TEXTOS EN LIBERTAD/ Aniversario de Notimex: nada qué celebrar; acabaron con ella

JOSÉ ANTONIO ASPIROS VILLAGÓMEZ. Después de leer en el periódico digital del amigo Abacha el homenaje gastronómico del periodista argentino Víctor Ego Ducrot a sus colegas “prensalatineros”, por el reciente aniversario de la agencia de noticias cubana Prensa Latina, surgió la nostalgia por los casi siempre gratos tiempos que nos tocó vivir durante tres décadas en un medio similar: la agencia mexicana Notimex, que también cumplirá años el 20 de agosto.

Notimex nació de las entrañas del poder público cuando era presidente Gustavo Díaz Ordaz, y secretario de Gobernación su sucesor, Luis Echeverría Álvarez. Su acta constitutiva data del 20 de agosto de 1968, mismo día en que miles de estudiantes se congregaron afuera de la Rectoría en Ciudad Universitaria para un debate público con las autoridades, al que éstas no acudieron.

Nuestro ingreso a esa agencia fue ocho años más tarde, prácticamente un mes después de las elecciones presidenciales en que José López Portillo había triunfado sin oposición, ya que Valentín Campa del Partido Comunista no figuró en las boletas por carecer de registro, y el PAN vivía una crisis que lo dejó sin candidato.

De manera que tuvimos la oportunidad de asistir a casi todos los festejos de Notimex, desde el octavo en 1976 hasta el quincuagésimo en 2018, muchos de los cuales consistieron en cenas con rifas, variedad artística o música para bailar -con El Tri, por ejemplo-, y en otras ocasiones con conferencias, seminarios, publicaciones y obsequios. En el aniversario XXV se nos encomendó escribir las crónicas del libro conmemorativo.

En alguna ocasión, de manera espontánea la empresa dio al personal sindicalizado un “bono de aniversario” consistente en 500 pesos, que los trabajadores convirtieron después en una exigencia hasta lograr que se formalizara en el contrato colectivo de trabajo, por el doble de monto.

Aunque dejamos de laborar o colaborar con Notimex en 2006, fuimos invitados a las celebraciones posteriores, que en el sexenio pasado incluyeron una exposición fotográfica en la galería al aire libre del bosque de Chapultepec, otras con muestras de cómo se trabajaba antes del arribo de las nuevas tecnologías, emisión de billetes de la Lotería Nacional conmemorativos, y libros en papel que además se podían descargar en su versión digital de la página web de la empresa.

En 2019, el Club de Periodistas de México otorgó dos de sus premios anuales a Notimex, uno de ellos en la persona de la subdirectora Leticia Mancilla Vidal por haber coordinado el trabajo de recuperación de la memoria histórica de la agencia. Tuvimos la satisfacción de haber colaborado un poco en esa tarea, y en la fiesta del cincuentenario conocimos personalmente a quien habíamos tratado sólo por el correo electrónico durante años, el licenciado Francisco Fonseca Notario, uno de los fundadores de Notimex, quien frecuentemente escribe sus recuerdos en El Sol de México.

Algunos datos tomados de nuestro libro Notimex: la imagen ‘sexenal’ de México en el mundo (2019), refieren que esta institución estuvo varias veces cerca de su desaparición; que se vio envuelta en crisis de credibilidad, y que con frecuencia fue protagonista y no sólo trasmisora de información. Poco se fijaban los críticos en los numerosos éxitos periodísticos que también fueron parte de su realidad.

Ningún esfuerzo hecho por sus sucesivos directores para ofrecer un servicio informativo verosímil, equilibrado y confiable -lo cual le mereció un elevado número de suscriptores-, resultó suficiente ante los escépticos, enemigos y fustigadores. Hasta las informaciones logradas en exclusiva por Notimex dentro y fuera del país y publicadas a ocho columnas, llegaron a ser cuestionadas por algunas plumas y voces.

