VIOLETA DEL ANÁHUAC/ ¿Condecoración a modo?

ISABEL ORTEGA MORALES (Guerrero). Este fin de semana, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador entregó la condecoración del Águila Azteca, al Presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, a su decir, en razón al apoyo que ha brindado ese gobierno al ayudar a nuestro país con médicos y médicas y bajo la visión del político tabasqueño en su admiración a Fidel Castro no dudó en expresar “cuánta razón tenía el comandante Castro. Mientras los neoliberales estaban impidiendo que se formaran médicos, en Cuba estaban impulsando la formación de médicos y el que se consolidara, uno de los mejores sistemas de salud de mundo”, omitió decir que el gobierno mexicano paga los servicios de esos médicos.

Esta orden del Águila Azteca es una distinción máxima que se entrega a los extranjeros en México por servicios prominentes prestados a la humanidad, o nuestra Nación Mexicana. Nuestro país ha entregado esa condecoración a Rigoberta Menchu y Nelson Mandela. Pero también Jared Kushner, asesor (y yerno) del ex Presidente Donald Trump lo ha recibido.

Entre otros personajes, reyes, reynas, escritores, políticos/as, mandatarios, artistas están Fernando Savater, Javier Pradera, Manuel Ortuño y Ludolfo, Joan Manuel Serrat, Mario Vargas Llosa, Nadiene Gordimer, Bill Gates, Yuri Knórozov, Fidel Castro (1987), Dilma Rousseff, las Reinas Beatriz de Holanda y Sofía de España, que la han recibido en su modalidad de collar, banda, cruz, isignia.

En momentos en que dos naciones viven tragedia ocasionada por un desastre natural en forma de sismo, cuando la información que nos llega muestra héroes y heroínas anónimos prestando ayuda, el mismo fallecimiento del perrito Proteo, que muere en la búsqueda y rescate de una persona enviados por nuestro país, me pregunto: qué es para la clase política la palabra humanidad que lo lleva a determinar quién debe recibir una condecoración, presea, insignia, reconocimiento?

Gobiernos en distintos niveles han instituido reconocimientos para otorgar un estímulo a sus pobladores, cada cual en el contexto de su aportación, y esto es loable. Pero, que ha pasado cuando la clase política lo entrega en función no de méritos, que sin duda hay, sino en función de mantener alianzas, pagar favores, o un hecho acomodaticio.

Sin embargo, lamentablemente, cuando vemos el nivel de recipiendarios de otros momentos y vemos la entrega política a Cuba, me inquieta la falta de consideración de quienes, como Díaz-Canel, no derivan hacia su mismo grupo médico esta condecoración como un acto de humildad para con quienes son reconocidos, y no en él que, sabe bien, nada ha hecho para tal mérito.

Cuando vivimos momentos de tristeza por los hechos de Turquía y Siria, cuando continúa la guerra Rusia-Ucrania, nuestro país no está en el tenor de incentivar el compromiso ciudadano con la patria, ni está premiando esfuerzos pacifistas, sino acomodando las piezas que sean necesarias para mantener su ideología. Que pena que la condecoración no tenga los méritos suficientes para que no sea cuestionable.

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