TERESA GIL. La ONU, cuyo alto comisionado de Derechos Humanos, Guillermo Fernández Maldonado, estuvo presente en el acto sobre los desaparecidos el 30 de agosto, no penetra en los verdaderos problemas de esa terrible secuela. Tendría, en primer lugar, que señalar a los gobiernos de Estados Unidos por omisos o incapaces para controlar la demanda de drogas a México desde ese lugar. Países y otros sectores internacionales que le cargan la mano al actual gobierno, evaden también meterse con el imperio. La Cruz Roja Internacional señala a México como el país que tiene más desaparecidos en América, pero no aclara que miles de esas cifras vienen de décadas pasadas. Más de 105 mil desaparecidos se mencionan en el país, acumulados durante varias décadas y las causas pueden ser muchas. Entre las más reiteradas están el autoritarismo que prevaleció por décadas con la desaparición forzada, la corrupción, la delincuencia organizada y la cercanía con Estados Unidos ya mencionada. Esta es una permanencia geográfica que nos impacta de diferentes maneras y que en este problema mucho tiene que ver con el desarrollo del narcotráfico, por la demanda de droga que viene de ese país.
MUCHAS CAUSAS EN LAS QUE NO SE PUEDE PENETRAR, COMO LAS FAMILIARES
Se mencionan desapariciones voluntarias o por crímenes particulares, que pueden ir en ascenso. Decenas de mujeres desaparecidas fueron encontradas asesinadas en los patios y sótanos de un feminicida del Estado de México en fecha reciente. El autoritarismo que se instaló en gobiernos que utilizaron la Revolución como una forma de permanencia en el poder, ya institucionalizada, produjo infinidad de desapariciones en las guerras sucias que impulsaron algunos gobiernos y que puede datar desde hace varias décadas. De muchos casos no se tiene ningún punto de partida. El autoritarismo inserto en gobiernos locales todavía se exhibió y exhibe en muertes violentas y desapariciones en las que encabezan las listas Jalisco, Guanajuato y Tamaulipas. Muchos desaparecidos actuales lo son por ser defensores de su entorno, de causas sociales, por posturas ideológicas que molestan a grupos locales o por secuestros, luchas delincuenciales o enemistades personales.
EL AUTORITARISMO DEL SISTEMA, DEJÓ EN EL LIMBO A MILES DE VIDAS
Los más de 30 mil desaparecidos que se le quieren adjudicar a este sexenio, los cuentan los medios desde 2018, pero este gobierno tomó posesión el primero de diciembre de ese año. O sea que varios de esos miles pertenecen al gobierno de Enrique Peña Nieto. Los demás, han sido la secuencia que siguió por las condiciones imperantes, de como el mexiquense entregó al país. Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, los Figueroa en Guerrero y otros ex presidentes, caciques, gobiernos locales y estatales, crearon a lo largo de décadas, un imperio de autoritarismo que se cebó en disidentes, guerrilleros o personajes de medios y sociales, que disentían de ellos. Una responsabilidad específica, local y federal que debe deslindarse, aunque la ONU muy tramposa, señale como principal responsable al Estado. No hay que olvidar que la nuestra es una federación y si bien la política federal determina su responsabilidad, la primaria en los casos locales, corresponde a los gobiernos de ese entorno. Lo federal en otros tiempos ha estado a la vista. A lo largo de las décadas, desde el poder siempre argumentaban la persistencia del sistema para ejercer acciones violentas. Muchas de éstas son las desapariciones forzadas, la guerra de exterminio en Guerrero y la embestida en Tlatelolco, cuyas muertes y desapariciones reales aún se ignoran. Otros presidentes eran más rápidos, porque se ausentaban como Adolfo López Mateos, y grupos del ejército eliminaban a Rubén Jaramillo y a su familia; su esposa, además, embarazada. Algunos también usaban al ejército como Rubén Figueroa Figueroa, el temible cacique de Guerrero que mandó matar a Lucio Cabañas y a otros guerrilleros y a desaparecer a varios. El número de los desaparecidos que nada más se daba en cifras que además no eran confiables, fue aumentando con las décadas. Los esfuerzos para buscar fueron limitados y algunos llegaron a organismos internacionales 40 años después. Con Felipe Calderón la cifra de muertos y desaparecidos subió drásticamente ante la decisión de enfrentar al ejército con un narco en pleno despliegue, cuyas complicidades, ahora al descubierto con pelos y señales, ponen en evidencia el porqué desaparecieron tantas personas, cuya secuela está presente. En esas complicidades se mencionan a la DEA y a altos funcionarios como Genaro García Luna, en proceso en Estados Unidos.
LAS DEMANDAS ESTADOUNIDENSES DE DROGA Y EL SURGIR DE LAS BUSCADORAS
¿Hasta qué punto un estado se considera dueño de la vida de sus integrantes, como para provocar la desaparición forzada de algunos de ellos? Esta fue lo común en décadas pasadas y las desapariciones vienen de esas vertientes como parte de una política autoritaria que dio la pauta para eliminar personas. El gobierno actual ha tratado de detener esa avalancha, con una nueva política y ha habido disminución en el crimen, pero las condiciones en lo que es el crimen organizado están muy definidas. Tardará tiempo esa lucha. Como decíamos antes, no se profundiza desde organismos internacionales en la demanda permanente de drogas de Estados Unidos que revitaliza a un crimen organizado. Este tiene reyertas propias, matan, descabezan grupos y crean estructuras de desaparición en fosas, recovecos, pozos y montañas, cuando no son eliminados por el fuego o el ácido. Todo es monstruoso y es parte de políticas cómplices que se exacerbaron y en las que toman parte por su omisión poderes propios del estado como el poder judicial al hacer mutis en esos casos. Todo eso se ha denunciado incluyendo el surgimiento terrible de los buscadores de desaparecidos en lomas, sierras, terrenos agrestes, mujeres y hombres llevados por la esperanza de encontrar a sus familiares. Un libro que causó impacto es Tiempo suspendido, una historia de la desaparición forzada 1940-1980 (Editorial Bonilla Artigas 2021), de Camilo Vicente Ovalle que fue presentado en 2019 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Es un libro acuciante que se refiere a esos años de la guerra sucia y la intervención infame de autoridades que no se detenían para acallar a los que consideraban enemigos. Se refiere en especial a los estados de Guerrero, Sinaloa y Oaxaca. Y después de esos años, las desapariciones siguieron en aumento…