Ciudad de México, 21 de agosto (entresemana.mx). En el marco de la creciente deriva autoritaria que afecta a México y América Central con crecientes casos de persecución de opositores, organizaciones civiles y medios periodísticos, Save Democracy manifiesta su extrema preocupación por la situación en Nicaragua, agudizada ahora por el sistemático acoso de la dictadura Ortega-Murillo contra la Iglesia Católica.
Tras la detención de Monseñor Rolando Álvarez bajo el supuesto de organizar a grupos violentos, desestabilizar al Estado y atacar a sus autoridades, Save Democracy deja muy claro que la lucha contra el autoritarismo no tiene más signo ideológico que la salvaguarda de la libertad.
En Nicaragua la separación entre poderes ha sido borrada, no existe la libertad de expresión, y la opinión y el disenso se encuentran absolutamente criminalizados a través de normas como La Ley de Ciberdelitos o la Ley de Soberanía, que no hacen otra cosa que descalificar la opinión política de las personas y ponerlas en la categoría de “traidores de la patria”.
Es a todas luces claro que en Nicaragua se expresa la inaceptable agudización de un patrón autocrático que se repite en todo régimen populista autoritario, como el encabezado por Nayib Bukele en El Salvador y, de manera incipiente, en los de Andrés Manuel López Obrador en México y de Rodrigo Cháves en Costa Rica. Este patrón autocrático debe ser advertido y condenado por la comunidad democrática internacional, so pena de aceptar que se extienda su irrefrenable toxicidad antidemocrática a toda la región, como consigna de impunidad en sus acciones para mantener el poder a toda costa.
Si la arquitectura multilateral ha perdido capacidad de resolución de estas graves fracturas de la gobernanza democrática en América, es momento de actuar con decisión y sentido de urgencia para recuperarla, antes que la violencia se consolide como divisa dominante en nuestra región.
El régimen Orteguista ha optado de manera creciente por radicalizar y extremar la represión para neutralizar toda oposición sea esta militante, partidaria o discursiva.
En estas difíciles horas en Nicaragua la democracia ha sido pisoteada y con ella miles de ciudadanos, privados de su libertad, asesinados o desaparecidos. De tal modo y en virtud de las limitaciones que se han venido produciendo para alcanzar una salida racional al conflicto creciente, es que hacemos un llamado a la comunidad democrática internacional, al Papa Francisco y, de manera solidaria, a todas las iglesias para que a través de su intervención se establezca una mesa de diálogo que conduzca a la liberación de los cientos de presos políticos, que culmine con los procedimientos ilegales y abusivos como las detenciones arbitrarias e injustamente prolongadas, y para que se ponga fin a toda violación de derechos humanos. Asimismo, este diálogo debe incluir a representantes del gobierno y la sociedad civil para que, deseablemente con la ayuda de garantes internacionales, superen la crisis política y social: Para ello se requieren reformas institucionales que deriven en la celebración de nuevas elecciones que restablezcan el orden constitucional y restauren el sistema de libertades y derechos propio de cualquier democracia.
Se debe actuar ahora, en atención a los distintos mandatos jurídicos, éticos y morales que recaen sobre las distintas instituciones aludidas, en favor de una salida humanitaria para el conjunto de las mujeres y hombres nicaragüenses, sean de la religión o ideología que fuere, en la defensa de sus derechos humanos, entre otros: su derecho a vivir, a pensar, a hablar y a ser juzgado en igualdad de condiciones como derecho universal, sin nombre ni fronteras. La salida a esta crisis nunca surgirá de la aniquilación del adversario, y sólo podrá devenir del diálogo y del firme compromiso internacional.