JAVIER ESQUIVEL DÍAZ. Cuando la credibilidad de la clase política es escasa y confiar en las palabras e intenciones de los dirigentes partidistas en México es todavía un reto de gran complejidad las vocerías electorales son un elemento estratégico para persuadir a los diferentes públicos electorales.
A un año 10 meses de que inicie el proceso electoral federal la gran mayoría de los presidentes de partido en México cuentan con bajos niveles de credibilidad y confianza por parte de los ciudadanos e incluso de los militantes que no forman parte del círculo de confianza de los dirigentes.
No es extraño ver que las militancias dudan y desconfían de la palabra de las cúpulas partidistas cuando están en juego la designación de ocho gubernaturas, 500 curules, 128 escaños, 16 alcaldías, 1580 presidencias municipales, la Presidencia de la República y el gobierno de la Ciudad de México y han sido excluidas de todo proceso de participación interna.
Sin embargo, lo que sí es signo de alarma es que dentro del proceso de comunicación electoral no haya voces confiables para posicionar ante millones de electores una oferta de gobierno propia o compartida.
En Morena la falta de un vocero institucional y técnico obliga a sus dos principales dirigentes a inmiscuirse en un desgaste diario y a mermar sus propios atributos y capital político por enmendar las pifias, errores, reclamos y descontentos de los aspirantes para todos los cargos.
En el PRI, la batalla jurídica y mediática que enfrenta su presidente implica que cada declaración emitida como diputado o dirigente partidista sea cuestionada por propios y extraños además de ser vapuleada en redes sociales, desgastando así, la precisión y contundencia del mensaje institucional que se busca transmitir a sus electores y seguidores.
En el caso de los partidos PRD y PAN a pesar de que cuentan con la figura de voceras y vocero respectivamente carecen de la reciedumbre informativa y mediática que requiere un proceso de sucesión presidencial adelantado y polarizado.
El poner en práctica las vocerías institucionales en los partidos políticas bajo estas circunstancias permitiría desahogar y posicionar en audiencias internas y externas los temas clave que implica la renovación de dirigencias, integración de padrones, procesos internos de selección de candidatas y candidatos.
Un sistema robusto de vocería partidista, de igual manera, coadyuvaría a colocar en la agenda pública y mediática los logros y acciones de sus gobiernos locales, municipales e integrantes de congresos locales.
Sobre todo, las vocerías ayudarían a integrar, movilizar, motivar, recuperar la confianza y entusiasmo, convencer a sus simpatizantes que cada vez más se siente lejanos a la toma de decisiones. En un plano más estratégico, las vocerías incluso podrían hacer dudar a los militantes del partido rival o incluso distraerlos.
Son muchas áreas de oportunidad que se pueden capitalizar con un sistema de vocería fuerte y profesional. Hoy pueden ofrecer respuestas al gran conjunto de problemas de gran profundidad que atraviesan los partidos políticos en México como la fiscalización, las sanciones legales, la posibilidad de pérdida de registro y otorgamiento de recursos públicos, blindaje a financiamiento ilegal, participación de organizaciones fuera de la ley, etc.
Sin embargo, hoy sería un despropósito que con una variedad de instrumentos tecnológicos y medios de comunicación se ciñan y limiten únicamente a ser cajas de resonancias de las efemérides y de las palabras coyunturales y circunstancias de sus presidentes.
@javoesquivel