EDUARDO MERAZ. Enfundado en su vestimenta de castidad y pureza, dispuesto a soltar una lágrima si la ocasión lo amerita y siempre señalando a los otros como los causantes de todos los males, el líder ha hecho de la defensa su mejor estrategia de ataque, negando todo lo malo y magnificando lo supuestamente bueno.
Un día sí y el siguiente también, atosiga a adversarios reales o producto de su imaginación, por no reconocerle todas las virtudes y cualidades de un gobierno pensado en los pobres, deseoso de obtener la autosuficiencia en casi todas las áreas y ofrecer a la gente toda la felicidad tanto tiempo postergada.
En ese su mundo de ensoñación, el presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez se prepara todas las madrugadas frente al espejo de los otros datos, donde se refleja su figura y la magnificencia del momento destella, al menos, un rayito de santidad, la cual le permitirá transmitir la sabiduría cuatroteísta, menospreciada en lo local, pero altamente apreciada en el mundo mundial.
Según sus encuestas, es el segundo mandatario más popular en el mundo, a pesar de encabezar un gobierno donde el crecimiento económico está por debajo de cuando recibió el mandato.
Durante los primeros cuatro años de su inigualable administración más de cinco millones de mexicanos se han incorporado a la pobreza y alrededor de tres cuartas partes de la población ha visto descender sus niveles de vida, gracias a la aplicación de su “economía moral”.
El aumento del salario mínimo por encima de la inflación, de poco ha servido, pues la pobreza laboral comprende cada vez a un mayor número de trabajadores, por la actitud desprendida de los patrones, que han ido reduciendo los salarios pagados antes de la pandemia, contando con la bendición del oficialismo.
La construcción de sus obras emblemáticas -aeropuerto de Santa Lucía, refinería de Dos Bocas y el Tren Maya-, una vez perfectamente concluidos, representarán un sobrecosto de más de 10 mil millones de dólares, casi el doble de lo originalmente presupuestado. El “Amloproa” resultará más oneroso al Fobaproa y se extiende a todos los ámbitos.
Ya tiene en su haber más de 130 mil homicidios dolosos, aun cuando cuadruplicó el número de elementos encargados de combatir el crimen; otras 31 mil personas han desaparecido durante su gestión y los feminicidios aumentan de manera constante.
Los 600 mil muertos por Covid-19, desde su perspectiva serían mucho más si no hubiese aplicado la “exitosa” estrategia sanitaria, basada en desdeñar u omitir las recomendaciones de los organismos internacionales de salud, propiciar subejercicios presupuestales en dicho rubro y crear y casi extinguir una nueva institución de salud (Insabi) totalmente fallida.
Mientras un tercio del territorio nacional está bajo el control de la delincuencia organizada, y empresarios de dentro y de fuera exigen seguridad, el presidente sin lucidez presume que si no hubiese llegado al poder, México se encontraría en completa ingobernabilidad.
Todos estos “logros” inocultables, obligan al inquilino temporal de Palacio Nacional a hacer de su teatro en atril mañanero el fuerte desde donde justificar todas sus acciones y atacar a quienes se nieguen a reconocer el tránsito del malvado neoliberalismo a casi el paraiso del cuatroteísmo.
Así, como si estuviera frente al espejo mágico, transpirando castidad y pureza, a punto de levitar y acercarse a las alturas de los próceres de la patria, exclamó este jueves:
“Si nosotros no hubiésemos ganado y hubiese continuado más de lo mismo y todos los apoyos arriba, como lo hacían, ahí sí que el país estaría en completa ingobernabilidad, pero no, la gente quiere salir adelante, tiene esperanza y quiero hacerlo pacíficamente y vamos bien”.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Según el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, los sucesos de Ayotzinapa deben considerarse “crimen de Estado”, los muertos por Covid-19 ¿cómo deben ser considerados? En ambas circunstancias hubo omisión, colusión, ocultamiento y participación de las autoridades.
@Edumermo