EPISTOLARIO/ Pobre país 

ARMANDO ROJAS ARÉVALO. AMIGOS, hace cuatro meses decidí dejar de escribir temporalmente mi columna  –lo que queda de este absurdo gobierno – porque ya estaba harto de la misma cantaleta todos los días. Sin embargo, decido regresar a mi tribuna porque No puedo resistir, ni debo ser omiso de la tragedia política de nuestro país.

Sumo mi voz a las de cientos que gritan ¡basta! de tantas ocurrencias, burlas, mentiras, subterfugios y el odio que alimenta todos los días desde la que se supone debe ser una tribuna respetable.

¿Revocación? Nadie le ha pedido que se vaya antes de cumplir con su mandato, si bien el anhelo es que se vaya de inmediato cuando termine el período de gobierno. Ni un minuto más, pero ni un minuto menos. Millones de pesos se gastan en una campaña propagandística para “alentar” el voto por la revocación, cuando hay niños con cáncer que necesitan medicamentos y no los hay, o las farmacias de los hospitales casi vacías.

La violencia no solamente no se ha detenido, sino que se ha enseñoreado de gran parte del país. Lo mismo en Chiapas, que en Guanajuato, Colima, Zacatecas o en Michoacán mucha gente ha abandonado sus pueblos y patrimonio, huyendo de la delincuencia. Presos del pavor, miles de mexicanos han buscado refugio lo más lejos de sus tierras, dejando atrás su propia historia.

Los delincuentes se han convertido en dueños de vidas y haciendas. Por citar un caso, uno solo, en Guanajuato ha habido 61 asesinatos en sólo siete días. Nadie camina, se divierte o pone un negocio si no es con la aprobación de los carteles.

En Oaxaca asesinaron anteayer a tres mujeres y un niño de tres años.

La corrupción se acabó, dice, y hasta saca un pañuelo blanco en señal de que el mal fue erradicado. Pero no es cierto.

El Ejército, cuya mística era la de salvaguardar la soberanía y la independencia de los mexicanos, se convirtió en policía, banquero, administrador de aduanas, comerciante, empresario y constructor de obras. Cambió las armas por los negocios.

Los carteles proliferan como hongos en todo el país y no hay lugar del territorio nacional donde haya paz. Hay pueblos, especialmente de la región Tierra Caliente, donde las pandillas se han adueñado de comunidades enteras y fijan los precios de víveres y mercancías y hasta con quienes hay que comprar los alimentos.

Las masacres se repiten. El dormir, otrora tranquilo en los pueblos del norte o del sur, es abruptamente interrumpido a distintas horas de la noche por las ráfagas de balazos de los criminales a bordo de camionetas y hasta de carros blindados.

El fusilamiento de 17 personas en San José de Gracia, Michoacán, o la ejecución de diez en Atlixco se quedan en “investigación”, lo mismo que los asesinatos de periodistas. Investigación y más investigación. Nada.

El parlamento europeo se pronunció en contra de los asesinatos de periodistas mexicanos y como respuesta -burda, soez y torpe- los diputados recibieron el calificativo de “borregos”. Y lo peor, el canciller, quien debería de hacer recomendaciones pertinentes en la conducción de la política exterior, cual marioneta, se queda deshilvanado en el suelo. No hay una sola voz en el gobierno que le diga, “señor, eso no es correcto”. Y lo que es peor, las otras marionetas con figura de gobernadores se suman al pronunciamiento del jefe de “las instituciones”, mostrando el cartón reciclado de lo que están hechos.

¿Dónde está MONREAL, quien se supone que por estudiar un doctorado en la UNAM, debería actuar como auténtico universitario? ¡Y quiere ser presidente!

Las voces críticas reciben andanadas de calificativos. Lo menos que les dice es: “neoliberales” o “conservadores”. Sólo acepta el aplauso, la aprobación cortesana. No reconoce que este país es plural, que lo mismo hay  voces a favor que voces en contra.

Se dice “gobierno de y para los pobres “ y he aquí que su gobierno terminó con las escuelas de tiempo completo, en donde los niños de hogares pobres no sólo podían tener un desayuno decente, sino que podían permanecer más tiempo que sus otros compañeritos en la escuela, porque sus padres trabajan.

Acabó con las guarderías.

Acabó con el programa de salud para todos. Hoy, si no estás en el IMSS o en el ISSSTE porque eres trabajador independiente, te friegas. O pagas los servicios médicos privados o te mueres.

La nueva refinería, el tren maya y el nuevo aeropuerto son caprichos que le han costado al país más de lo que se había presupuestado, aparte del daño ecológico y a la historia de los pueblos.

La economía va en picada, con una inflación que rebasa los índices históricos.

Aun así, su popularidad no decrece. Los mexicanos de la tercera y más edad le están muy agradecidos, pasando por alto que la pensión que reciben no es un dinero que él saca de su bolsa, sino del erario, y los “ninis” reciben una “beca” mensual de casi 5 mil 500 pesos por no hacer nada. Aquellos, los ancianos, y éstos, los jóvenes gûevones”, forman su ejército que le aseguran el voto y lo mantienen incólume.

Había decidido no volver a escribir por un tiempo, pero, ¿saben qué?, ¡basta de permanecer omiso! Sumo mi voz a los gritos que se escuchan en todo el país.

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