HISTORIAS EN EL METRO/ Nunca más

Ricardo Burgos Orozco

Ciudad de México, 18 de abril (entresemana.mx). Nos enteramos por los medios de un tiroteo el 12 de abril pasado en una estación del Metro de Nueva York, Estados Unidos. Un sujeto disparó contra las personas que iban en un vagón; hirió a 29 viajeros, cinco de ellos se encuentran en estado crítico. Al parecer la pistola se le encasquilló al responsable y por ello no provocó una tragedia mayor.

No pude evitar recordar aquel 18 de septiembre de 2009 — era viernes — en la estación Balderas del Metro de la Ciudad de México cuando un tipo intentó pintarrajear las paredes en el andén con consignas religiosas y contra el gobierno; el policía auxiliar Víctor Manuel Miranda Martínez, se le acercó para indicarle que no lo podía hacer, pero el tipo sacó un arma de entre sus ropas y comenzó a dispararle, incluso ya tirado en el piso.

En ese momento, arribó un tren al andén, abrió sus puertas, y se creó un caos. Uno de los usuarios, el albañil Esteban Cervantes Barrera, se acercó al agresor con la idea de desarmarlo. No lo logró y en el forcejeo recibió varios disparos que le provocaron la muerte. Todavía el criminal se refugió en uno de los vagones hasta que lo detuvieron.

El culpable, Luis Felipe Hernández Castillo fue diagnosticado por especialistas con la enfermedad conocida como “trastorno de ideas delirantes”, un padecimiento mental que se caracteriza por hacer que las personas sean incapaces de comprender y que tengan ideas anormales. Está purgando una condena de 151 años en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México.

Tal vez coincidencia, pero un primo de Hernández Castillo se suicidó unos días después al aventarse a las vías de un tren en la población La Fortuna, en el estado de Jalisco, y un tío sufrió un infarto y murió en el hospital donde estaba internado, al enterarse por televisión de lo ocurrido en la estación Balderas.

No ha sido el único tiroteo en el Metro. El 28 de septiembre de 1995 un hombre, identificado como Ernesto Cruz, subió en la estación La Raza, sacó un arma y comenzó a disparar en contra de los usuarios. Mató a dos personas y otras cinco resultaron heridas. El responsable fue sentenciado a 50 años de cárcel; su defensa nunca pudo demostrar que el tipo padecía de sus facultades mentales y tampoco quedó claro el móvil. Después de ese grave incidente se colocaron detectores de metales en los torniquetes de entrada; luego los quitaron.

Ha habido otros incidentes menores en el Metro en el que los usuarios traen pistolas y los policías los detienen a tiempo; por eso no estaría de más colocar otros controles como los detectores que quitaron, aunque no sé qué tanto funcionen en horas pico y en estaciones muy saturadas como Pantitlán, La Raza, Indios Verdes, Insurgentes, Zapata y varias más.

Siempre han dicho que el Metro es uno de los transportes más seguros; ojalá lo siga siendo pese a estas historias de terror.

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