EDUARDO MERAZ. Machetazo a caballo de espadas o chamaqueada, el caso es cómo los organismos de salud internacionales le han visto la cara al presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez con eso de la entrega de medicamentos y vacunas, a costa de la salud de los mexicanos.
Supuestamente el mecanismo COVAX (Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19) es una iniciativa global dirigida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyo objetivo primordial es contrarrestar el acceso inequitativo a las vacunas, sobre todo por parte de los países con ingresos más bajos.
Pues resulta que los antígenos adquiridos a través de este esquema no han llegado y México pagó por adelantado 75 millones de dólares, olvidando el titular del ejecutivo sin gracia la máxima popular que músico pagado toca mal son.
A su vez, la UNOPS (Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos) también le ha incumplido a México para la adquisición de las claves de medicinas, lo cual ha contribuido al agravamiento de la escasez de las mismas.
Haber acudido a ambos mecanismos, con el propósito de acabar con el sistema neoliberal en el abasto y distribución de medicamentos e insumos médicos y combatir la corrupción, terminó siendo peor el remedio que la enfermedad, como ha quedado demostrado a lo largo de los cuatro años de la presente administración.
Y no sólo en el plano exterior, sino también internamente, donde la empresa paraestatal Birmex ya aceptó su incapacidad para poder distribuir con eficiencia insumos y medicinas, por lo cual el sistema de abastecimiento ha generado estanterías vacías en las farmacias del sector salud público.
La prácticamente extinción, en unos cuantos días, del Instituto Nacional de la Salud para el Bienestar (Insabi), es la manifestación más clara e irrefutable del rotundo fracaso de la estrategia de salud seguida por el cuatroteísmo, lo cual se ha traducido en buena medida en el número excesivo de fallecimientos en casi tres años.
El calificativo de “deplorable” aplicado al modelo de seguridad social en favor de empleados y servidores públicos, en realidad debe hacerse extensivo a todo el sistema de salud, por lo cual los mexicanos prefieren acudir a los servicios médicos adyacentes a las farmacias, con tal de evitarse la monserga de acudir a los centros hospitalarios públicos.
Si se hacen cuentas, hoy los mexicanos pagamos una especie de “derecho de piso” en materia de salud, pues además de la carga impositiva, quienes gozan de seguridad social, cubren una cuota adicional por estos servicios y, ahora, ante el pésimo funcionamiento del sector público, deben pagar sus medicamentos.
Ojalá este esfuerzo extraordinario hubiese servido para reconstruir un sistema de salud ineficiente heredado, pero los presupuestos destinados a este renglón, además de magros, en comparación con el destinado por otros países y de acuerdo a las necesidades de la población, se han subejercido.
Es claro, entonces, el nulo interés del presidente sin nombre -como se evidencia en un audio que circula en las redes sociales- donde manifiesta su indiferencia por los mexicanos fallecidos, a cambio de contar con los recursos suficientes para sus obras emblemáticas, que saldrán carísimas, al doble de lo programado.
Dentro y fuera, el primer mandatario es chamaqueado con singular alegría y para no ser objeto de escarnio presentará denuncias y, quizá, hasta demandas para taparle el ojo al macho.
En este rubro -como en muchos otros- quedó demostrada la incapacidad del presidente que se sentía el rey de todo el mundo. De nada le sirvieron sus marrullerías y truculencias para garantizar la salud de los mexicanos, mucho menos contar con un sistema de salud equiparable al de Dinamarca.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Ahora resulta que el morenismo está dispuesto a ser “partido de conquista” de descendientes de los colonizadores, como lo acaba de hacer la jefa de gobierno, chica de rojo y corcholata, Claudia Sheinbaum, al contratar al consultor hispano Antoni Gutiérrez-Rubí.
@Edumermo