DULCE MARÍA SAURI RIANCHO* (SemMéxico. Mérida, Yucatán). El sábado pasado el Frente Cívico Nacional (FCN) presentó su Manifiesto fundacional.
Esta organización de la sociedad fue creada con la finalidad primordial de coadyuvar a construir una candidatura de unidad a la presidencia de la república, única vía que permitirá a las oposiciones enfrentar al candidato/a de Morena.
La propuesta del FCN es “construir una coalición electoral con la participación de los partidos de oposición, las organizaciones sociales y de la sociedad civil, así como de las y los ciudadanos de la más amplia diversidad que compartan el deseo de corregir el rumbo”.
La triple alianza convocada en este manifiesto habrá de ser de carácter electoral, parlamentario y de gobierno.
Después de su “presentación en la sociedad política” el FCN tendrá el difícil reto de convencer a los partidos políticos opositores a Morena para empezar a recorrer un camino común.
La primera estación, ni más ni menos, descansa en la aceptación de la posibilidad de una candidatura que unifique a las oposiciones partidistas, tres de ellas aliadas en “Va por México”, más Movimiento Ciudadano que no acaba por definir si su color naranja tiene un componente mayor de opositor o de colaborador del actual gobierno.
El Frente Cívico Nacional (FCN) tiene óptica común pero presenta estrategias diferentes a la coalición partidista “Va por México” y a su contraparte social “Sí por México”.
Las tres organizaciones comparten el propósito de una candidatura única opositora como condición ineludible para competir y triunfar sobre Morena. No son solo las y los aspirantes partidistas, sino que el abanico de posibilidades del FCN se amplía hacia mujeres y hombres que no necesariamente representan partidos políticos, sino también ciudadanía dispuesta a participar. Por eso el FCN pretende tejer fino para encontrar a la persona que encarne y sea protagonista de un relato de esperanza. Esto es, buscan presidenta o presidente de México, no sólo al abanderado/a de la oposición, sino a quien pueda ganar la elección presidencial de 2024.
Medición
Dos elementos esenciales de la propuesta son la realización de elecciones primarias y la suscripción anticipada de un acuerdo para el gobierno de coalición. A diferencia de las encuestas para “medir” popularidad de los pretendientes a la silla presidencial, el FCN propone elecciones primarias abiertas a la ciudadanía para decidir la candidatura única opositora. Quienes participen en la contienda interna deberán recorrer el territorio nacional y debatir sobre los temas de la agenda que simultáneamente se estará perfilando.
De esta manera, el electorado habrá de interesarse en las posiciones, los planteamientos y alternativas que las mujeres y los hombres participantes habrán de desarrollar en busca de la voluntad mayoritaria.
No sólo se trata de elegir a una sola persona para representar a las oposiciones en su conjunto —primer supuesto—, sino también comprometer de inicio a quien triunfe a encabezar un gobierno de coalición, figura introducida en la Constitución desde febrero de 2014.
El “encendido” constitucional de esta novedosa atribución es potestad exclusiva de quien gane las elecciones presidenciales. Lo podrá hacer en cualquier momento de los seis años de su mandato, con uno o varios de los partidos políticos. Una vez en el cargo, la o el presidente de la república, si opta por el gobierno de coalición, deberá presentar el convenio y el programa respectivo ante el Senado de la República, que tendría que aprobarlo por mayoría.
El propio convenio contendrá las causas de la disolución de la coalición (art. 89, f. XVII constitucional). Para alimentar el programa de coalición, el FCN propone su elaboración “con la participación más amplia de partidos, organizaciones y ciudadanos que le ofrezca al país un nuevo pacto socioeconómico de desarrollo con igualdad”.
Reconozco las enormes dificultades de promover una elección primaria en un país cuya normativa es poco clara en esta materia. ¿Serían actos anticipados de campaña? ¿Tiene atribuciones el INE para organizarla? Y si las tiene, ¿sería conveniente arriesgar a la institución en su conjunto en el armado de un proceso que, seguramente, será severamente cuestionado por la mayoría gobernante?
En el PRI tuvimos la experiencia de la elección interna de 1999, sumamente exitosa en cuanto a reposicionar al partido rumbo a la elección del siguiente año. Sin embargo, costó mucho dinero, lo que hizo muy difícil el primer tramo de una campaña que, a final de cuentas, perdimos. Además, la polarización interna es real; los partidarios de unas y otros se apasionan, se comprometen. Restablecer la unidad interna siempre es un gran reto, más cuando de las oposiciones se trata.
Estos son algunos puntos de preocupación que tendrán que irse ventilando y resolviendo, una vez que el acuerdo básico de una candidatura única prospere.
Recordemos que la facultad de registrar ante el INE es potestad exclusiva de los partidos políticos, salvo que sea una candidatura independiente de ellos, tal como fue la de Jaime “El Bronco” Rodríguez en 2018.
Compromiso
El compromiso por parte de la o el candidato triunfador en la elección presidencial para encabezar un gobierno de coalición sería exclusivamente de carácter moral y de índole personal. No existe en la normativa político-electoral obligación alguna antes de las elecciones y después, si gana, el o la candidata sólo estaría sometida al cumplimiento de su compromiso personal ante un electorado que confió en número suficiente para llevarla/o al Palacio Nacional.
Esta es la fragilidad del mandato constitucional que, en la reforma político electoral de 2025, habría que fortalecer.
Enormes tareas se impuso el Frente Cívico Nacional. ¡Bienvenido el entusiasmo y la entrega de las mujeres y hombres que lo promueven! Saldrán cosas buenas para México, que a fin de cuentas, es lo que importa.
*Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán