*Seres humanos administran a otros seres humanos. Es cierto, el hombre es el lobo del hombre, lo saben las autoridades, están conscientes de ello los electores. Los primeros nada hacen para, en verdad, disminuir la corrupción. Los segundos parecemos negados e incapaces de exigir el verdadero cambio, la auténtica transición
GREGORIO ORTEGA MOLINA. Atrás, muy atrás quedaron los días del libre tránsito en México. Supimos de los retenes militares, de las garitas aduanales, de los oficiales de migración en aeropuertos y fronteras. Puntos específicos donde se exigía que comprobaras tu nacionalidad. Hoy puedes ser retenido en cualquier esquina, para que demuestres que eres quien afirmas ser.
Debemos reflexionar primero sobre la migración interna. Criollos y coletos, modernidad, narcotráfico, movimientos armados, no dan tregua a los habitantes de las poblaciones originarias de México. Se han denunciado los abusos de los agricultores y tratantes de personas para el trabajo en el campo, nada se compone, pero eso sí, nuestras autoridades se llenan la boca con sus denuncias al maltrato de los ilegales y legales en Estados Unidos.
La migración interna se reducirá en cuanto el modelo político deje de servirse de la corrupción y los funcionarios públicos decidan obedecer su mandato constitucional. Pero gobiernan en sentido contrario, a mayor necesidad del cambio, de la reforma del Estado, más crece su avidez por el dinero del erario, y su irrefrenable deseo de permanecer en el candelero, como quiera que se la pongan.
En cuanto al movimiento internacional de personas. ¿Cómo responder para garantizar una sobrevivencia digna, a quienes huyen de la violencia, del hambre, de la persecución política, de la trata? ¿Cómo hacer compatibles y compartibles sus necesidades con los requerimientos del PIB y las exigencias de los ciudadanos del país anfitrión? ¿Cómo diluir el racismo latente, que con la migración crece y se alimenta?
Cierto que es necesario considerar la otra vertiente de la migración: marielitos, “eliancitos”, mara salvatrucha, sicarios, narco poder… imposible tener un filtro humano que evite errores, que no se corrompa, que no viole, que no asesine; los oficiales de migración y los militares destinados a contener y acotar el flujo migratorio necesitarían ser santos, porque en este desorden que se ha generado, cada cual está urgido de hacer su agosto.
El compromiso migratorio firmado en la última Cumbre de las Américas parece ilusorio. En semanas o meses comprobaremos si fueron solo declaraciones para salvar la imagen.
Seres humanos administran a otros seres humanos. Es cierto, el hombre es el lobo del hombre, lo saben las autoridades, están conscientes de ello los electores. Los primeros nada hacen para, en verdad, disminuir la corrupción. Los segundos parecemos negados e incapaces de exigir el verdadero cambio, la auténtica transición.
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