A grandes males, grandes remedios, dice el refrán. Pero el caso de la inmigración indocumentada en Estados Unidos se está complicando cada vez más y, hay quienes con sus remedios la empeoran
ROGELIO FAZ. A los migrantes retenidos en la frontera con México que solicitan refugio o asilo en Estados Unidos, los están trasladando a ciudades santuarios: Nueva York, Washington, DC y Chicago, a iniciativa del gobernador de Texas Greg Abbott (republicano), en protesta contra el gobierno federal. Arizona (R) y Florida (R) están haciendo lo propio.
La alcaldesa de Chicago Lori Lightfoot (demócrata), el gobernador de Illinois J.B. Pritzker (demócrata), el Salvation Army y el activismo pro migrante, los están recibiendo y atendiendo sus necesidades básicas: techo, comida, asistencia de salud y artículos de primera necesidad.
Pero también están creando inconformidad e inconvenientes, pues Ligthfoot y Pritzker los está reubicando en hoteles de suburbios republicanos sin previo aviso o consentimiento. Al igual de lo que se quejan de Abbott.
Esto representa un costo a los contribuyentes. Además, se están brincando la “cerca” en el proceso migratorio sobre quienes tienen más tiempo y méritos.
Demócratas humanistas
La alcaldesa Lightfoot, le reprochó a Greg Abbott su falta de sensibilidad al estar enviando migrantes a Chicago en autobús sin previo aviso. Dijo “es un hombre sin ninguna moral, humanidad o vergüenza».
Por su parte, el gobernador Pritzker dijo que “era inhumano al trasladarlos como si fueran ganado”.
Esta nueva saga migrante surgió después de que el presidente Joe Biden (D) retirara la restricción del Título 42 impuesta por su antecesor Donald Trump (R- MAGA “Make America Great Again”), debido a la pandemia del Covid-19; una medida sanitaria con virus de estigmatización.
Con Biden se están tomando medidas humanamente correctas y políticamente religiosas que, en lugar de ayudar mandan una señal de tolerancia política y de incapacidad para cumplir la penitencia.
Migración dosificada
Anteriormente convertirse en inmigrantes requería mantener discrecionalidad para no ser presa de la migra. No obstante, de manera exponencial la migración no solo fue de familias completas; desde la abuelita hasta el bebé por nacer; sino también de pueblos enteros, que migramos como ganado buscando la pradera verde.
Con todo, el migrante era consciente del compromiso de valerse por sí mismo y de no “hacer olas” que comprometiera la estancia.
Era una inmigración dosificada como evidente. Ahora es por “manadas”, que obligo a Pritzker a llamar a la Guardia Nacional para encarrilarla.
Brincando la cerca
Después de la amnistía de Ronald Reagan (1986) surgió la exigencia de la gran reforma migratoria, la “enchilada completa”, después DACA; jóvenes para poder continuar sus vidas en EU.
Pero en lugar de crear las condiciones para la reforma, esta quedo ‘acorralada’, debido a que los opositores primordialmente republicanos lo ven como abrir la puerta de par en par a la inmigración indocumentada. En parte cierto, es evidente.
Basto ver como desde este jueves 15 de septiembre para festejar la Independencia de México y Centroamérica, se paraliza el centro de la ciudad con caravanas de carros y gente caminando y bailando por las calles, ondeando banderas enromes, escuchando música regional a todo volumen y lanzando ‘cuetes’ al aire. Desobedeciendo todas las recomendaciones de seguridad y orden, además obstruyendo el tráfico.
Las caravanas migrantes demuestran que se puede brincar la línea fronteriza y el proceso para ser ubicados en ciudades santuarios. El humanismo político demócrata da para eso y más. Como inconvenientes, pues supermercados aledaños a los “hoteles santuarios”, sus estantes de leche, por ejemplo, se están viendo vacíos.
Con la bendición de Dios
Aun así, sin la reforma ‘madre’, la de los eternamente 11 millones de indocumentados, la inmigración sigue. Los argumentos son los mismos: unión familiar, el sueño americano, una vida digna, EU nos necesita, este país es de inmigrantes, etcétera.
Cabe destacar como algunos migrantes creen tener el derecho de ingresar a EU por el hecho de ser hijos de Dios, aunque terrenalmente las condiciones no están dadas ni en logística ni humanamente posible para el proceso.
Independientemente de las razones por la que se emigra, se ve a EU como la tierra prometida y, la bendición de Dios como pasaporte. Requisito: crear una situación de crisis humanitaria.
Remedios sin vergüenzas
La inmigración está desbordada con conceptos equivocados, injustas y costosas, como utilizar recursos que se reclaman para veteranos de guerra y “homeless” en EU. Esto está molestando mayoritariamente al electorado republicano.
En otras palabras, se ‘resuelve’ por la vía política y con remedios que van a irritar a muchos independientemente de que lado se esté. Los argumentos para una reforma migratoria ya no convencen porque los inmigrantes hemos abusado de eso para convertimos en ganado sin redil. Y el remedio no será muy humanista que digamos.
«Las futuras generaciones estadounidenses estarán agradecidos por nuestros esfuerzos para recuperar humanamente el control(sic) de nuestras fronteras y con ello preservar el valor de uno de los bienes más sagrados de nuestro pueblo: la ciudadanía estadounidense». Ronald Regan. ‘Oops!’