ENTRESEMANA

Monreal, los mantenidos y el escándalo en Palacio

MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN. Para Su Alteza Serenísima Andrés Manuel I, el pasado fin de semana fue fatal pero, elemental, en la mañanera se salió por la tangente y se victimizó, aunque en el asunto familiar se tomó tiempo para responder. ¿A poco no?

Así, va una pregunta que entraña algo más que blofear en la mañanera con un billete de 200 pesos y el pañuelito blanco y transitar en espacios de la mentira recurrente y la impunidad insolente, que involucra a dos mujeres que no han alzado la voz para deslindarse.

Bueno, así son los acuerdos palaciegos. Pero… ¿El cuarentón José Ramón y el sexagenario Andrés Manuel son gigolós o simple y llanamente mantenidos?

Primero, déjeme desahogar un segundo tema que durante dos semanas, en ruta crítica fracturó a la bancada de Morena en el Senado de la República, merced a una instrucción presidencial de frenar a Ricardo Monreal en el affaire con el veracruzano góber Cuitláhuac y amagarlo con pedir su renuncia a la coordinación del Grupo Parlamentario de Morena.

Pero, dígase lo que se diga, al licenciado presidente lo dobló Ricardo Monreal.

Consecuencia de la estrategia de sus kamikazes senatoriales, Andrés Manuel I debió enviar un mensaje con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, para reprochar a Monreal haber creado la Comisión Veracruz porque puso en riesgo la estabilidad del góber Cuitláhuac García.

En serio.

Ello preocupó al licenciado presidente porque Cui, su favorito al nivel de la colegiala Sheinbaum, se metió en problemas al grado de que debió admitir la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y envió una iniciativa al Congreso local para derogar esa barbaridad de delito llamada “ultrajes a la autoridad”.

Los kamikazes fieles al Duce, como el ex distinguido priista, ex gobernador de Tlaxcala y director del Canal Once de TV a distancia, José Antonio Álvarez Lima, en el ánimo de defenestrar a Ricardo Monreal de la coordinación de la bancada de Morena, pusieron en riesgo la unidad del grupo parlamentario.

Por supuesto, el licenciado presidente sabe el grado de importancia que tiene Monreal, a la cabeza de la bancada de Morena en el Senado para llevar a buen puerto las reformas pendientes, entre ellas la eléctrica y la electoral, ésta de suma importancia para la permanencia de su movimiento en el poder en 2024.

Sí, nadie más con la relación que Ricardo Monreal tiene con la oposición que le puede dar la mayoría calificada en el Senado.

¿Perdió Monreal?

En su mensaje, en la reunión plenaria de la bancada, pidió unidad sin regateos. “Por eso –dijo a sus pares– les pido prudencia, tolerancia, no le exageremos. Nadie está en deslealtad con el Presidente, todos somos leales al Presidente, no nos clasifiquemos unos a otros, es parte de la sinceridad y de la unidad real; porque lo que requerimos es una unidad real, no ficticia ni simulada ni de palabras para afuera”. ¡Sopas!

Además, la comisión hoy disuelta, tuvo un fin de lealtad y justicia. Defender a José Manuel del Río Virgen y, por antonomasia legal, a más de medio centenar de ciudadanos recluidos en cárceles de Veracruz por delitos fabricados. Mal habrían hecho Monreal y Dante Delgado en soslayar el caso de José Manuel.

Además, el desencuentro de Cuitláhuac con Monreal data de la defensa que el senador hizo de un grupo de jóvenes encarcelados por la presunta comisión del delito de “ultrajes a la autoridad”. ¡Vayas barbaridad!

¿Perdió Ricardo Monreal? El licenciado presidente ya le dio rango de adversario. Lea usted.

–(…) ¿las puertas de Palacio Nacional están abiertas todavía para Monreal, para un tamal de chipilín?—le preguntaron a Su Alteza Serenísima en la mañanera del inicio de semana.

–¡Claro que sí!, ¡claro que sí!, para él y para todos, ¡claro que sí!. Hasta para los adversarios, o sea, para todos. Yo no odio, y no tenemos enemigos, tenemos adversarios, yo no quiero tener enemigos—respondió Andrés Manuel I.

Y de aquí hasta las definiciones y las urnas en 2024 con el posible, harto posible candidato de Palacio, Adán Augusto López Hernández, frente al declarado aspirante Ricardo Monreal, sin medias tintas. ¿Estamos?

