genera entre la población el incremento de este producto, su precio en la actualidad (20 pesos kilo promedio) representa más del once por ciento del salario mínimo.

El alza en el precio de la tortilla se registra desde hace un par de años, aunque las mayores aumentos han sido en los últimos doce meses, tendencia que se mantendrá por lo que resta del año o hasta que el gobierno federal  logre controlar la inflación.

Pero el disco plano de masa cocida de nixtamal que se elabora a mano o en máquina tortilladora, de acuerdo con la definición de Larousse,  tiene dos lados uno de luz, por su valor nutritivo y otro de sombra, su desperdicio.

Cifras del Banco Mundial  (BM) señalan que en México cada año se desperdician 20 millones 400 mil toneladas de comida, uno de estos alimentos son las tortillas, de las cuales 28 por ciento se desechan, esto es tres de diez, lo que representa la mitad de lo que una persona consume diariamente en el medio urbano y la tercer parte del consumo en el medio rural.

El texto del BM revela que la mayor parte del desperdicio, 11 por ciento, se produce en los hogares, en los servicios de alimentación y los establecimientos minoristas que tiran un 5 y dos por ciento, respectivamente.

Si se logrará recuperar ese alimento, se podrían dar 19 kilos de tortillas a cada familia pobre del país sin costo alguno y de manera semanal permanentemente.

La producción de alimentos implica emitir grandes cantidades de dióxido de carbono, utilizar miles de litros de agua para que al final vaya a la basura.

El precio de los productos se rige de acuerdo a la oferta y la demanda, adquirir la cantidad de alimentos que realmente se consuman podría disminuir la demanda y en consecuencia los precios. Es ejercer nuestra responsabilidad y poder como consumidores.

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