PULSO/Nada personal

EDUARDO MERAZ. Como si se tratara de una telenovela o de una serie, el drama dentro del Revolucionario Institucional está lejos de haber concluido, y el “no me voy” es tan incierto como el futuro mismo del partido hegemónico en el siglo 20 y que hoy no es ni una pálida sombra.

Quienes se habían quedado con la impresión de un Alejandro Moreno fuerte, audaz y valiente después de la primera entrevista con varios de quienes le precedieron en la presidencia del tricolor, parece se equivocaron, pues el mal fario se extiende por varias de las oficinas de Insurgentes Norte.

Además de la continuación de los audios de conversaciones de Moreno Cárdenas con otras personas, en donde traslucen varias prácticas apartadas de la legalidad, ahora se empieza a hablar de la existencia de denuncias contra el coordinador parlamentario en la Cámara de Diputados, Rubén Moreira, en sus tiempos de gobernador de Coahuila.

Si a ello se añade la amplísima derrota sufrida por Carolina Viggiano en Hidalgo la secretaria general del PRI y esposa de Moreira Valdés, quedaría de manifiesto la debilidad existente en estos momentos entre quienes ocupan los principales cargos en la dirigencia nacional priista.

El anuncio de un nuevo encuentro entre ex dirigentes del PRI con su actual líder, para “reflexionar a fondo” sobre la conveniencia de mantener al actual Comité Ejecutivo Nacional del tricolor, está directamente vinculado a los pobres resultados electorales obtenidos en 2020 y 2021.

Manifestación clara del disgusto existente entre distintos grupos al interior del PRI, que consideran indispensable e irreversible la remoción de la actual dirigencia, como única alternativa a la supervivencia del partido.

El pretexto obradorista argumentado por Moreno Cárdenas de que le dejaron un partido casi en la inopia, pierde valor, pues después de tres años ha dado muestras de incapacidad para revertir esa condición.

Y no sólo eso, sino que siguiendo el ejemplo cuatroteísta de brincarse las normas, hizo cambios al reglamento del PRI, a fin de obtener la concentración de poderes y decisiones en todos los niveles. Poder casi absoluto, que sirvió para arraigar la práctica de cotos, cuotas y cuates.

Y tal vez este camino de control total hubiese tenido sentido político, si se hubiese ocupado para reanimar al priismo después del fracaso de 2018, en la elección presidencial.

Sin embargo, por lo mostrado hasta ahora, ese no fue el propósito de Alejandro Moreno. El deseo de alcanzar el  mayor número de posiciones tanto a nivel nacional como en los comités directivos estatales, no fue para buscar el fortalecimiento del partido, sino para asegurar ser el candidato presidencial del Revolucionario Institucional.

Preservar en su actitud envalentonada, hacia adentro y hacia afuera en poco contribuye a mejorar la imagen del Revolucionario Institucional. Al contrario, constituye un lastre difícil de permitir el avance del PRI y, por ende, de convertirse en un socio confiable  y vigoroso dentro de la alianza opositora.

Total, debe entenderse que nada es personal.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

El presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez insiste en desenterrar agravios del pasado, como la llamada “guerra sucia” y, de esa forma, echar paladas de tierra a  los miles de muertos y desaparecidos causados por su fallida estrategia de abrazos no balazos.

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@Edumermo

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