Y, bueno, pasemos a este que el licenciado presidente calificó de escándalo y, severamente contrariado descalificó al colega Carlos Loret de Mola y a Brozo, por el reportaje cuyo personaje central es su hijo mayor José Ramón, que lo pescó con los dedos entre la puerta y lo evidenció tal cual: falaz, con doble lenguaje y contumaz engañabobos.

Nadie le preguntó respecto de este tema; la línea mercenaria no se atrevió a sembrar la pregunta que diera pie a la perorata presidencial que deriva en la máxima de explicación no pedida, culpabilidad manifiesta. O sea.

El licenciado presidente respondía a una pregunta ajena al caso, cuando se desvió. Lea usted:

“(…) Este fin de semana salió el escándalo de que un hijo mío, José Ramón, ya grande, de 40 años, casado, vivía en una residencia en Houston, queriendo equiparar, como diciendo: ‘Son iguales, es lo mismo. ¿Dónde está la austeridad?’ Carmen Aristegui casi lo comparaba con la Casa Blanca.

“Nada más decir, primero, que en este gobierno no tienen influencia mis hijos, no se le da contrato a ningún recomendado (¿No?).

“En el asunto del matrimonio, pues ahí está complicado meterse. Ellos se casaron y al parecer la señora (Carolyn Adams Solano) tiene dinero, pero no tiene nada que ver con el gobierno, ni un contrato, ni una recomendación, no somos iguales (¿en serio?).

“Pero este señor Loret de Mola, que es un mercenario, hizo un escándalo porque cree que somos iguales. No, no. Él estaba y sigue estando al servicio de la mafia del poder (…)”, dijo encabronado Su Alteza Serenísima y se fue a su archivo de descalificaciones contra el colega, incluso hasta Brozo fue utilizado para la comparación porque, citó, “además, es una gente preparada, más inteligente que Loret de Mola. Loret de Mola, ya lo dije, es un golpeador, un mercenario, sin ideales, sin principios, pero Brozo tenía preparación.

¿Y? ¿Qué del fondo del caso?

“Además, les pagaban mucho, no sé si le sigan pagando igual, pero los malacostumbraron, por eso estaban ahí al servicio pues, de cualquier orden, asalariados, pero estamos hablando de que ganaban hasta un millón de pesos mensuales”, continuó el Duce con el mejor ánimo de joder al vecino que lo retrató desnudo. ¿A poco no?

Luego se tiró al piso con la cara al sol:

“Y acerca de nuestra honestidad, repetirles a nuestros adversarios qué es lo que estimo más importante en mi vida: que no me importa, no me interesa el dinero, y que tampoco tengo tanto apego por el poder, que el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás, y el poder es humildad y el poder es poder decir adiós en su momento”, presumió Andrés Manuel I.

Pero, pero… Dice que la señora, no refiere a Carolyn Adamas como su nuera, la esposa de José Ramón, al parecer tiene dinero. ¿Al parecer cuando son millonarios los lujos en los que se desenvuelve la pareja? ¿Por qué ocultar que es cabildera y que la casa en Houston era de un ex empleado de la petrolera que tiene contratos con Pemex, unos de nueva data? Y…

¿En qué trabaja el cuarentón José Ramón? ¿Será que es mantenido por su señora? ¿Será un mexican gigoló por carita? ¿Será que es la escuela de su padre que presume un billete de 200 pesos en la cartera y no tener tarjeta de crédito ni gastar en lujos cuando sus trajes no los compra en Mixcalco?

Hoy, al licenciado presidente se le paga la manutención completa junto con la de su esposa y el hijo menor, con cargo al erario público, pero ¿de dónde el dinero que lo ha mantenido durante su larga marcha rumbo a la Presidencia? ¿Lo mantiene su señora?

Margen aparte de la necesaria intervención de la Fiscalía General de la República, de la Unidad de Inteligencia Financiera y de la Auditoría Superior de la Federación, amén de la Secretaría de la Función Pública, para investigar la fuente de los recursos, vastos recursos de José Ramón y Andrés Manuel, es, de padre e hijo, una falta de respeto a sus cónyuges presumir que no tienen dinero, porque éstas estarían en ese papel que acompaña al mantenido, dejemos de lado a la figura del gigólo, aunque… Digo.

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