EDUARDO MERAZ. Aunque uno de los empresarios favoritos del presidente sin nombre y sin gracia, el ingeniero José María Riobóo, afirmaba que los aviones no podían chocar, pues se repelen automáticamente, recientes “incidentes” en el Valle de México parecen desmentir este apotegma cuatroteísta.
El autor del rediseño del espacio aéreo que involucra a los aeropuertos de Toluca, Benito Juárez y Santa Lucía y, ahora, ex titular del SENEAM, Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, Víctor Manuel Hernández, es señalado por organismo internacionales y el sindicato de controladores aéreos como el responsable del caos existente en este rubro.
El desbarajuste creado por José María Riobóo por ser el promotor de la operación conjunta de tres aeropuertos en la zona metropolitana del Valle de México, en vez de aceptar la terminal aérea de Texcoco, amenaza con volverse trágico, por encima de las pérdidas económicas que ya se vislumbran.
También pone a descubierto que el mandatario sin gracia no tiene la más remota idea en muchas áreas y que sus decisiones obedecen más a caprichos y a concretar ya no tan ocultos negocios para consolidar una nueva casta de empresarios cuatroteístas.
Muchos hombres de negocios y colaboradores del presidente sin nombre han comprobado que éste es fácil de convencer con un discurso que de forma y aliento a sus traumas, que basta entre mezclar términos como neoliberal o conservador para que los proyectos de saliva puedan materializarse.
Y las consecuencias se empiezan a ver en una de las obras insignia del cuatroteísmo, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles -aún sin terminar- que al entrar en operación, ya ha alterado, para mal, la operación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, a pesar de tener apenas una docena de vuelos al día.
Por otra parte, sin tener la preparación adecuada para diseñar una eficiente y segura operación del espacio aéreo con tres terminales aéreas, pone por los suelos el sofisma cuatroteísta de que es mejor 90 por ciento honestidad y 10 por ciento de capacidad, en áreas en donde se pone en riesgo la vida de las personas.
De acuerdo con especialistas en la materia, el rediseño propicia que las nuevas rutas de acceso y salida del Valle de México hayan sufrido cambios significativos y no necesariamente para bien. Ahora los aviones vuelan más pegados a los cerros y bajan más rápido, amén de que en algunas salidas y llegadas las rutas se encuentran, como se ha documentado en los últimos días.
Si a ello, se suman el maltrato a los controladores aéreos, tanto en materia salarial como en respeto a sus derechos laborales, desde el inició de la presente administración, a cargo de Víctor Manuel Hernández, así como una deficiente preparación de los de nuevo ingreso, el panorama se complica dramáticamente.
Si se tiene en cuenta que Santa Lucía está operando al mínimo y la terminal de Toluca prácticamente es inexistente, el nuevo “decretazo” presidencial para forzar la mudanza de vuelos al Felipe Ángeles, los riesgos de accidentes aéreos se incrementan en forma exponencial.
Y así el gobierno del mandatario sin nombre se la pasa volando bajo, con magros resultados, pero eso sí, favoreciendo a unos cuantos empresarios, con los cuales puede establecer acuerdos, mediante la popularización del esquema de la “persuasión”, para no caer en conflictos de interés o la aparición de sobres amarillos.
He dicho.
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@Edumermo