JUAN CHÁVEZ. Con el Ejército en las calles y un PRI que demanda que permanezca ahí, es hora de preguntarnos si tenemos el gobierno que los mexicanos nos merecemos.
Cuatro años de fechorías que destruyen a México, no parecen ser suficientes y hay que conceder todavía más y propiciar que López Obrador consolide su dictadura.
Es un presidente tirano e imperial.
El que un gobierno que se dice de izquierda, y liberal, esté impulsando la militarización, no solo de la seguridad pública, sino de una amplia variedad de actividades productivas, es inquietante. Es la estrategia de una dictadura de derecha. Sorprende más que el presidente haya sometido al Congreso unas reformas de leyes secundarias para asegurar la militarización permanente de la Guardia Nacional en abierta violación a la Constitución.
Para recalcar su desprecio por la Carta Magna, utilizó su mayoría en la Cámara de Diputados para declarar la iniciativa de «obvia y urgente resolución» y obtener una «dispensa de trámites». La iniciativa voló así por la Cámara sin pasar por comisiones, sin dictámenes y sin que se le cambiara una sola coma. Es la forma de legislar de un gobierno autoritario.
Un régimen progresista, no busca encarcelar a personas antes de ser juzgadas. La prisión preventiva violenta las garantías individuales. Este 5 de septiembre, el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de las Naciones Unidas exhortó de manera urgente a México a anular ese castigo previo al juicio.
«La prisión preventiva oficiosa es contraria a las garantías internacionales de protección de derechos humanos», declaró Miriam Estrada-Castillo, presidenta relatora.
La Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, así como el Comité de Derechos Humanos y el Comité contra la Tortura de la ONU, han adoptado conclusiones similares. En 2019, cuando el gobierno de López Obrador amplió el catálogo de delitos con prisión preventiva oficiosa, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señaló: «La aplicación de la prisión preventiva obligatoria en razón del tipo de delito constituye no solo una violación al derecho a la libertad personal protegido por la Convención Americana, sino que convierte a la prisión preventiva en una pena anticipada».
Pero no hay más que aguantar el fierro rojo que AMLO sostiene en su horno de Palacio y con el que todos los días, en sus mañaneras, amenaza a quienes abominan su dictadura.
La prisión preventiva oficiosa se ha convertido en el chicote que azota a diputados y a ministros de la Corte para que la dejan como L(i)opez la concibió en 2019 para utilizarla en sus juicios inquisitoriales como moderna inquisición arrancada de los tiempos de la Colonia.
El PRI de Alejandro “Alito” Moreno ya es cómplice del dictador con la iniciativa promovida por la diputada priista Yolanda de la Torre para ampliar cuatro años la facultad del presidente de disponer de las Fuerzas Armadas para tareas de seguridad.
Es decir, el Ejército, Marina y Guardia Nacional seguirán como dueños de las calles de México dizque para garantizar la seguridad de lo sociedad.
Por lo pronto los otros dos líderes opositores declararon la ruptura temporal de la coalición Va por México y las elecciones del Edomex y la presidencial de 2024 irán sin oposición “fuerte”.
El dictador de Palacio mató dos pájaros de un tiro y “Alito” volvió a salvar su pellejo.
Como lo consignó Víctor Hugo hace siglos:
“Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa”.
O como lo acuñó para la posteridad Gandhi:
“Si hay un idiota en el poder es porque quienes lo eligieron están bien representados”.