Puertas adentro, parte de sus realidades fueron la diferente óptica de los sucesivos jefes de las áreas periodísticas sobre la política editorial a seguir; un sindicato combativo que finalmente estalló una larga huelga en 2020; la falta de continuidad de muchos planes de trabajo y prioridades por la idea diferente de casi cada nuevo director general acerca de lo que debería ser la Agencia; la aplicación, a veces sí y a veces no, de un manual de operación, ética y estilo; la dificultad en muchas ocasiones de los reporteros para hacer preguntas incómodas a los funcionarios públicos y las reclamaciones de estos cuando las formulaban.

También, la lucha permanente entre un presupuesto acotado y las necesidades operativas, de crecimiento y de actualización tecnológica; la ambigüedad y complejidad legal por ser a la vez una empresa mercantil y una paraestatal antes de su conversión en Agencia de Estado; la necesidad -reconocida y siempre aplazada- de recapitalizarse, y el reto de cumplir con una meta fijada por las autoridades gubernamentales de incrementar cada año sus servicios, su producción, su cartera de clientes, sus ingresos propios y el número de notas publicadas. Y, al final, los conflictos derivados de un sindicato y una directora que se acusaron mutuamente de “terrorismo”.

Y desde afuera, tuvieron un efecto nulo o relativo en la vida de la Agencia, la tentación cíclica de legisladores y de altos empleados de las secretarías de Hacienda y Gobernación, de cerrar la llave del erario; el desafío, aunque menor, de empresas particulares que crearon sus propias agencias de noticias y ansiaban el cierre de Notimex pues les representaba una fuerte competencia; la actitud de muchos funcionarios y políticos que se sintieron jefes de los reporteros y corresponsales; el celo fiscalizador de los comisarios de algunas dependencias federales en las reuniones del consejo de administración, y la que parecía campaña de articulistas y columnistas en los medios privados, para quienes “Notimex nos cuesta mucho a los contribuyentes” (en realidad, dos o tres pesos al año por cada mexicano). A todo eso sobrevivió.

En 2006 la empresa se convirtió por mandato de ley en la Agencia de Noticias del Estado Mexicano y al año siguiente tuvo su primer director para un periodo de cuatro años, y los subsecuentes ya de seis (2007, 2011, 2017, 2023, etcétera), para que su nombramiento por parte del presidente de la República no empatara con las fechas de la sucesión presidencial.

Ese propósito se quebró cuando Alejandro Ramos -quien según ese calendario debió ser relevado en 2017- renunció al cargo justo el último día de Enrique Peña Nieto en la Presidencia, y lo sucedió Sanjuana Martínez con todas las consecuencias que conocemos en la actualidad.

Esto es, una huelga que lleva más de dos años y según la lideresa sindical Adriana Urrea las autoridades quieren que siga así por el resto del sexenio, el manejo de la agencia como si fuera gubernamental todavía, la amenaza del vocero presidencial de cerrar la empresa, el ejercicio completo del presupuesto a pesar de que supuestamente no tiene actividades, el despido masivo de trabajadores que reclaman su reinstalación, y el abierto apoyo presidencial a la directora a la par con su desinterés por los huelguistas.

En su columna ‘Alfa Omega’ (Almomento.mx) del 13 de agosto, el colega Jorge Herrera y Valenzuela escribió que, “como dice la canción, llegó la regiomontana y ‘todo se derrumbó’. Cincuenta años de esfuerzos  cayeron por tierra”. Por su parte la articulista de Milenio Violeta Vázquez-Rojas, comentó el 29 de julio que “la mañanera (la conferencia diaria del mandatario López Obrador) es una herramienta tan eficaz, que tal vez explica que el Presidente piense que puede prescindir de la agencia de noticias del Estado, Notimex, en huelga irresoluble desde hace más de dos años”.

Por nuestra parte, creemos que los excesos y chantajes sindicales del pasado y las medidas tan radicales con que la actual directora de Notimex quiso poner remedio, pusieron en jaque a esta institución y virtualmente acabaron con ella. Nada qué celebrar, pues, el próximo 20 de agosto en su LIV aniversario.

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