ROBERTO CIENFUEGOS J. Confieso que preparaba un texto diferente para este lunes, pero cambié de idea al topar de pronto con el informe denominado Digital News Report 2022, del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo, autodefinido como un centro de investigación y grupo de expertos con sede en el Reino Unido. El Instituto Reuters es el centro de investigación de la Universidad de Oxford sobre temas que afectan a los medios de comunicación a nivel mundial.
Así que comparto con usted, lector (a), colega incluso, este documento que aporta hechos significativos, importantes y de trascendencia.
El informe de este año ofrece nuevas claves sobre el consumo de noticias. Está basado en un sondeo con más de 93.000 entrevistas en 46 mercados, entre ellos seis países de Latinoamérica, España y Portugal.
Hace notar que el 42% de los estadounidenses, en su mayoría mujeres, evita con frecuencia las noticias, desde aquellas que se relacionan con la pandemia hasta la invasión rusa de Ucrania o el aumento del costo de vida, porque les parecen «demasiado deprimentes». Se trata del porcentaje más alto del mundo, según una investigación reciente del Instituto Reuters.
El reporte añade sin embargo una tendencia generalizada (del 29% al 38% en 5 años), especialmente en los países con mayor índice de agitación política, como Estados Unidos, Brasil y Gran Bretaña, lo que define como una auténtica epidemia, en particular entre las personas menores de 35 años, que cada vez están más informadas en la red TikTok y otras plataformas sociales.
El 36% dijo que las noticias les bajan el ánimo.
Se añade que el grado de confianza en las noticias, y en los medios que las generan, también van a la baja: sólo el 42% cree en ellas la mayor parte del tiempo.
Este porcentaje bajo en Estados Unidos a un récord mundial del 26%, con una decena de puntos perdidos bajo los ataques persistentes contra la prensa durante la presidencia de Trump.
El fenómeno hizo que expertos e intelectuales iniciaran una serie de investigaciones para determinar los motivos de esta huida del creciente e incesante bombardeo informativo.
Entre ellos, Amanda Ripley, una reconocida periodista estadounidense (Time, The Atlantic) y escritora (autora del bestseller «The Smartest Kids in the World») que comenzó a capacitar a periodistas para informar de conflictos polarizadores de una manera diferente, en colaboración con la «Solutions Journalism Network».
Ripley recién confesó en el Washington Post que se desconectó de las noticias durante años luego de visitar a un terapeuta y tras descubrir que algunos compañeros, en su mayoría mujeres, hacían lo mismo.
Se planteó: «Si muchos de nosotros nos sentimos intoxicados por nuestros productos, ¿podría haber algo mal con ellos?».
Al respecto, el Instituto Reuters dio a conocer una investigación, según la cual las noticias son desalentadoras, repetitivas, de dudosa credibilidad y dejan al lector con un sentimiento de impotencia.
Pero Ripley consideró que la falta de confianza en los medios o en su modelo de negocio basado en el supuesto atractivo de la negatividad resulta insuficiente para explicar la creciente desafección por las noticias.
En realidad parecería que la prensa ignora «el factor humano», es decir, la capacidad de metabolizar una perpetua avalancha de malas noticias.
Argumentó además que tiene sus dudas sobre el hecho de que las personas pudiéramos estar equipados, psicológica o mentalmente, para recibir noticias e imágenes catastróficas y desorientadoras las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
La periodista Krista Tippett explicó que en realidad las personas somos criaturas analógicas en un mundo digital.
Con base en entrevistas a expertos, incluidos médicos, científicos y psicólogos, Ripley concluyó que los medios carecen de tres ingredientes: esperanza (cuya ausencia genera depresión, ansiedad, enfermedad), acción y dignidad.
En consecuencia, los reporteros, tendrían que encontrar la manera de vislumbrar la esperanza detrás del miedo, de convertir la ira en posibles soluciones, y de acercarse a todos con respeto.
«Solutions Journalism Network» está capacitando a más de 25.000 periodistas en todo el mundo, y el Christian Monitor intenta contar lo que pasa en el mundo reportando realidades brutales y fotos vívidas con la receta sugerida por Ripley. El mundo, ni duda cabe, está en un cambio vertiginoso e inédito. Hace unas cuatro décadas, los medios masivos de comunicación iniciaron una revolución tecnológica sin precedentes y demasiado veloz. Las repercusiones de esa revolución están en curso. En buena parte, el periodismo dejó de ser lo que fue en prácticamente toda su estructura y praxis. Hoy es un ejercicio virtualmente instantáneo y digo esto sólo para apuntar un hecho mínimo, pero contundente. Cosa entonces de escuchar, entender y proceder. ¿No cree?
@RoCienfuegos1