DULCE MARÍA SAURI RIANCHo (SemMéxico, Mérida, Yucatán).. Este verano han llovido más candidaturas que agua del cielo. La contagiosa epidemia de los “destapes”, inoculada por el jefe máximo de Morena, ha llevado a esta fuerza política a “adelantar” los procesos para definir a sus abanderadas, abanderados para las gubernaturas del Estado de México y Coahuila, pero también a acicatear a sus prospectos y prospectas a suceder al presidente López Obrador en 2024.
Como es la mayoría gobernante, lo que haga o deje de hacer el Movimiento de Regeneración Nacional se vuelve un referente necesario para la actuación de las oposiciones, pero también para la sociedad civil y sus organizaciones que, desde distintas trincheras, buscan incidir en las definiciones del futuro común que viene en poco más de dos años.
En el periodo de la alternancia, el disparo de salida para luchar por la candidatura presidencial estuvo a cargo de las oposiciones.
Vicente Fox inauguró esta nueva etapa en 1997, cuando al día siguiente de la elección federal intermedia del 6 de julio, desde el Palacio de Gobierno de Guanajuato, salió con spots de televisión y radio donde manifestaba su propósito de contender en el todavía lejano 2000.
Las candidaturas opositoras de 2006, principalmente la del entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, se revelaron antes que el PAN —el partido gobernante— aceptase a regañadientes la candidatura de Felipe Calderón. Situación similar se vivió en 2012, con el PRI aventajado en su proceso para seleccionar a Enrique Peña y el PRD, con la definición temprana de la segunda candidatura de Andrés Manuel López Obrador.
Hace seis años, a estas alturas de 2016, nadie ponía en tela de duda que AMLO sería candidato por tercera vez, después del exitoso debut electoral del movimiento que había fundado y que presidía, Morena, en la elección de 2015. Menos acentuado, pero PAN-PRD-MC fraguaban la candidatura de Ricardo Anaya en los meses tempranos de 2017, en tanto que el PRI, partido en el gobierno, de acuerdo con los tiempos de la tradición priista retrasó hasta finales de ese año la postulación de José Antonio Meade.
En este sexenio estamos en un escenario inédito en los procesos de postulación de candidato y candidata a la presidencia de la república.
No fueron las oposiciones al gobierno las encargadas de “adelantar” las fechas, sino el mismo presidente López Obrador.
A contrapartida del pasado, cuando el inquilino de Los Pinos buscaba retrasar lo más posible la designación del candidato, ahora desde Palacio Nacional dieron el “banderazo inicial” a la elección presidencial de 2024. Fue muy temprano, cuando ni siquiera habían transcurrido los tres primeros años del mandato presidencial, en momentos en que la atención de la sociedad estaba concentrada en la tragedia de la Línea 12 del Metro. Costoso distractor para los tiempos de antaño, pero en la actualidad, con el control unipersonal del poder político al interior de Morena, este “performance” no parece representar riesgo alguno de cuestionar la concentración de las decisiones en el presidente López Obrador. O, si estimara que existe, debe considerar que su efecto sería mínimo —tal vez un desprendimiento de un menospreciado senador Monreal— frente a la ganancia enorme de ver “rodar” a las “corcholatas” al ritmo que les impone su mayestática voluntad.
Desconcierto
Por el lado de las oposiciones ha cundido el desconcierto. Una y otra vez se escucha el reclamo de observadores de los procesos políticos sobre la ausencia de candidaturas “fuertes”, construidas sobre la base de una alianza electoral que proporcione viabilidad al triunfo. Ellas y ellos comparan una y otra vez a las “corcholatas” presidenciales con los estancos casi vacíos del PRI, PAN, PRD, MC.
El “casi” lo custodian personajes como Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes (ambos, de voz propia se han manifestado interesados en la candidatura opositora); Claudia Ruiz Massieu y Miguel Ángel Osorio Chong (PRI), Mauricio Vila Dosal, gobernador de Yucatán, Francisco Domínguez, ex gobernador de Querétaro; senador Damián Zepeda Vidales, la senadora Lily Téllez (los cuatro del PAN), así como el ex gobernador de Michoacán Silvano Aureoles (PRD). Movimiento Ciudadano ha “mostrado” sin descubrir los nombres de Luis Donaldo Colosio, presidente municipal de Monterrey, y de Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco. Sumemos a Ricardo Anaya, que desde las redes sociales ha manifestado su pretensión de volver a competir.
En la lista de las opciones opositoras destaca por su ausencia la pretensión de alguno, alguna de aspirar a la candidatura presidencial en forma independiente de los partidos políticos. Tal vez la ingrata experiencia de 2018, con Margarita Zavala en un principio y después, hasta el final, con Jaime Rodríguez “El Bronco”, actualmente en prisión domiciliaria, haya disuadido a cualquier entusiasta de emprender esta vía.
Recuerdo
Las oposiciones tendrían necesidad de recordar a don Jesús Reyes Heroles en 1975, entonces año crucial para que en sus últimos meses se conociera el nombre del candidato del PRI a la presidencia de la república: “Primero el plan, luego el hombre”, dijo. Fueron los meses en que se formuló el Plan Básico de Gobierno por parte del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales del PRI (IEPES), que sería presentado previamente a las “palabras mayores”.
El entonces presidente del CEN del PRI tuvo la audacia de pretender acotar al presidente Luis Echeverría sobre las fechas y el programa que habría de proponer su sucesor. El resultado de este intento de modernización fue el cese fulminante del principal ideólogo del PRI y su retiro temporal de la actividad gubernamental (habría de retornar como secretario de Gobernación el siguiente sexenio).
Hoy, más que nunca, lo que importa es el Plan, el programa, la propuesta que las oposiciones presentarán al pueblo de México. Celebro a todas y todos quienes han levantado la voz para manifestar su interés en gobernar a este país desde el Ejecutivo federal. Pero, sin programa, no deja de ser un deseo personal, una voluntad individual la que se expresa.
Por eso es importante que el Frente Cívico Nacional construya un espacio en que estas personas, mujeres y hombres, que han expresado su pretensión de ser considerados y consideradas abanderados de las oposiciones, presenten y discutan sus ideas, sus planteamientos para transformar al país, aporten soluciones sobre las cuales se comprometan a trabajar cuando hayan obtenido el triunfo. Y sobre todo, escuchen lo que las personas, las familias, tienen qué decir respecto de sus problemas, su anhelo de un futuro mejor. Sí, hacer las cosas de una manera distinta a este gobierno lopezobradorista. Pero, ¿qué?, ¿cómo? Planteamientos concretos, sencillos y viables sobre los cuales se valga soñar con un futuro mejor. Es posible, necesario. Es urgente. —Mérida, Yucatán
*Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán